Enlace Judío México.- AMLO ganó la rifa del tigre

Andrés Manuel López Obrador (AMLO) obtuvo una cifra sin precedentes de votos en los comicios del pasado 1 de julio; alrededor de 56.0% en torno a su figura. Arrasó en el Congreso Federal, en los locales, en alcaldías y municipios; las expectativas de la población en cuanto a los resultados de sus promesas en el ámbito económico, político, social, en el combate de la pobreza y de la inseguridad, principalmente, son muy grandes y de corto plazo; difícilmente se podrán satisfacer; es de prever inquietud y zozobra cuyas consecuencias por el momento son difíciles de prever.

LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO.

En un tono mesurado repetidamente, AMLO llama a la reconciliación del país. Los grandes empresarios y organizaciones se han reunido con AMLO y han anunciado que le darán su apoyo. Aparentemente existe un periodo de “luna de miel” entre AMLO y lo que él ha llamado la “mafia del poder”. Sin embargo, cabe recordar que AMLO es un luchador social con un espíritu combativo, que en diferentes acciones en el tiempo mostró un carácter violento.

En este contexto, es de destacar que estuvo implicado en el bloqueo de pozos petroleros en Tabasco en 1996 como parte de sus protestas para exigir indemnizaciones a 40 mil campesinos y pescadores que se sentían afectados por la actividad de Pemex en ese Estado; las instalaciones de Pemex fueron liberadas por la fuerza pública. Posteriormente, la Procuraduría General de la República (PGR) giró órdenes de aprehensión contra AMLO y varios dirigentes que participaron en el bloqueo, algunos fueron encarcelados. La orden de aprehensión contra AMLO fue retirada como parte de la negociación que se llevó a cabo con la Secretaría de Gobernación que instaló una Mesa de Coyuntura. AMLO fue acusado de realizar plantones y bloqueos e incitar a la violencia.

Otro hecho que denotó el uso de mecanismos ilegales de protesta por AMLO fue el plantón que instaló en el emblemático Paseo de la Reforma de la Ciudad de México, luego de alegar fraude presidencial en el 2006, tras conocerse los resultados desfavorables para AMLO que compitió por el PRD en ese año contra Felipe Calderón, abanderado del PAN, quien triunfó por un estrecho margen de 0.56% (236 mil sufragios) contra AMLO. El 30 de julio del 2006, tras conocerse los resultados desfavorables para AMLO, estableció el plantón que duró meses con las consecuentes afectaciones a la ciudadanía y a negocios por el cierre de calles.

El plantón significó una deuda inicial para las finanzas del PRD por 250 millones de pesos, monto que ascendió diez años después a 500 millones, derivada del costo del uso de carpas y templetes, la alimentación de miles de personas y del transporte de gente que iban y venían del interior de la República “para reforzar el plantón”. Por cierto, tuve la oportunidad de recorrer varias calles donde se estableció el plantón y vi que muchas carpas eran simbólicas porque estaban vacías; asimismo, los simpatizantes de AMLO que repartían folletos de propaganda, pretendían cobrar por los mismos.

En un acto de megalomanía, AMLO se proclamó Presidente Legítimo. Las molestias que se causaron a la gente por el plantón provocaron desilusión en AMLO, que fue un factor importante para que volviera a perder en las elecciones presidenciales del 2012.

En una columna del prestigiado, escritor e historiador mexicano, Enrique Krauze en el periódico de EUA, The New York Times, comenta que AMLO perseveró en su propósito de alcanzar la presidencia por la vía democrática. Recorrió palmo a palmo el país, estableciendo un contacto cercano, magnético, casi religioso con la gente. Este vínculo es la raíz y razón de un triunfo que no se explica por motivos externos ni como una respuesta a la agresiva actitud del presidente Donald Trump contra México. Obedece más bien al hartazgo de los mexicanos con nuestros problemas y al modo en que AMLO ha logrado encauzarlo hacia la esperanza de decenas de millones de personas en lo que él llama “el cambio verdadero”.

