Tiro al aire / Mariño no está en el mapa

Enlace Judío México e Israel.- Creo que quien no conoce el Páramo de Mariño, (que no se encuentra en ningún mapa), tiene una cita pendiente con la dicha. Conocer los páramos venezolanos en general, no es como conocer las ciudades modernas, que solamente te brindan una alegría pasajera. Ahí en Mariño, experimentarás, si la recorres, el placer auténtico, profundo, en cualquier amanecer, con sus colores rojos y ámbar llegando de las montañas del más allá, y la alegría que se siente durante las charlas con sus habitantes, tomándote un café andino bien cargado.

SHULAMIT BEIGEL PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

Cuando la niebla sube al mediodía, llegas a pensar que lo que ves no son montes, páramos, sino el mar.

Quien se decida a pasear en el Páramo, pensará que lo que ve es una ilusión, un espejismo que se le multiplica en la vista y en ese intocable rincón de nuestro cuerpo que se conoce como el alma. Porque la felicidad que infunden los páramos merideños es algo así como la verdadera felicidad, con su dicotomía, donde también hay tristezas, soledad y silencio.

Quienes visiten el páramo y quieran quedarse a dormir por las noches, tal vez no puedan conciliar el sueño, imaginando que ven a la Llorona o al Silbón, recorriendo la noche silenciosa en busca de un último trago de miche que calme sus angustias y tristezas.

Pero quien visite Mariño, comprenderá que la Llorona es como nosotros, que también ella vivió aquí en esta felicidad triste, una Llorona de carcajada, como tú y yo, y entonces ya no tendrán miedo, porque entenderán que esta aldea es como muchas otras, donde los muertos saben que están condenados a seguir deambulando por las noches sin fin. Ya lo verán, como lo vi yo, que Mariño despertará en ustedes una nostalgia inevitable, que es sólo la confirmación de que la felicidad es un sentimiento nómada, errante y callado como uno mismo.

Desde que me fui de Mariño, quedé condenada por los recuerdos, recuerdos que no se borran y que han quedado plasmados en mi mente y en mi alma, porque es un lugar que nunca agota sus páginas.

Ya lo verán cuando lleguen a Mariño.

 

 

 

 

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Shulamit Beigel: Llegué de Israel a México a la edad de siete años. La primaria y la secundaria las hice en el Colegio Hebreo “Tarbut”. Mis recuerdos de aquella época son excelentes. Mi primer trabajo como periodista, lo hice recortando periódicos en la Embajada de Israel, en el departamento de prensa, a cargo en aquel entonces, de Sergio Nudelstejer. La prepa, fue en la Escuela de la Ciudad de México, en Campos Elíseos, que me permitió conocer otra gente y otros aspectos de la vida mexicana. Estudié y me gradué en antropología y en letras, en la universidad de las Américas, en Cholula. La maestría, en Antropología, fue en la UNAM. Antes de incursionar a la universidad viví en Teloloapan, Guerrero, haciendo trabajo de comunidad y siendo jefa de organización campesina para varias instituciones gubernamentales. Viví varios años en Israel. En esa época, los ochentas, fui productora de Ariel Roffe y Erika Vexler para Televisa desde Medio Oriente. Tuve una columna que se llamaba “Burbujas” en el periódico israelí en español Aurora, otra, “Al Margen” en la revista Semana, que ya no existe. Viví cuatro años en Caracas, cuando mi ex esposo fue sheliaj del KKL. Actualmente vivo entre Londres y Venezuela, he dejado de creer en la política y mi pasión es la literatura, el cine y la música. Confieso que ya no tengo grandes respuestas ante la vida, pero que soy muy feliz.