Enlace Judío México – Una de las cosas que considero más bellas del mundo en el que vivimos es el funcionamiento interno de las plantas y los ciclos de cambio que cumplen a lo largo de las estaciones. Me parece maravilloso verlas crecer lentamente, ver los primordios que tira los restos de semilla al suelo y sacar a la luz sus dos pequeñas hojas. Es casi un milagro cuidarlas día con día y verlas adquirir proporción y altura; hasta el momento en que ya son helechos o árboles y empiezan a producir fruta. Incluso entonces sus cambios son diarios, a veces llenas de flores, a veces vacías por completo y a veces aventando frutas por doquier. En cualquier momento uno puede maravillarse de que están vivas, de su increíble resistencia y capacidad de adaptación. En la selva, en el bosque, en el manglar, en cualquier rincón del mundo existen las plantas y a través de ellas la vida entera se mantiene es bendición que nos ha sido dada y hay numerosas formas de celebrarla.

En el judaísmo existe una muy particular se llama Tu Bishvat es el año nuevo de los árboles. En la antigüedad esta fecha era de suma importancia porque a través de ella se dictaminaba la edad de los árboles y de la tierra, con ella se sabía si se podía cortar o no la fruta del árbol. A lo largo del tiempo ha adquirido un carácter cada vez más espiritual, Tu Bishvat se usa como excusa para enseñar a los niños la importancia de mantener en buenas condiciones las plantas; se recuerdan los numerosos pasajes en que la Torá compara al hombre con árbol del campo y las numerosas implicaciones cabalísticas que dicha comparación genera; también aprovechamos el día para agradecer a D-os y decir bendiciones por las frutas que comemos y la belleza que nos rodea.

Es un día que cae en medio del invierno, justo cuando los árboles empiezan a llenarse de sábila para renacer en primavera, así que también es un día que nos sirve para recordar la importancia de renovarnos diariamente; de la perseverancia y de la esperanza en tiempos difíciles. Es un día que nos recuerda que el mundo aunque parezca muerto o material está lleno de espiritualidad y vida, así como el árbol aunque sin hojas y durmiente se encuentra vivo en sus raíces. No cabe duda Tu Bishvat trae consigo numerosas enseñanzas. Una de las principales es sobre la importancia de la fruta y los milagros naturales. Para ejemplificarlo se toma como ejemplo la vara de Aarón que renació y floreció en el desierto a continuación contamos su historia.

La vara mágica de Aarón

En la perashá (porción de Torá) de Koraj (Números 17:17-25) se narra cómo la vara de Aarón florece y produce almendras milagrosamente; esto sucede en el contexto de un concurso. El pueblo enojado vuelve a pedir pruebas a Moisés sobre el sacerdocio de Aarón. D-os en respuesta le pide a Moisés que cada tribu escoja a su propio jefe y coloque cada uno, una vara en su representación en el centro de la tienda. Al pasar la noche y llegar la mañana la vara de Aarón tomó vida, floreció y produjo fruto; demostrando que era elegido por D-os para desempeñar dicho cargo. ¿Por qué D-os escogió este método para reafirmar frente al pueblo el sacerdocio de Aarón?

Por varias razones, la primera es que este milagro es un milagro natural tiene un origen divino, el hecho de que la vara haya florecido, pero la fruta se desarrolló de forma natural. Es decir mezcla lo divino con lo mundano, nos enseña que Aarón no sólo fue elegido por mandato divino, aparte cumplía con todas las características deseadas para desempeñar su papel en el mundo terreno; su poder no era sobrenatural sino terreno. Nos enseña la unión entre la materia y el espíritu; la realidad nueva que surge cuando un pedazo de madera toma vida y se llena de sentido. Sin embargo más relevante, nos enseña la importancia del trabajo y la superación en la espiritualidad.

La Escritura remarca que los judíos no sólo vieron las frutas de la vara sino también las flores, rab. Moshe Fainstein con este ejemplo remarca la importancia del trabajo. Según él D-os no sólo quería que apreciáramos el producto final ya terminado, sino el proceso. Quería recordarnos que con las mitzvot y la Torá el esfuerzo y el proceso son tan importantes como el resultado. La diferencia entre Koraj y Moisés, Aarón y los otros levitas no era el sacerdocio o la profecía; sino la dedicación de una vida entera dedicada a la búsqueda de D-os. Su espiritualidad era mucho más profunda porque le habían dado mayor seriedad y mayor trabajo a su relación con la Divinidad. Si bien todos los judíos del momento tuvieron profecía en el Monte Sinaí y si bien todos escucharon a D-os; ninguno tuvo lo que Moisés y Aarón, porque la profecía que obtuvieron fue un regalo sin proceso; mientras que la de sus líderes fue el resultado de todo un esfuerzo a lo largo de años. Tu Bishvat también nos recuerda esta enseñanza. La Torá y las mitzvot hay cuidarlas, plantarlas y trabajarlas como se cuida un árbol antes de que den frutos.