Enlace Judío México e Israel.- A sus 48 años Jia Zhangke, nacido en Fanyang, en la provincia de Shanxi en China, es en la actualidad, uno de los cineastas más importantes del mundo. Lo certifican filmes como Plataforma(2000) y El mundo (2004) expuestos previamente en este festival neoyorquino.

NEDDA G. DE ANHALT DESDE NUEVA YORK EN EXCLUSIVA PARA ENLACE JUDÍO

Zhangke suele mostrar de manera artística la problemática de la clase trabajadora de su país en conflicto con un medio ambiente represivo, de violencia, traiciones y decepciones. Y ahora, en Ash is Purest White (China, 2018, 142m) otra nueva obra maestra, su heroína Qiao (Zhao Tao) es una mujer guapa, de personalidad fuerte que vive con su pareja y una corte de criminales que le entran al juego, pero que guardan un código de honor al estilo de los tres mosqueteros -que en realidad eran cuatro-. O sea, del mismo modo, ellos también están unidos “todos para uno y uno para todos”.

Una secuencia hermosa así lo prueba, en un recipiente todos a la vez vierten sus botellas de agua. Después, tomarán un vaso y al unísono lo hundirán en el líquido para beberlo y es entonces cuando juramentarán su lealtad y apoyo. Pero en un mundo donde reina la violencia las cosas se complican y Qiao no resiste la tentación de robarse una pistola de uno del grupo, se la muestra a su amante quien le enseña a usarla. Una noche, mientras regresan, son cercados por una banda rival que golpea a su compañero sin piedad y el número no decrece sino crece; ya es una multitud dispuesta a matarlo.

Ella decide salir del coche pistola en mano y hace un primer disparo al aire, los atacantes se paralizan y cuando hacen un movimiento para seguir peleando realiza el segundo. Lo que vendrá después es un juicio en donde le preguntan de quién es esa pistola y ella en vez de dar el nombre del verdadero dueño, por no inculparlo, dice que es de ella. Su vida de lujo y placeres cambia totalmente al entrar a la cárcel y cuando salga, cinco años más tarde, ya no será la misma mujer de cerquillo, pelo largo, maquillaje, joyas sino ahora lleva la cara lavada, el pelo para atrás y viste una recatada blusa de un amarillo pálido.

Pero no nos engañemos con esa apariencia, ella seguirá siendo la misma, con deseos de sobrevivir cuando se percate que los supuestos amigos, los que la debieron ayudar, no se portaron a la altura de las circunstancias. Lo que sigue es una serie de aventuras que son el meollo de esta cinta, en donde el pasado tendrá que ser abolido para darle entrada a un presente. Para lograrlo, Qiao debe realizar actos detestables como por ejemplo, en un momento dado, le roba la motocicleta a un muchacho bueno que le ofrece ayuda. Ella está determinada a cumplir su destino y éste una vez más la traiciona en un final verdaderamente impresionante.

La cronista pensó que hasta el momento era la mejor cinta y lo es, pero hete aquí que podría tener una cierta competencia con Burning (Corea del Sur, 2018, 148m). Cuento corto de Haruki Murakami adaptado al cine por el gran director surcoreano Lee Chang-dong, quien en 2010 dirigió la película Poesía que le valió a la actriz el premio de la mejor actuación femenina en Cannes. Burning es la historia de Jongsu (Yoo Ah-in) un joven algo tímido y distraído que en una feria conoce a Haemi (Jun Jong-seo) con quien tiene un affaire. Y éste, que empezó de la manera más casual, se convierte en una obsesión fuera de todo control. Jongsu se verá amenazado con la presencia de un rival, un coreano que abiertamente confiesa que Haemi lo sedujo. Los tres empiezan a andar juntos y la historia se torna cada vez más extraña, misteriosa y compleja. Por ejemplo, el muchacho tímido, que por cierto es escritor, recibe a cada rato llamadas telefónicas donde del otro lado de la línea solo hay silencio. ¿Quién sino Haemi, podría ser? Chang-dong, con paso firme y gran tensión, va metiendo al espectador en un laberinto delirante y terrorífico.

 

 

Continuará…

 

 

 

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