Enlace Judío México e Israel.- Jamal Khashoggi, un prominente periodista saudí conocido por sus críticas al gobierno y al príncipe de la corona, desapareció el martes después de entrar al consulado saudí en Estambul. Sin ningún contacto con él aún, sus amigos y prometida temen lo peor.

VARSHA KODUVAYUR

Un día antes, el fiscal público saudí acusó al economista Essam Zamil de delitos de terrorismo por tweets que criticaban los planes del gobierno de constituir la empresa petrolera estatal Aramco. Estas acciones drásticas contra los críticos pacíficos de la política saudí proyectan más dudas sobre la trayectoria de la agenda de reforma del Príncipe de la Corona, Mohammed bin Salman.

Tales acontecimientos se han vuelto un lugar cada vez más común en el último año. Han ocurrido al menos tres olas de detenciones arbitrarias: contra escritores y clérigos en septiembre del 2017, empresarios y miembros de la realeza en noviembre del 2017, y activistas por los derechos femeninos en mayo del 2018. Las autoridades describieron la ola de noviembre como un intento por eliminar la corrupción, pero no dieron ninguna lógica tan irresistible para los otros dos arrestos. Aparte, han ocurrido muchos arrestos nuevos desde mayo, indicando que la represión del régimen contra los disidentes no terminó.

La posible detención de Khashoggi por parte de las autoridades saudíes destaca también lo que podría ser un acontecimiento particularmente problemático: El gobierno ahora parece estar atacando a los críticos no sólo en casa sino también en el extranjero. Khashoggi había estado en exilio autoimpuesto en los Estados Unidos desde el año pasado.

De igual manera, según un informe reciente de Haaretz, agentes conectados con el régimen saudí usaron software espía fabricado en Israel para espiar a Omar Abdulaziz, otro exiliado saudí que vive en Canadá. Ghanem al Dosari, un activista de derechos humanos radicado en Reino Unido y presentador de un programa satírico sobre el reino en YouTube, dijo que sus páginas de YouTube, Twitter, Instagram y Facebook habían sido todas hackeadas por agentes del gobierno. (Dosari mismo fue atacado el mes pasado en Londres por dos hombres que gritaban sentimientos prosaudíes y lo insultaron como un “esclavo de Qatar”, aunque no se ha establecido ningún vínculo directo entre ellos y el gobierno saudí).

Estas y otras acciones–incluida una decisión de penalizar la sátira online que “moleste el orden público”–amenazan el apoyo occidental que será crucial para el éxito del ambicioso programa de reforma de Mohammed bin Salman. Nombrado Visión 2030, el plan de reforma promete un futuro libre de dependencia en el petróleo, un sector privado firme que recortaría el desempleo, y reformas sociales que aliviarían las duras restricciones culturales para la nueva generación. Para su crédito, el príncipe de la corona ha hecho lo impensable y cumplió algunas de esas promesas–fue revocada la prohibición de cines, las mujeres ganaron el derecho de conducir, y el reino está haciendo frente al azote del Islam radical en forma más abierta y agresiva.

Pero la evidente campaña de Arabia Saudita contra los críticos moderados y activistas amenaza con finalizar ese progreso. Si el objetivo de Riad es realmente crear “una sociedad vibrante”, como declara Visión 2030, arrestar y silenciar el disenso pacífico tendrá el efecto opuesto. Además, la falta de transparencia y el debido proceso que rodean los últimos arrestos recorta la ambición de Riad de construir “una economía próspera.” La inversión directa se ha hundido mientras la fuga de capitales se ha disparado, y mientras los riesgos políticos derivados de estas purgas asustaron tanto a los inversores saudíes como a los extranjeros para no invertir en el reino.

Riad debe darse cuenta que ahogar incluso la crítica más suave amenaza los beneficios obtenidos de cualquier apertura económica o social. Los elaboradores de políticas e inversores occidentales sólo serán espantados aún más por su mensaje confuso y objetivos aparentemente contradictorios.

 

 

*Varsha Koduvayur es la principal analista investigadora en la Fundación para la Defensa de las Democracias enfocada en el Golfo.

 

 


Fuente: Informe Político de la Fundación para la Defensa de las democracias
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México.

 

 

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