Enlace Judío México – El Dr. Leonardo Cohen Shabot, del Departamento de Medio Oriente de la Universidad Ben-Gurión en el Neguev, especialista en cristianismo en el Cuerno de África y columnista de Enlace Judío visitó recientemente la Ciudad de México y en esta ocasión impartió una conferencia en las instalaciones de la Comunidad Sefaradí.

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Cohen, mexicano-israelí e hijo de la reconocida periodista Esther Shabot explica de manera contundente los “peligros y desafíos de la polémica Ley del Estado Nación” recientemente aprobada por el gobierno de Israel desde una perspectiva histórica en el contexto de los recientes acontecimientos que han marcado a la sociedad israelí.

Antes de entrar en los detalles de la ley, comienza por mencionar dos elementos característicos de la diáspora para, en sus palabras, “lograr conformar una identidad judía a través del vínculo con la Torá y las mitzvot (preceptos) o mediante el vínculo con Israel y lo que representa”.

“Para muchos judíos de visión secular o no religiosa el criticar a Israel se vuelve complejo porque Israel es un eje central de nuestra identidad y todos queremos sentirnos orgullosos de ser judíos”, dice. “Israel representa el Estado de los judíos y sentimos que al no estar orgullosos nos estamos poniendo en peligro o haciendo que sintamos vergüenza ante aquel que nos mira como judíos”.

En este contexto, sugiere que “el vínculo con Israel se puede fortalecer a partir de una postura madura que distinga entre los elementos positivos del país y aquello que va en contra de los principios con los que estamos familiarizados”.

Al abordar un enfoque crítico, habla de una tendencia que se ha ido acrecentando en los últimos 20-30 años y que en su opinión, tiene que ver con la relación entre el judaísmo como religión y el sionismo.

“El judaísmo como religión reaccionó de dos maneras hacia el surgimiento del sionismo”, explica. Una es la visión “pasiva” característica de la comunidad ultraortodoxa “que en principio no reconoce el éxito del proyecto sionista (la fundación del Estado de Israel) por ser un proyecto secular, pero sigue utilizando al Estado para obtener beneficios”.

Por otro lado, destaca lo que llama la visión “hiperactiva” encabezada por los colonos en los territorios ocupados, que se consideran a sí mismos como “la vanguardia, el futuro, mientras que los judíos seculares que crearon el Estado de Israel son una herramienta de Dios en el proyecto mesiánico de retornar el Estado judío en todo el territorio de Israel”.

“En los últimos 30-40 años, esta visión ha ido introduciendo una posición dentro de la política y la percepción judía en Israel donde ser judío es una especie de relación orgánica entre el pueblo y su tierra”, señala.

“Es también una cultura con un amplio rango de xenofobia. Si esta tierra tiene una conexión orgánica con el pueblo, aquel que no pertenece a ese pueblo tampoco pertenece a esa tierra, es extraño a esa tierra”, dice.

“Dentro de este discurso también existen los ‘traidores locales’, aquellos judíos que ‘traicionan a la nación’. En Israel los llaman a veces yefei nefesh (un término despectivo para aquellos que expresan opiniones humanistas), o izquierdistas – supuestamente como aquellos que no tienen estos valores de patriotismo o que no tienen esta actitud xenófoba hacia el otro”.

En este contexto, muestra la famosa caricatura antisemita publicada el año pasado por Yair Netanyahu, el hijo del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu. El meme, titulado “la cadena alimentaria” muestra una foto de George Soros, judío húngaro-estadounidense, quien fue declarado enemigo de Hungría por el gobierno ultranacionalista de ese país y aporta a organizaciones civiles. Soros aparece sujetando una caña de pescar con la imagen del mundo colgando, seguido de una criatura reptiliana que sujeta otra caña con un símbolo de alquimia y una caricatura de una figura que recuerda la imagen antisemita del “comerciante feliz”. Las demás figuras de la cadena muestran al ex primer ministro Ehud Barak, Eldad Yaniv, líder de las manifestaciones contra la corrupción y Meni Naftali, un ex mayordomo en la residencia oficial de la familia Netanyahu quien ha acusado a la esposa del primer ministro de mal trato. Todos ellos son considerados “líderes de la izquierda israelí”.

