Enlace Judío México.- El pasado 1 de mayo, Marruecos anunció que rompía relaciones con Irán argumentando que Teherán y Hezbolá ayudaban al Frente Polisario, un grupo violento que actúa para establecer un Estado independiente en el Sahara Occidental, en territorios reclamados por Marruecos.

GEORGE CHAYA

Esta semana, el canciller marroquí Nasser Bourita declaró en conferencia de prensa que la ruptura de relaciones diplomáticas se mantendrá dado que Irán ha extendido la ayuda militar al Polisario a través de agentes iraníes en Argelia y que Hezbolá ha estado entrenando a militantes del grupo considerado terrorista por Marruecos.

Marruecos había cerrado en mayo su embajada en Teherán al tiempo que expulsó al embajador iraní de Rabat, porque las acciones de Irán eran perjudiciales para la seguridad y los intereses de Marruecos. Sin embargo, la injerencia iraní no cesó en su intento por influir en los asuntos marroquíes.

Según Bourita, los lazos entre el Polisario y Hezbolá comenzaron en 2016, cuando se estableció un Comité para el Apoyo del Pueblo Saharaui en Beirut con el patrocinio de Hezbolá. Posteriormente, una delegación militar del grupo terrorista chiíta libanés visitó los campos de entrenamiento del Polisario en Tinduf, Argelia.

El punto de inflexión llegó el 12 marzo, cuando un ciudadano libanés de nombre Qassem Muhammad Taj al-Din fue arrestado -intentando ingresar con pasaporte falso- en el aeropuerto de Casablanca tras una orden de captura internacional por fraude, lavado de dinero y actividades terroristas; el sujeto es un reconocido operativo encargado del blanqueo de dinero del aparato financiero de Hezbolá .

Taj al-Din operó por más de diez años en la zona conocida como Triple Frontera (Argentina, Paraguay y Brasil) y debió escapar de Sudamérica porque las agencias de seguridad de Brasil y Paraguay estaban tras sus pasos y a punto de detenerlo. Así fue como uno de los más importantes financistas del grupo terrorista fue reasignado a las operaciones en África por parte de la organización proiraní.

Bourita agregó que “Hezbolá comenzó a amenazar con vengarse de Marruecos por ese arresto y envió armas a los sediciosos en Tinduf, así como también despachó agentes para entrenar a militantes del Polisario en la guerra de guerrillas ayudando a formar unidades de comando y planificación de operaciones terroristas contra el reino de Marruecos”.

En una entrevista con la revista francesa Jeune Afrique, Bourita acusó a Argelia de favorecer reuniones entre Hezbolá y representantes del Polisario en coordinación con Irán. Afirmó además que el agregado cultural de la embajada de Irán en Argelia, Amir Moussavi, sirvió de enlace entre Hezbolá, Argelia y el Polisario.

Bourita agregó que le había dado a su homólogo iraní Zarif los nombres de los funcionarios de Hezbolá que participaron en las reuniones con el Polisario y de los oficiales del grupo que supervisaron la conformación y el entrenamiento de células terroristas dentro de Marruecos, incluyendo a Haidar Subhi Hadid, Ali Moussa Daqduq y Al-Hajj Abu Wael Zalzali.

En otra entrevista reciente con Fox News, Bourita declaró que Marruecos había recibido información de sus servicios de inteligencia, en mayo de este año, de que Hezbolá había suministrado al Polisario misiles SAM-11 y SAM-9. Según el portal Elaph Marruecos, la cooperación Hezbolá -Polisario también incluyó la excavación de una red de túneles y trincheras en el Sahara.

Irán, Hezbolá, Argelia y el Polisario, negaron por su parte las acusaciones con su táctica de siempre, “condenando la información de Marruecos y calificándola de mentiras y de afirmaciones irresponsables que no están respaldadas por ninguna prueba”.

Lo cierto es que no es necesario subrayar que Marruecos no tomó ninguna decisión sin examinar el tema en profundidad en base a muchas pruebas recolectadas por sus agencias de seguridad y cuando cortó relaciones con Irán lo hizo después de considerarlo exhaustivamente con pruebas tangibles que justificaron esta decisión soberana, a la que consideró en defensa de su soberanía y del pueblo de Marruecos. Eso es lo que dijo el canciller marroquí Nasser Bourita cuando explicó los motivos de la decisión de su país de expulsar al embajador iraní de Rabat en su momento.

Esta semana, Marruecos ha demostrado conocer exactamente lo que está haciendo. Luego de acusar a Hezbolá de entrenar y armar al Polisario, no dirigió su respuesta hacia el Líbano, siendo muy consciente de la delicada situación del país de los cedros, al que considera invadido y ocupado por Irán. Marruecos dirigió su respuesta directamente a Irán, sabiendo muy bien que Hezbolá no hace nada sin recibir órdenes de Teherán.

Del mismo modo, no es un secreto que Hezbolá participa en la guerra contra el pueblo sirio por razones puramente sectarias y también está profundamente involucrado en ayudar a los houtis en Yemen y se encuentra muy activo en Irak, así como también en Bahrein, donde actúa para desestabilizar sectariamente en favor de Irán.

