Enlace Judío México – En el Talmud está escrito que así como hay una porción en el mundo venidero para cada persona, hay una porción en este mundo. Sin embargo, al mundo venidero uno sólo accede a través de ser ético, de realizar actos buenos y cumplir con los mandamientos de D-os. A veces sucede que la persona prefiere cambiar su porción en el mundo venidero, por una porción más grande en este mundo. Es decir, prefiere la riqueza material a la riqueza espiritual. Mata por dinero, roba, asalta y se da los placeres del cuerpo. Esa persona puede ser exitosa en sus deseos, pero en realidad su destino es una tragedia puesto que D-os le está pagando en este mundo lo que estaba destinado para él en el otro. Cambio la vida eterna por una muerte segura. Cambio una vida de plenitud y conexión con su Creador y la Creación que Él hizo, por una existencia efímera, sola, desapegada por completo de su verdadera esencia y carente de sentido.

Las kaparot son una costumbre que hacemos antes de Yom Kipur para ayudarnos a expiar nuestros pecados. Consiste en tomar un pollo o gallina pasarlo sobre nuestras cabezas, decir las bendiciones correspondientes y hacerle shejita (matarlo bajo las leyes correspondientes) al pollo. En nuestros rezos recordamos las soledad del hombre que peca, la oscuridad en la que vive y pedimos que así como el pollo muere nosotros continuemos con vida.

Esta tradición ha sido malinterpretada a lo largo del tiempo en redes judías. Popularmente se cree que lo que hacemos es “transferir nuestros pecados al pollo o gallina y de esa forma expiarlos”. Por lo menos eso es lo que escribió el reportero del New York Times al hablar de nuestras tradiciones. Sin embargo, es perspectiva no podría estar más equivocada. Nadie puede transferir sus pecados a otro ser, la única forma de limpiar los pecados de uno es pidiendo perdón y cambiando las acciones y la forma de vida que lo llevaron a cometer dichas transgresiones.

Las kaparot en realidad son un recordatorio de la importancia del arrepentimiento. Nos enseñan que así como el pollo muere nosotros también podemos morir. Nos muestra que en un mundo de Justicia absoluta nosotros no tendríamos lugar para la existencia. Que si no nos arrepentimos y corregimos nuestro camino como nosotros hicimos shejita al pollo, el Ángel de la Muerte hará con nosotros al fallecer. Las kaparot son un llamado a nuestra alma, a que deseemos la vida por encima de la muerte, el amor al hombre por encima del egoísmo, la relación con nuestro Creador por encima de la soledad eterna.