Enlace Judío México.- Sin duda estamos en una nueva cultura, una sociedad que promueve la salud y la belleza. Maratones y triatlones se pusieron de moda, al igual que las clases de spinning y la relajante yoga. Simplemente, está de moda verse bien, pues después de un ejercicio cotidiano viene la entrada triunfal de unos jeans ajustados, y ese, es un resultado digno de aplausos.

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Dentro de estas generaciones inmersas en la belleza están las mujeres de 30, 40 y 50 años de edad, que cuidan lo que comen, que hacen ejercicio y que se ven espectaculares. La parte competitiva es para sus hijas, que se encuentran en una etapa de hambre infernal, hambre en la escuela, hambre en las tardes y a la hora de cenar, parece un apetito monstruoso pero más bien es hormonal, lo malo es que ya combinado con un poco de acné, el espejo les devuelve un reflejo que preferirían no ver. Pero así son las cosas, son etapas de transición en el ser humano, etapas que no favorecen tanto, pero que inevitablemente pasarán con el transcurso de los años.

Mientras eso sucede, las mamás están por ahí, disfrutando de su baja grasa corporal y de sus pompas muy bien puestas en su lugar, ignorando tal vez que tienen una hija luchando con su propia autoestima y tal vez resignada a la posibilidad de brillar, pues la dieta es una misión imposible y para “cuerpazos” ya está el de “mamá”.

Ante este escenario yo sólo pregunto: ¿Y si les echamos la mano a estas adolescentes para que se vean y se sientan mejor?

Después de todo son ellas las que se encuentran en esa etapa cruel en la que la apariencia es sumamente importante, son ellas las que se pelean con la ropa de manera constante. No digo que las madres de familia tengan que estar fuera de línea para que sus hijas se vean mejor, digo que las madres deben dejar su rol de protagonistas para atender más a sus hijas. Madre sólo hay una y es urgente que sea ella la que le dé a su propia hija esa necesaria empatía femenina. Por eso, aquí te comparto útiles consejos, porque lo mío no es sólo sermonear, también busco que mis palabras tengan una utilidad:

¿Cómo empezar?

Platica con tu hija para identificar en qué posición se encuentra, en pocas palabras, investiga si se siente guapa o fea. No creas que esto es una tontería, las chavas que se sienten feas pueden sufrir mucho o meterse en serios problemas por su baja autoestima. Investigar cómo se sienten nuestras hijas va a ser el mejor punto de partida.

Si se siente fea o gorda hay que entrar en el plan de acción. Deja las palabras a un lado y enséñale que con actos hasta los peores escenarios tienen una solución:

Acción 1: Ir a la Nutrióloga, ubicar en dónde estamos parados, tomar peso, medidas y establecer metas a corto plazo. Si tu hija necesita bajar 10 kilos o más va a visualizar muy largo el camino, es mejor proponerse bajar sólo 3 kilos, pues cuando al poco tiempo lo logre tendrá motivación por alcanzar su siguiente objetivo. Pero aguas con que no haga dietas por su propia cuenta, es necesario la guía de un especialista en el tema.

Acción 2: Cuando los primeros 3 kilos se fueron es muy merecido un premio. La recompensa puede ser una o dos prendas de ropa nuevas, que claro, se ven mejor con esos kilos que se esfumaron. Al próximo descenso de peso volveremos a estrenar; y cuando estemos en nuestro peso ideal será el momento de renovar toda nuestra ropa porque tenemos figura nueva y eso se tiene que celebrar. Mientras ese momento llega recuerda que no es fácil la lucha de perder peso, acompaña a tu hija en cada esfuerzo.

Acción 3: Cada cuerpo es distinto y desafortunadamente la moda tiende a generalizar, es común que masas de gente usen el mismo corte de jeans que a algunas mujeres se les puede ver fatal. Así que en vez de seguir la moda como borreguitas revisen juntas qué corte de ropa va mejor para su tipo cuerpo. ¿Tiene un cuerpo triangular, circular o rectangular? Investiguen sobre ese tema y verán que comparar las prendas correctas logra una gran diferencia.

Acción 4: ¡Aplícate con todo lo demás!
Si, y con todo lo demás me refiero a que cheques si tu hija quiere o necesita hacer algo más: faciales que mejoren la piel, tintes, luces de pelo o un nuevo corte que la haga sentir bien. Depilación láser, blanqueamiento dental o lo que sea que mejore su autoestima, su imagen y su seguridad.

Acción 5: Finalmente es importante entender que la actitud juega un papel trascendental, y si recuperando una buena imagen continua la inseguridad habrá que escarbar más a fondo para descubrir el motivo de la tristeza o de la ansiedad. Lo que es un hecho, es que a nuestro alrededor hay cientos de chavas adolescentes que les urge atención, pero no de cualquiera, sólo de su propia madre, la que desafortunadamente en muchas ocasiones está ocupada con su propia vida, con su gimnasio, su rutina y sus propias amigas.

Sé que durante la adolescencia la relación madre e hija puede no ser nada sencilla, pero también sé que la vida se complica mucho cuando se tienen problemas de autoestima, y quiero pensar que tú no quieres eso para tu hija. ¿O ya no te acuerdas de lo que soñabas para ella cuando era una hermosa niña?

Ahora tu niña creció y aunque no lo parezca necesita de tu atención, es sólo que pedir ayuda no es compatible con la soberbia adolescencia, ¡pero tú eres la madre así que búscala tú! recuerda que es de ti de quien se espera mayor inteligencia. ¿O acaso de las dos, no eres tú la que tiene más experiencia?