Enlace Judío México.- Tsunami Electoral

En las elecciones del pasado domingo primero de julio, con una participación histórica de 62.9% de un padrón de 89.2 millones, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) arrasó con 53.0% de los votos del conteo rápido del Instituto Nacional Electoral (INE); el segundo lugar fue para Ricardo Anaya de la Coalición del PAN-PRD-MC y 16.0% para José Antonio Meade de la Coalición PRI, PVEM-PANAL y 5.3% del candidato independiente, Jaime Rodríguez Calderón. Se instalaron 156,794 casillas en la República, sólo 15 no operaron.

LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

Asimismo, la Coalición Morena-PT-PES que encabeza AMLO ganó 6 de 9 gubernaturas en disputa más la Jefatura del Gobierno de la Ciudad de México; también obtuvo una mayoría en las dos Cámaras del Congreso, aunque no la suficiente para garantizar la mayoría calificada, y lograr la aprobación de reformas constitucionales, por lo que se verá precisado a negociar con las del PAN y el PRI.

AMLO ganó de manera legal al amparo de las reglas que rigen las contiendas; sin embargo, es de destacar que triunfó “luego de hacer campaña ilegal durante 4 años y el árbitro electoral, (el INE) jamás marcó falta”.

AMLO capitalizó el enojo social contra el gobierno y el PRI; “desde principio a fin se opuso a la administración federal y a las reformas sociales”. Por lo demás, el nivel histórico de corrupción y el despilfarro de recursos de varios gobernadores tuvo un impacto profundo en la población. Por otra parte, Ricardo Anaya al apropiarse de la candidatura presidencial del PAN, desintegró a ese partido. El PRD ya había sido desmantelado por Morena.

De acuerdo al analista Raymundo Riva Palacio de El Financiero el triunfo de AMLO rediseña el mapa político de la nación y sugiere la restauración del absolutismo que se vivía en los tiempos de un régimen cerrado que, en esta ocasión, por la vía de una elección democrática, decidieron como destino, la mayoría de los mexicanos. Riva Palacio consigna que el triunfo de AMLO, es el realineamiento más importante en la historia del país, que sólo se experimentó durante la hegemonía priista del siglo pasado, y modificará por completo el mapa político del país.

El voto de los jóvenes fue fundamental para que AMLO ganara la presidencia; ellos no tienen la vivencia de lo que es estar bajo un régimen absolutista como el que mi generación y, otras más, vivieron bajo el dominio del PRI, particularmente con los expresidentes Luis Echeverría (1970-1976) que expropio sin ton ni son tierras y empresas y que con una visión socializante de la economía, acabó por arruinarla; y con José López Portillo (1976-1982) que sin ninguna justificación nacionalizó la Banca Mexicana, y se sentía orgullo de su nepotismo al nombrar a su hijo, José Ramón como Subsecretario de Estado. La liberación del precio de los combustibles iniciada en enero del 2017, manejada deficientemente desde el punto de vista político y de la comunicación, fue un elemento clave para el rechazo de la población a los “gasolinazos” que tanto AMLO como Ricardo Anaya tomaron como una de sus banderas de campaña contra el gobierno del Presidente Peña.

Después de conocerse el virtual triunfo de AMLO en los comicios del domingo pasado, llamó a todos los mexicanos a la reconciliación y a poner por encima de los intereses personales, por legítimos que sean, el interés superior y general; recalcó que no construirá una dictadura, como muchos analistas, empresarios y académicos han comentado; AMLO señaló que los cambios que realizará se llevarán a cabo en apego al orden institucional establecido; garantizó la libertad de expresión, empresarial y de creencias; aseguró que se garantizarán los derechos consagrados en la Constitución.

AMLO apuntó que en materia económica, se respetará la autonomía del Banco de México, se mantendrá la disciplina fiscal, se reconocerán los compromisos contraídos con empresas y bancos nacionales y extranjeros. Los contratos del sector energético suscritos con particulares serán revisados para prevenir actos de corrupción o ilegalidad. AMLO mencionó que bajo ninguna circunstancia permitirá la corrupción ni la impunidad, todo lo ahorrado por el combate a la corrupción y por abolir privilegios, se destinará a impulsar el desarrollo del país. No habrá la necesidad de aumentar impuestos en términos reales ni endeudar al país. Tampoco habrá gasolinazos. Bajará el gasto corriente y aumentará la inversión pública para impulsar actividades productivas y crear empleos, tratar de producir en el país lo que consumimos.

AMLO señaló que cambiará la estrategia fallida de combate a la inseguridad y a la violencia. Más que el uso de la fuerza, atenderemos las causas que originan la inseguridad y la violencia. En resumen, AMLO prometió una utopía donde todos viven contentos. No habló en este primer mensaje de temas que han sido polémicos durante su campaña, como la reforma educativa a la cual se opone terminantemente, al nuevo aeropuerto internacional de la Ciudad de México, del cual algunas veces lo aprueba y otras no. Era de esperarse que un primer discurso no abarcara todos sus proyectos de nación; empero, extrañó que no dijera nada sobre el Tratado de Libre Comercio con EUA y Canadá. Pomposamente AMLO refrendó que lo que viene representa una transformación radical y profunda del país, que la compara con la transformación del México independiente, la de la Reforma y la de Revolución, de aquí que proféticamente la denomina “La Cuarta Transformación”.

En varias de las Crónicas anteriores hice comentarios muy críticos sobre la personalidad, la trayectoria y las propuestas de AMLO; a quien en su función como presidente, los mexicanos debemos darle “el beneficio de la duda”, no obstante, respetuosamente me permito hacer algunas observaciones al respecto:

No subir impuestos, no gasolinazos, subsidios a jóvenes, mujeres, personas de la tercera edad y fertilizantes entre otros, no concuerda con su propuesta de disciplina fiscal.

La revisión de los contratos petroleros que propone, no es facultad del ejecutivo, el anuncio de esta medida desde su campaña ha detenido ya inversiones foráneas en el sector energético.

Los recursos que AMLO piensa obtener en su lucha contra la corrupción y la eliminación de privilegios a altos funcionarios del sector público, es mera ilusión. La corrupción es un fenómeno difícil de extirpar no solo en México, sino a nivel mundial; quizá pueda haber logros en la supresión de privilegios.

Por decreto no se puede eliminar el endeudamiento público, racionarlo al tamaño del PIB, es deseable para impulsar el desarrollo económico.

Desde el punto de vista de la competitividad en un mundo globalizado no siempre es adecuado producir todo lo que el país consume, solo se debe producir los bienes en donde México es competitivo e importar los que son más baratos.

Los temas de la inseguridad y la violencia son muy complejos, si bien como AMLO propone que hay que atender a sus causas, proceso que implica una política integral de largo plazo, no se puede descartar el uso legítimo de la fuerza pública.

AMLO ha integrado a su equipo de campaña, al de transición y a posiciones en su futuro gabinete, a personas que por diferentes razones deben enfrentar a la Justicia, entre otros a Marcelo Ebrard y a Napoleón Gómez Urrutia.

El espacio de esta Crónica es insuficiente para un análisis más amplio y profundo; solo añadiría que es lamentable que José Antonio Meade, Mikel Arriola, José Antonio González Anaya y un selecto grupo de altos funcionarios de Hacienda y el actual Secretario de Economía, Idelfonso Guajardo de Economía, y honrados profesionistas, altamente capaces, no puedan participar en el próximo gobierno, es una gran pérdida para la buena conducción del país, para “acabarla de amolar” perdió la selección mexicana frente a la de Brasil en el Campeonato Mundial de Rusia dos a cero.