Cohen señala que este fenómeno antiliberal no es exclusivo del actual gobierno de Israel, sino que es una tendencia a nivel mundial que ocurre en Hungría, Polonia, Italia y ahora en Estados Unidos bajo la administración de Trump, entre otros países. “Un fenómeno que se caracteriza por el hostigamiento de las organizaciones civiles, de los medios que son críticos del gobierno y de las minorías”.

Esta misma tendencia la ve reflejada en la actitud del gobierno de Israel hacia los 40,000 solicitantes de asilo africanos que llegaron al país hace aproximadamente 15 años y que hasta la fecha sólo 10 han sido reconocidos como refugiados, mientras que el resto son alentados a abandonar el país en lo que se conoce como “expulsión voluntaria”.

Una vez más, puntualiza que este no es un enfoque exclusivo de Israel y se da ahora en Hungría, Italia, Austria, Alemania ante el constante flujo de refugiados que han cruzado el Mediterráneo desde África.

La Ley del Estado Nación debe ser entendida como parte de este proceso, dice. “El elemento básico que guía a los promotores de la ley es enaltecer el judaísmo como nacionalidad por encima de aquellos que no lo son… Se trata de decir a quién le pertenece esta tierra y a quién no. Quién forma parte de la comunidad o de la sociedad israelí y quién no”.

Además cuestiona la necesidad de esta ley, ante la existencia de la Declaración de Independencia que habla del derecho del pueblo judío a la Tierra de Israel. Como muchos otros en Israel y la diáspora, considera que esta Ley Básica es obsoleta y discriminatoria hacia las minorías como colectivo que componen el 20 por ciento de la población israelí.

Critica en especial las cláusulas referentes al asentamiento judío y al idioma árabe que es degradado de una lengua oficial a una con estatus especial. “Aunque es meramente una cuestión simbólica, esto significa que el árabe no se incorporará en otras áreas en el futuro”, explica.

Con respecto al inciso sobre el asentamiento judío, destaca que fue atenuado para no causar revuelo a nivel internacional y en un principio establecía que se crearán asentamientos sólo para judíos: “El Estado ve el desarrollo del asentamiento judío como un valor nacional y actuará para alentar y promover su establecimiento y consolidación”.

En su opinión, estás dos cláusulas “están destinadas a explicar exactamente a quién no le pertenece esta tierra”, ya que a diferencia de la Declaración de Independencia, esta ley omite deliberadamente la palabra igualdad.

El investigador aborda las consecuencias que en su opinión puede tener esta ley y subraya que “el hecho de tener una comunidad política que te protege, como ocurre en el caso de los judíos en el Estado Nación, significa que alguien que no pertenece a este Estado será juzgado de manera diferente”.

Plantea la posibilidad de que esta ley abra una brecha más profunda con las comunidades judías más liberales en la diáspora.

Asimismo, cuestiona “qué tipo de relación deben establecer los judíos de México a nivel individual o como colectividad frente a ciertas políticas e ideologías del actual gobierno de Israel que en el pasado impidieron a los abuelos de muchos ingresar a los países a los que querían llegar”.

Para finalizar, enfatiza que hay muchas razones para estar orgullosos de Israel y agrega que frente al lado “negativo que planteó hoy, está el otro lado que lucha contra esto”.

“La pregunta es cómo se puede apoyar a Israel, apoyando a los sectores de la sociedad israelí que se identifican con los valores que están siendo amenazados por las tendencias actuales del gobierno israelí, e incluso legislados a partir de una Ley Básica que es equivalente a una ley constitucional, lo que significa que para derogar esta ley se requiere una mayoría absoluta en la Knéset”, concluye.

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