Enlace Judío México e Israel.- Posee el récord de condenas a muerte, de fuga de cerebros, de caída de nacimientos y del PBI. Bienvenidos a la República Islámica de Irán.

GIULIO MEOTTI

Irán da miedo. El imperio chií de la República Islámica se extiende ya a numerosas capitales del Medio Oriente: desde Teherán a Bagdad, de Damasco a Beirut, de Sana’a a Gaza. Irán da miedo y dice no tenerlo. A cuarenta años de su revolución de 1979, los mulás hablan de un Estados Unidos “en declive”, como ha dicho el ayatola Ahmad Jannati, el secretario del poderosísimo Consejo de los Guardianes. “Estados Unidos no puede manejar sus propios asuntos”, ha explicado Jannati en la televisión estatal para el cuadragésimo aniversario de la Revolución Islámica, mientras en la calle se proyectaban las consignas habituales como “muerte a Israel.” Jannati ha agregado que “millones de personas tienen hambre y el poder de Estados Unidos está en declive.” Lástima que el que está en declive, un declive aterrador, es el propio régimen iraní.

Irán fue el primer país en el mundo ( en 1979) en hacer caer un gobierno laico y occidentalizado y en sustituirlo por una teocracia islámica. Pero el experimento ha fallado y el tratamiento está matando al paciente. Incluso sin considerar la persecución a las mujeres, a los periodistas, a las minorías étnicas y sexuales, a los opositores políticos, en su interior, el régimen está muy deteriorado.

Nuevas estadísticas publicadas por el Banco Mundial revelan que Irán tuvo un espantoso colapso económico en los últimos cuarenta años, luego del dominio clerical islámico. Las cifras publicadas por el Banco Mundial revelan que la economía iraní ha bajado del 17o al 27o puesto en los últimos cuarenta años. Al mismo tiempo, el PBI de Turquía, que era la mitad del de Irán cuando fue derrocado el shah, se ha casi duplicado en cuarenta años.

Según el Banco Mundial, el PBI de Arabia Saudita, un país con 32 millones de habitantes, es hoy de 683 mil millones de dólares, es decir 244 mil millones de dólares más que Irán, un país con una población de 81 millones de habitantes. Eso ocurre no obstante que las reservas de petróleo y gas fósil de Irán son mucho más sustanciales que las del reino saudí. Aun si Estados Unidos revocara las sanciones, Irán nunca sería capaz de bombear los seis millones de barriles de petróleo diarios como hacía antes de la revolución de 1979. Hoy produce menos de la mitad–2,74 millones diarios–según datos publicados en enero por Bloomberg. Corre el riesgo de acercarse a la señal de alarma de un millón. Irán es riquísimo, pero vive miserablemente, excepto una casta religiosa y militar que ha robado los recursos nacionales.
La estimación del Banco Mundial sobre el poder adquisitivo real iraní entre los años 1976 y 2017 revela que durante este período un iraní promedio se ha vuelto 32% más pobre que antes. Incluso Massoud Nili, consejero económico del presidente iraní Hassan Rouhani, ha afirmado que el ingreso per cápita actual en Irán es el 70% del ingreso per cápita de 1976. En otras palabras, el mismo régimen confirma que los iraníes son un 32% más pobres que hace 40 años.

Pero Irán alardea de numerosos records. “Más de la mitad de (51%) de todas las ejecuciones registradas en el 2017 han sido efectuadas en Irán”, ha denunciado Amnesty International. En relación a la población, Irán tiene el récord mundial absoluto de ejecuciones per cápita. Ha habido un aumento de encarcelamientos de 333 puntos porcentuales desde 1979 al día de hoy. Irán tiene el primer puesto en población carcelaria entre los países islámicos. En 1979, con una población de 37 millones de habitantes, Irán tenía 8,557 detenidos, y en el 2018 con una población de 81 millones de personas, tiene 223 mil detenidos.

En los últimos 40 años, la corrupción arraigada del régimen, el clientelismo y el manejo cautivo de los recursos ambientales y naturales han llevado a Irán a un desastre.

En el 2013, la agencia para la protección ambiental de Irán dio a conocer que el 85% de las aguas subterráneas del país habían desaparecido. Según Issa Kalandari, ex ministro de agricultura y entonces jefe de la agencia para la protección ambiental, millones de iraníes se verán obligados a migrar a países más desarrollados, sobre todo en Europa, si la crisis hídrica no se resuelve en los próximos veinte años. La destrucción del ambiente y de los recursos hídricos por parte del régimen queda bien demostrada a partir de la historia del río Zayandeh. En persa, Zayandeh significa “donador de vida.” El río es responsable de las primeras civilizaciones del centro de Irán y fue durante siglos la región de la prosperidad de la célebre ciudad de Isfahán, conocida en persa como “mitad del mundo.” Hoy, la muerte continua del río ha llevado a manifestaciones masivas contra el régimen no sólo en Isfahán, sino incluso en ciudades más chicas como Varzaneh.

El uso de drogas ha salpicado hasta las estrellas. Irán hoy está entre los países más tóxicodependientes del mundo, con tres millones de iraníes dependientes de narcóticos. Una cifra más que redoblada en el último decenio. Otros tres millones de iraníes –40% de los cuales son recién graduados– están sin trabajo. Mientras tanto, los jóvenes abandonan el país en masa.

Cinco millones de iraníes han huido desde 1979. Según el Fondo Monetario Internacional, la emigración de iraníes instruidos al exterior ha aumentado notablemente; cada año, de 150 a 180 mil personas dejan atrás el país. Antes de la revolución solo un máximo de 50 mil personas emigraban cada año. Basado en datos del Fondo Monetario, Irán tiene la tasa más alta de fuga de cerebros en 91 países. Irán está hoy lleno de jóvenes. Pero dejaron de tener hijos.

