Enlace Judío México.- La fórmula de cuatro pasos de Hamás para el éxito es hoy conocida. Primero, obtén un medio de comunicación que sea en gran medida hostil hacia Israel, simplemente ignorante o tanto para ignorar los objetivos genocidas de Hamás como para excusar su terrorismo. En segundo lugar, pon a los civiles palestinos en peligro. Tercero, obliga a Israel, mientras se defiende, a matar a algunos de esos civiles. Cuarto, confía en ese mismo medio hostil e ignorante para que culpe a Israel por estas muertes.

RON DERMER

En Gaza, el paso uno comenzó hace unas siete semanas. Hamás llamó a decenas de miles de palestinos a unirse a una “Marcha del Retorno” semanal, efectivamente, la inundación de Israel con millones de los descendientes de los refugiados palestinos de la Guerra de la Independencia (la cual iniciaron cinco naciones árabes, prometiendo arrojar a los judíos al mar).

La Marcha del Retorno iba a culminar en una marcha a mediados de mayo en el día de la “Nakba”, el cual los palestinos conmemoran cada año para recordar la “catástrofe” de la creación de Israel.

A los “marchistas” palestinos se les dijo que rompieran la valla de seguridad que separa Gaza de Israel, un peligro claro y presente para todos los que viven en comunidades judías apenas a cientos de yardas de esa valla.

Yahya Sinwar, el líder de Hamás en Gaza, no podría haber sido más claro acerca de sus objetivos: “Derribaremos la frontera y arrancaremos los corazones de sus cuerpos.”

Pero cuando miles de palestinos aparecieron para lograr ese objetivo asesino, los medios de comunicación estuvieron determinados a contar otra historia. Los informes de prensa insistieron en que la marcha era “contra la ocupación” y “para la ayuda humanitaria” en Gaza. Tal tontería continuó aun cuando los alborotadores destruyeron la infraestructura misma que permite a Israel entregar alimento, medicina y suministros dentro de Gaza.

Esta semana, la narrativa de los medios cambió. A pesar de toda la evidencia en contra, de pronto se nos dijo que los alborotos en Gaza fueron contra la apertura de la Embajada de EE.UU. en Jerusalén. “La medida de las marchas por la embajada asumen borde violento” decía un titular en The Post, uno de muchos titulares similares alrededor del globo.

Los medios también insistieron en que estos alborotos habían sido protestas pacíficas, o “mayormente” pacíficas, sea lo que sea que eso significa.

Aparentemente, las granadas, bombas molotov, cometas con fuego, artefactos explosivos, armas y machetes no golpean bastante la barra de los medios para lo que constituye la violencia palestina.

Mahmoud Zahar, uno de los fundadores de Hamás, dijo que llamar protestas pacíficas a lo que pasó en Gaza era un claro “engaño.” En comentario en Facebook, Hamás llamó a los alborotadores a “traer un cuchillo, daga o pistola,” e insertó a sus propias fuerzas en las multitudes, listas y dispuestas a matar y secuestrar israelíes. No sorprende que estos hechos apenas merecieran una mención en la cobertura noticiosa.

Con los medios de comunicación cooperando, la escena estuvo preparada entonces para el paso dos — poner a los palestinos en peligro. Hamás empujó a las masas palestinas hacia la valla, afirmando falsamente que los soldados israelíes estaban abandonando sus posiciones y que la valla ya había sido rota.

El paso tres fue inevitable. Una vez que fueron agotados los medios no letales, desde volantes a gas lacrimógeno, la opción para el ejército de Israel fue simple: Permitir que una turba violenta de miles de personas rompiera la valla, exponiendo a las comunidades judías circundantes al riesgo de matanza, o defender a esas comunidades con fuerza letal. Esa elección no es elección en lo absoluto.

La escena estaba preparada para el paso final crítico — consigue un medio de comunicación sesgado casi siempre listo para creer lo peor sobre Israel para demonizar a Israel-. Así como los libelos de sangre de antaño, Israel fue acusado falsamente y ampliamente de perpetrar una masacre.

Ahora que el libelo contra Israel se ha difundido en todo el mundo, la verdad está comenzando a ponerse las botas. Un alto funcionario de Hamás dijo que 50 de los 62 muertos eran miembros de Hamás. Esas cifras harían de la operación israelí para detener a una turba violenta de miles de personas tratando de infiltrar nuestra frontera bajo una densa nube de humo posiblemente una de las más quirúrgicas en la historia.

Aunque un periodista y un miembro inglés del Parlamento que se apresuraron a condenar a Israel se han disculpado, es improbable que otros sigan.

La mayoría de aquellos en los medios que atacan constantemente a probablemente no recapacitarán sobre el daño que han causado.

Pero deben. Porque mientras ellos causan daño a la reputación de mi país, de hecho cuestan vidas palestinas. Probando a Hamás que los medios de comunicación pueden ser manipulados una y otra vez, los medios están sólo alentando a Hamás a continuar empleando esta estrategia macabra.

¿Cómo evitar que esto suceda nuevamente? Hamás podría dejar de ser Hamás. Pero eso es improbable que suceda.

Israel podría dejar de defenderse. Pero eso nunca sucederá. Como se ha dicho: Mejor mala prensa que una buena elegía.

Pero hay otra forma de poner un final a esta práctica despreciable: Los medios de comunicación pueden dejar de demonizar a Israel por defenderse. No dando a Hamás la victoria de relaciones públicas que busca, los medios de comunicación de hecho estarían haciendo algo para salvar vidas palestinas inocentes en lugar de ser cómplices en sus muertes trágicas.

 

 

*Ron Dermer es embajador de Israel ante los Estados Unidos.

 

Fuente: The Washington Post
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México