El programa de AMLO ha sido objeto de amplias críticas, pero contiene un potencial que ahora tendrá la oportunidad de materializarse. No obstante, lo que reclama este gran país, y lo que el mundo espera de nosotros, es algo mucho más trascendental que el éxito de un líder de izquierda. Frente a un gobierno estadounidense que ha perdido la brújula moral, México puede volverse el emblema de un desarrollo con paz y justicia social, conquistado no por métodos autoritarios, sino en el marco de un moderno estado de derecho, respetuoso de las instituciones civiles, las leyes y las libertades.

Krause señala que AMLO ha planteado una serie de propuestas positivas, “empero, que contrastan con otras francamente regresivas, como la vinculación de AMLO con la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), organización radical de maestros que, entre otras posturas, alienta la venta o herencia de plazas magisteriales y se opone a la certificación profesional de los maestros. El bajísimo sitio que ocupa México en la clasificación educativa mundial podría descender aún más”.

“La clave estará en abrir una etapa histórica en la que el espíritu de conciliación, la tolerancia, el respeto pleno a la libertad de expresión priven sobre la polarización, el encono y la censura”.

Krause señala que para revertir el atraso económico de los estados del sur, el presidente electo ha propuesto, entre otras cosas, modernizar el ferrocarril transoceánico, subsidiar la agricultura, construir nuevas refinerías. Críticos serios han cuestionado la conveniencia de estos proyectos, sobre todo los que apuntan a un proteccionismo que haría perder a México sus ventajas competitivas a cambio de una autosuficiencia alimentaria y energética que es un ideal anacrónico. En el mismo sentido, se escuchan señales de alarma sobre la posible reversión de la reforma energética, que ha abierto la explotación de petróleo y gas a la inversión extranjera y podría atraer inversiones de hasta 200,000 millones de dólares. Estos temores son fundados, sobre todo ante la incertidumbre que rodea la continuidad del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). En cualquier caso, la economía mexicana es mucho más dinámica, rica, diversificada y globalizada que nunca antes en nuestra historia. Y confío que AMLO, hombre de temple austero, no sobregire el gasto público ni nacionalice empresas.

Krause afirma que ha sido un crítico persistente de López Obrador, sus preocupaciones esenciales son políticas. En una nación con apenas dos décadas de experiencia democrática, el triunfo de AMLO puede derivar en una concentración de poder sin precedentes. “En la larga era del PRI, los presidentes eran dueños del partido hegemónico, AMLO es el dueño del partido Morena (fundado en 2014), que quizá llegue a ser hegemónico”.

“En el pasado, los presidentes no eran poderosos por su carisma personal sino por el carácter institucional de la Presidencia. El poder de AMLO provendrá de ambas fuentes. Muchos mexicanos lo ven como su salvador, pero la experiencia histórica demuestra que la política no es, ni puede ser, un camino de salvación sino, en el mejor de los casos, de mejora gradual. ¿Sabrá AMLO, tan propenso al insulto y a la descalificación de sus críticos, tolerar límites o poner límites a su poder personal?”.

Otros reconocidos analistas dudan sobre las capacidades de AMLO, y les preocupa que el ganador arrasador no es especialmente “brillante ni dominador de cualquier tema”.

Por otra parte, se preguntan con quién hará la transformación que pretende del país. Está rodeado de gente conocedora en alguna materia, pero también de impresentables y oportunistas venidas de profundos intereses personales y de grupúsculo. No es fácil tener colaboradores que sean verdaderos profesionales, honestos y eficientes. Tampoco es claro ubicar en ese enjambre a los leales y a los que participan de un proyecto común.

Raúl Cremoux en su columna de El Financiero del 29 de junio pasado expresó que se ha advertido una mutación de AMLO. Se han elaborado párrafos destinados a aminorar excesos y tratar de conciliar los muchos disparates que arrojó en su campaña. Desde el principio vimos que él sólo pondría los chispazos y, como siempre, las frases que buscan el brillo del anecdotario: “Juárez y Cristo Jesús; nadie será espiado; venderé aviones y helicópteros, se acabarán los gastos de la alta burocracia…”.

