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LA MEIDELE EN EXCLUSIVA PARA ENLACE JUDÍO

Los que no se saben bien los rezos.

Es muy común encontrarnos a entusiastas de la religión que en realidad no se saben bien las canciones y los rezos, o al menos no se saben ni un poquito la melodía, pues siempre van al disparejo de los demás. Lo importante es que le echan ganas y no parecen darse cuenta en lo absoluto de su falta de armonía.

El que no se da cuenta que tiene un tono de voz demasiado alto.

¿A poco no les pasa que de repente están sentados junto a alguien que parece que reza gritando? En todos los templos existe esta persona que siente que está cantando en la regadera a todo volumen y su voz predomina por mucho a las del resto de la gente.

El viejito gruñón.

No me podría imaginar un templo en fiestas sin el papel del viejito gruñón que se enoja por todo. Que si las mujeres están chismeando muy fuerte, que si un bebé lloró, que si hace mucho frío, que si hace demasiado calor… y por supuesto que no falta el típico comentario: “La gente en el templo ya no es como antes”. Y la realidad es que la gente es igual que antes, solo que antes él no era el viejito gruñón… sino probablemente el que hacía enojar al viejito gruñón de su época.

Las Fashionistas.

No hay manera de no verlas, pues para empezar siempre, sin excepción, llegan tarde. Y la razón por la cual llegan tarde al shul es obvia, pues nadie se puede arreglar tanto, tan, pero tan rápido. Lo más probable es que se sienten juntas y sea necesario mover a toda una fila de mujeres para que puedan pasar haciendo un escándalo con sus tacones.

El que inevitablemente siempre se está quedando dormido.

Si nunca has visto a alguien así en tu templo es porque probablemente seas tú el que siempre se anda quedando dormido a todas horas. Simplemente hay gente que no aguanta más y los rezos del templo y la voz del jazán los arrulla.