En última instancia, Hezbolá no es más que una milicia chiíta sectaria, una división del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria de Irán. Más explícitamente, Hezbolá es una herramienta de Irán, dentro y fuera del Líbano, así como también el Polisario es una herramienta argelina en la guerra de desgaste de Argelia contra Marruecos, ese es el escenario desde que Rabat recuperó su soberanía sobre el Sáhara Occidental en 1975, tras la retirada de España.

Es claro que Hezbolá no pudo entrenar y armar al Frente Polisario sin el consentimiento de Argelia y sin tener luz verde de Irán. Pero lo más importante es que Marruecos conoce bien el modo de operaciones de Irán en la región, incluso en los países del Norte de África, mientras que Irán no sabe nada sobre el carácter de los países y las sociedades de África del Norte. Teherán cree que puede aprovecharse del conflicto del Sáhara Occidental para infiltrarse en esta región y parece ignorar que dicho conflicto no es más que un controversial entre Argelia y Marruecos.

Argelia no se percata del peligro de las acciones de Irán, aunque se queja por las actividades sectarias chiítas dentro de sus fronteras dirigidas desde Teherán porque esas acciones van dirigidas contra el pueblo argelino, siendo la abrumadora mayoría de ellos sunitas. Sin embargo, parece ser que Argelia tolera cualquier cosa que le cause daño a Marruecos.

Argelia pretende haber olvidado la magnitud del peligro en el que se encuentra y el alcance de la amenaza iraní a su unidad nacional. Hezbolá se ha convertido en un ente bienvenido en Argelia, siempre y cuando su presencia esté dirigida contra Marruecos.

Marruecos había roto relaciones con Irán en el pasado, precisamente en marzo del 2009 y por razones que involucraban actividades sectarias chiítas dirigidas por Irán dentro de sus fronteras. Las relaciones fueron renovadas a mediados de abril de 2016, lo que significa que la desconexión tardó 7 años. Marruecos esperaba que Irán haya aprendido la lección y se hubiese dado cuenta de que las autoridades marroquíes no tomarían a la ligera ninguna actividad que socavara la unidad nacional de Marruecos siendo la mayoría de sus ciudadanos sunitas de la escuela Maliki. Irán no reparó en eso y se dio a la tarea de infiltrar el país de todas maneras a través de sus grupos terroristas aliados.

Claramente Argelia ha equivocado el camino, si se alineara con Irán no quedará bien parada con la Liga Árabe ni con los Países del Golfo, quienes ya han criticado la política argelina de intervenir y ayudar a construir una infraestructura en favor del Frente Polisario en el Sahara marroquí, esa actitud de Argelia fue flagrante al aprovecharse de la zona desmilitarizada de Bir Lehlou, que justamente está bajo supervisión de las fuerzas de la ONU.

No es ningún secreto que Irán se esfuerza actualmente por conseguir todas las cartas de triunfo posibles para utilizarlas en contextos conocidos por todos, por ejemplo mostrar que es una potencia regional que planea expandirse desde el Golfo Pérsico hacia el Medio Oriente y hasta el Norte de África. Tampoco es un secreto que estas actividades iraníes no se limitan a Marruecos, que sabía lo suficiente como para contener a Irán tempranamente, sino que también existen en Argelia y Túnez. Otro hecho que no puede ignorarse es que no hace mucho tiempo, Irán participó en actividades sectarias en Egipto y Sudán al utilizar a la Hermandad Musulmana en esos países para socavar el orden político y quebrar la seguridad interior de ambos.

Irán se equivoca al pretender utilizar el Sahara (marroquí) y al Frente Polisario, ello no lo ayudará a ejercer ningún tipo de presión sobre Marruecos. Si Irán y sus agentes no entienden esto, deberían recordar la década de los 80, cuando el líder libio Muhammad Khadafi ayudó al Polisario e hizo todo lo posible para involucrarse en la guerra entre Argelia y Marruecos, pero pronto se retiró, después de darse cuenta de que no tenía sentido hacerlo y que era preferible mantener lazos naturales con Marruecos, un reino que no desea perjudicar a nadie.

Tampoco Marruecos le ha hecho ningún mal al Líbano y a los libaneses, tal como se evidencia en la historia de las relaciones entre ambos países. Entonces, ¿por qué Hezbolá, que se considera parte del Líbano y se arroga ser su resistencia nacional, está involucrada en una guerra contra Marruecos? Eso es algo sumamente extraño. Puesto que, ¿desde cuándo Hezbolá ha considerado los intereses del Líbano y el de los libaneses? Y en todo caso, ¿cuáles son los objetivos particulares de Hezbolá para estar contra Marruecos e intentar desestabilizarlo?

La realidad es que el único objetivo de Hezbolá es obedecer a Teherán y ser el brazo militar exportador del terrorismo iraní con el fin de extender el dominio chiíta de los khomeinistas en África del Norte.

 

 

 

Fuente: infobae.com