Enlace Judío México – Una vez, a unos abuelos que cumplían 50 años de casados les preguntaron que cómo le habían hecho para durar tantos años juntos, a lo que ellos contestaron: “Lo que pasa es que somos de una época en la que, cuando las cosas se descomponen, en vez de tirarlas a la basura, las arreglamos”.

Esta simple respuesta dice mucho de la gran problemática que se vive hoy. La sociedad actual está bastante acostumbrada a la inmediatez, simplemente es una época en la que todo se puede conseguir rápido y todo se disfruta rápido, pero del mismo modo, todo se tira a la basura con la misma velocidad, creyendo claro que lo adquirido dejó de funcionar, no imaginamos que tal vez estamos tirando a la basura algo valioso, algo que podría volver a funcionar.

Ubiquémonos en nuestra comunidad: Las parejas que se casaron en la década de los 70, 80 y 90 tuvieron, en su mayoría, noviazgos breves, e incluso, muchos de ellos tuvieron una soltería que gozó de poca libertad enclaustrados siempre bajo las reglas de papá y mamá. Así llegó la hora del matrimonio, un tiempo en el que se dejaron llevar por la emoción de organizar una boda y dejaron de lado la enorme responsabilidad que implica elegir a un esposo o esposa. La emoción de ser los protagonistas de un evento tan grande sumada a la inmadurez, dieron como resultado una mala elección, ya sea de persona o de momento y las consecuencias están llegando unos años después, cuando al más mínimo problema queremos tirarlo todo de una buena vez.

Y es que en este tema el factor tiempo juega un papel trascendental: ¿Quien dijo que entre los 15 y los 20 años de edad una mujer estaba lista para casarse?? ¡Ni siquiera había acabado la prepa! ¿Y qué? ¿No iba a estudiar en la Universidad una carrera? No, claro que no, había que casarse rápido para que ya los padres quedaran tranquilos, muy tranquilos de que la hija se había conseguido un buen marido. Y además de darle esa tranquilidad a los padres también estaba la tranquilidad propia, porque la posibilidad de ser unas “quedadas” provocaba una posición muy vergonzosa.

Con los hijos varones era más o menos lo mismo: A la mayoría los sacaban de la escuela para ir a trabajar, urgía colocarlos detrás del mostrador de una tienda o en la fábrica familiar, quienes motivaban este plan de vida no imaginaban que al hacerlo estaban arrebatando a los jóvenes una gran oportunidad. Pero bueno, había que preparar al “buen proveedor” a aquel que le esperaba una vida de lucha por dar a su futura familia todo lo mejor.

No culpo a los padres de familia de aquel entonces, aunque claro, tienen cierta responsabilidad, el apoyar el que sus hijos e hijas tengan noviazgos breves en los que “el otro” tiene la oportunidad de esconder sus defectos fue un error, es simplemente un acto de exceso de confianza en un desconocido y poca precaución.

Entre paréntesis, les comento que conozco a una joven pareja que quería contraer matrimonio, llevaban sólo dos meses de conocerse pero ya se sentían listos para dar “el siguiente paso”. Sin embargo, para lograrlo requerían el apoyo económico de los respectivos padres de familia. Cuando acudieron a ellos para solicitar la ayuda para realizar una pequeña boda y adquirir un techo, los padres les respondieron: “Con mucho gusto nosotros les ayudaremos, solamente les pedimos un favor: Regresen en un año y si en un año su deseo es el mismo empezaremos con todos los preparativos”.

¡Aplausos para esta reacción! aquellos novios regresaron un año después y todo se llevó a cabo, sólo que los novios ya se conocían bastante mejor. Cuidado: No digo que noviazgos largos garanticen matrimonios eternos, sólo digo que conocerse es de gran ayuda, pues construir no es sencillo, pero resulta más fácil si construimos con un compañero al que ya conocemos.

No generalizo pero en su mayoría, los matrimonios que se están desmoronando hoy, fueron los noviazgos breves que por diversas razones equivocadas se apresuraron a casarse después de una soltería limitada.

Es cierto que divorciarse acarrea distintos tipos de problemas y siempre es una decisión dolorosa, pero también es cierto que, hoy por hoy, la soltería puede ser bastante tentadora.

En esta nueva etapa ya no tienen que apurarse a los planes de formar una familia y tener hijos, ya los tienen y de hecho, ya están algo creciditos. Tampoco tienen la presión de complacer a papá o a mamá, o a esa tía incómoda que sugiere que ya están en edad de casarse y que si se distraen en tonterías se pueden “quedar”. Ahora, estarán en su propio espacio lejos de casa de papá y mamá, y eso conlleva una libertad que vale la pena disfrutar.

Bueno, pues con este escenario resulta obvio que no mostremos un gran ímpetu para solucionar lo que en nuestro matrimonio está dañado, es más tentadora la idea de regresar a la soltería y gozar de todas aquellas cosas que no pudimos disfrutar en el pasado.

No te ofendas, no quiero herir susceptibilidades, si este no es tu caso pues simplemente no te pongas el saco, pero no me vas a negar que el divorcio está al ultimo grito de la moda, cada vez nos enteramos de más y más parejas que deciden tomar caminos distintos, ¿nadie les dijo que el matrimonio también significaba compromiso? Lo más triste es que los que más van a sufrir la decisión de un divorcio son los menos culpables: los hijos.