Enlace Judío México e Israel.- Tras ser detenido, Robert Bowers, el hombre acusado de la matanza de once personas en una sinagoga de Pittsburgh fue trasladado al hospital Allegheny tras el intercambio de balas con la policía.

ELI ROSENBERG

Cuando llegó a la sala de emergencias gritaba: “Quiero matar a todos los judíos”, según el relato del presidente del hospital, Jeffrey K. Cohen.
Al menos tres de los médicos y enfermeros que lo atendieron en el Hospital General de Allegheny eran judíos, de acuerdo al máximo responsable de la instalación clínica.

“Estamos aquí para cuidar de las personas enfermas”, subrayó Cohen, que es miembro de la congregación de “El Árbol de la Vida” donde ocurrió la masacre. “No estamos aquí para juzgarlo. No estamos aquí para preguntarle ‘¿Tiene seguro?’. Estamos aquí para cuidar de las personas que necesitan nuestra ayuda”.

La descripción simple y sin disculpas de Cohen sobre cómo Bowers llegó a ser tratado de manera justa e imparcial por las mismas personas que supuestamente odiaba ha dado la vuelta al mundo.

Tal vez sea un claro recordatorio de que hay algo más poderoso que cuidar solo de uno mismo. Quizás fue una manifestación radical de humanidad en una era cada vez más marcada por el partidismo y el tribalismo. De cualquier manera, la historia ha resonado: Cohen ha sido entrevistado por la CNN, Channel 4 News de Gran Bretaña, ABC y otros.

“Pensé que era importante reunirme y hablar con él”, aseguró Cohen durante una aparición televisiva. “No se puede decir que debemos hablar el uno con el otro y luego no hacerlo. Así que hay que dar el ejemplo y yo soy el líder del hospital”.

La naturaleza exacta de las lesiones de Bowers no está clara, aunque el lunes compareció ante el tribunal en silla de ruedas. Cohen, citando las leyes de privacidad del paciente, se negó a dar detalles sobre la condición y el tratamiento del acusado.

Pero Cohen manifestó ante los reporteros que dos de los practicantes que trataron a Bowers cuando llegó al hospital eran judíos: el médico de urgencias y un enfermero, cuyo padre es un rabino.

“Les diré que estoy muy orgulloso de ellos”, dijo sobre su personal. “Hicieron un gran trabajo y ellos respondieron en cuanto escucharon la señal de emergencia”.

Fue a hablar con el enfermero que trató a Bowers y vio que estaba llorando.

“Estaba bastante roto”, dijo Cohen al Pittsburgh Tribune-Review. “Le dije lo orgulloso que estaba de él. Se fue a casa y abrazó a sus padres”.
Cohen vive tan cerca de la sinagoga de “El Árbol de la Vida” que escuchó los disparos mientras se perpetraba la masacre. Conocía a nueve de las personas que fueron asesinadas.

Sin embargo, eso no le impidió ir a ver a Bowers para preguntarle si tenía dolor. El hombre afirmó que estaba bien.

“Me preguntó quién era yo y dije ‘Soy el Dr. Cohen, el presidente del hospital'”, recordó Cohen. “Y me di la vuelta y me fui. Y el agente del FBI que lo estaba vigilando dijo: ‘No sé si yo podría haberlo hecho'”.

Bowers, que está acusado de 29 cargos federales por delitos relacionados con la violencia y las armas de fuego, puede enfrentar la pena de muerte si es condenado. La masacre ha traído algunos paralelismos desafortunados con el asesinato de nueve afroamericanos en una iglesia de Carolina del Sur en 2015. Ese hombre, Dylann Roof, estaba motivado por un profundo ánimo racial, algo que Bowers parece compartir con él.

La calma de Cohen era una reminiscencia de las acciones de los feligreses después de la masacre de Roof. Incluso algunos dijeron durante una tensa audiencia que tuvo lugar pocos días después del asesinato que lo perdonaban. Cohen dijo que estaba inspirado por la gracia que la congregación había demostrado.

“Creo que en algún momento la ira se apagará, el proceso se desarrollará y podremos llegar al punto en que podríamos hacer lo que hicieron”, subrayó a Action 4 News de Pittsburgh. “Espero que nos puedan enseñar”.

 

 

 

 

Fuente: infobae.com