Una mujer iraní de veinticinco años instruida ha crecido en una familia de seis o siete hijos, pero hoy tendrá como máximo uno. El país tiene un ingreso per cápita de apenas cinco mil dólares, un décimo del PBI estadounidense, y la mayor parte de éste proviene directamente o indirectamente de reservas de petróleo y gas natural, que se están agotando. Irán no logra llegar siquiera al ingreso per cápita de seis mil dólares de Botswana. La fuga de cerebros hace que en los Estados Unidos haya docentes iraníes en número triple a aquellos que enseñan en la universidad iraní. La fuga de capital humano cuesta al régimen iraní 38 mil millones de dólares al año, dos veces el ingreso de la venta de petróleo.

La demografía da un miedo loco al régimen, tanto como para arrestar a los demógrafos. Uno de los arrestados en las últimas semanas, Meymanat Hosseini Chavoshi, es un demógrafo iraní que trabaja con la Universidad Nacional Australiana como investigador y uno de los autores del libro “Acontecimientos en la Fertilidad en Irán.” Uno de los mayores científicos ambientalistas iraníes cortejados por el régimen de Hassan Rouhani ha huido al Reino Unido.

Kaveh Madani había sido persuadido de dejar su posición en el Colegio Imperial de Londres el año pasado para desempeñarse como jefe del Departamento del Ambiente iraní. Su retorno había sido visto como un símbolo del esfuerzo de Rouhani por revertir la fuga de cerebros del país. En el año 2016, Madani había estado entre los cuatro vencedores del premio Arne Richter para los mejores científicos jóvenes de la Unión Europea en geo-ciencia. Madani ha criticado las políticas iraníes pasadas sobre el agua, afirmando que el país había pasado el tiempo de la crisis y que había entrado en la era de la bancarrota del agua.

Se estima que el 97% del país ha enfrentado un cierto nivel de sequía. Utilizando imágenes satelitales, entre los años 2003 y 2017, los científicos estiman que la llanura occidental de Teherán se está hundiendo 25 centímetros al año debido a la explotación de los recursos hídricos del subsuelo. La geopolítica ha desempeñado un rol clave en la crisis hídrica de Irán.

Desde la revolución islámica de 1979, Irán ha tratado de volverse autosuficiente en todos los sectores para contrarrestar las sanciones internacionales. En el tema del agua, el régimen prácticamente se ha suicidado, como recita un análisis reciente en Foreign Policy.

El primer ministro israelí Benjamín Netanyahu ha publicado incluso un video online en junio, ofreciendo a Irán tecnología de agua de su país. “El régimen iraní grita: ‘Muerte a Israel'”, ha dicho Netanyahu. “En respuesta, Israel grita: ‘Vida al pueblo iraní.'”

Bajo el ex presidente Mahmoud Ahmadinejad, que detentó el poder desde el 2005 al 2013, el régimen había dividido el control de los recursos acuíferos entre las provincias, que han asignado el consumo a agricultura, industria y necesidades locales sin resguardo de la protección de las fuentes. Una decisión motivada políticamente y que ha demostrado ser popular en el corto plazo, pero que ha destruido la capa. Los subsidios sociales del régimen han alentado a los agricultores a inundar los cultivos propios. También, los jefes provinciales han presionado por la expansión de la industria con alto consumo de agua. Indiferentes a la crisis hídrica.

La transición demográfica de Irán y la caída más rápida de la tasa de fertilidad nunca registrada de la ONU e Irán han superado incluso la caída de la fertilidad en China, pero sin recurrir a la política del hijo único de Pekín. “Las civilizaciones moribundas son las más peligrosas e Irán está muriendo”, escribe David Goldman en su libro Cómo Mueren las Civilizaciones (y cómo el Islam está muriendo también). “Su tasa de fertilidad total probablemente se halla en torno a 1,6 niños por mujer, al mismo nivel que Europa Occidental, una caída catastrófica de siete niños por mujer a principios de la década de 1980. Por eso la guerra es probable, si no del todo inevitable. La caída de la fertilidad de Irán es un enigma para los demógrafos.

Nunca antes en la historia la tasa de natalidad de un país grande había caído tan rápido y tanto. La población iraní está envejeciendo más velozmente que la de cualquier otro país del mundo. En el 2050, el 30% de su población tendrá más de sesenta años, la misma relación que en los Estados Unidos, pero con un décimo del PBI per cápita estadounidense. No veo algún modo de evitar una catástrofe social única en la experiencia humana.” Goldman compara la situación de Irán con la de la ex Unión Soviética. De la invasión de Afganistán a aquella de Praga, la dirigencia soviética en los años 70 ha comenzado a actuar de modo más agresivo en política exterior, tal vez porque había entendido que era la última oportunidad de mantener el poder en un declive económico y demográfico. Es como la Unión Soviética ahora, Irán tiene hoy tasas altísimas de tóxicodependencia, de represión del disenso, de caos ambiental, de colapso económico y de fuga de la población detrás de su cortina de hierro.

“Esta es la esencia del dominio islámico en Irán: clérigos septuagenarios que se imponen sobre una sociedad joven”, ha escrito Karim Sadjadpour, de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional. “Y aquel dominio puede ser sostenido sólo con la coerción.”
La decadencia del régimen iraní está acompañada de leyes absurdas. El mes pasado, los ayatolas han prohibido el paseo con los perros. También hay quien ha propuesto para el culpable una dosis de flagelación. Es la gran fuga de la realidad. ¿Cuándo llegará el ajuste de cuentas?

 

 

Fuente: Il Foglio
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México