Para Cremoux, buena parte de las expresiones de AMLO son para amortiguar los temores sobre su próxima gestión. “Ni dictadura ni expropiaciones, ni venganzas contra los rapaces empresarios. Tampoco aceptar que el país sea piñata de un gobierno extranjero. Reforzaremos valores porque sólo siendo buenos y amorosos alcanzaremos la felicidad. En su inmenso nicho en el cielo, San Agustín debió haber sonreído”. “¿Qué podemos esperar de institutos y universidades que no harán exámenes de admisión a quienes desean ingresar a realizar una carrera; dónde dejar las inversiones que en materia energética han comprometido 160 mil millones de dólares en los próximos años; cuál es la estrategia de seguridad y qué papel tiene en eso el perdón a los criminales?”.

Lo que hoy está en juego es saber si podremos a la vez realizar la modernización de la sociedad y mantener su cohesión, responder a las necesidades de los desposeídos como a las de justicia.

El futuro de la gestión de AMLO está empañado por una ola de violencia. La Misión de Visitantes Extranjeros de la Organización de Estados Americanos (OEA) felicitó a los mexicanos y a las autoridades electorales del país por la alta participación en la elección presidencial, pero también reconoció que este fue el proceso electoral más violento de la región. Desde el 8 de septiembre del 2017 al 29 de junio del 2018, 122 actores políticos han sido asesinados, México merece de AMLO el fortalecimiento de la vida institucional, si lo hace ganará un liderazgo ético y democrático.

Trump fomenta el racismo en las universidades.

Difícilmente alguien pensó hace dos años que en la presidencia de EUA, país democrático por excelencia, iba ser ocupada por un furibundo supremacista de la raza blanca. Donald Trump desde que tomó el poder ha dado múltiples muestras de racismo e intolerancia. La última, su política de “tolerancia cero” a la inmigración ilegal, que provocó desgarradoras escenas de separación de niños de sus padres y que fueron mantenidos en jaulas como animales. Las protestas nacionales e internacionales se dejaron sentir inmediatamente contra esa inhumana acción.

Ahora Trump elimina la política para fomentar la diversidad racial en las universidades, ello supone revertir las directrices del expresidente Obama, que sí llamaba a los centros educativos a fomentar la incorporación de las minorías raciales para garantizar la diversidad. En esta línea, el Departamento de Justicia rescindió siete directrices de la división de derechos civiles del Departamento de Educación que iban en este sentido. En 2011 y 2016, reconocían el interés de las instituciones de formación superior en “lograr los beneficios de un cuerpo estudiantil diverso” y les instaban a dar pasos de forma proactiva, dentro de los límites constitucionales.

La reversión ahora por el fiscal general del Estado, Jeff Sessions, devuelve la política gubernamental a la época de George W. Bush, que “animaba encarecidamente a usar métodos racialmente neutros” en la admisión de alumnos. Con este giro, el Gobierno se pone del lado de los detractores de la discriminación positiva, un sistema que a lo largo de los años ha desencadenado pleitos por parte de estudiantes blancos que se sienten perjudicados, pero que el Tribunal Supremo ha respaldado con límites.

En noviembre pasado Sessions pidió a su departamento que evaluase las políticas que estaban en vigor ya que, desde su punto de vista, iban más allá de lo que las leyes y la jurisprudencia marcaban en materia de diversidad. Entre otros, investigó los métodos de la Universidad de Harvard, uno de los primeros centros en impulsar las políticas de discriminación positiva, que en Estados Unidos arrancan en los años setenta en paralelo a la lucha por los derechos civiles.

En 2014, decenas de agrupaciones de asiático-americanos presentaron una denuncia alegando que se sentían discriminados frente a blancos, negros y latinos a la hora de intentar entrar en la prestigiosa Universidad de Massachusetts. En su reclamación, citaban un estudio según el cual su colectivo registraba el menor ratio de aceptación con relación a su puntuación, se quejaban de que necesitaban 140 puntos más que un blanco, 270 más que un hispano y 450 más que un negro.

El primer plan oficial de Harvard en materia de discriminación positiva data de 1971 y, desde entonces, las quejas y pleitos se han sucedido. Harvard defiende que no selecciona por raza, pero que dentro del análisis integral de cada candidato su aportación a la diversidad también pesa. Eso explica que pueda quedar fuera un alumno con mejor puntuación que otro que logró entrar. Con Trump la democracia en EUA enfrenta crecientes limitaciones.