Enlace Judío México e Israel.- El peor enemigo de la sociedad es la sociedad misma, que se pone estándares altos y complejos y luego sufre tratando de cumplir con ellos. Por dar un ejemplo, modelos de las revistas flacas y guapas despiertan en otras mujeres una gran admiración, además de una ardua lucha por cumplir con esos estatutos de belleza y perfección. Los hombres chingones son ricos y exitosos y a los que les cuesta más trabajo se sienten unos auténticos fracasados.

NADIA CATTAN

En fin, nosotros mismos imponemos ejemplos a seguir y nosotros mismos sufrimos por alcanzar esos objetivos.

Esclavos de ideas que no son del todo ciertas, esclavos de modas que no son para todos favorecedoras. A veces, resulta cómico ver a muchas mujeres usando la misma prenda de ropa, a unas les queda bien, a otras definitivamente no, pero no importa, la prenda está de moda y “estar a la moda” es lo que busca la mayoría de las personas.

Sin embargo, hay pretensiones que definitivamente son más nocivas que ponerse a la moda, hablo de los exhaustivos intentos de pertenecer a un estrato socioeconómico al que realmente no pertenecemos, esa pretensión es agotadora, porque nos obliga a vivir una rutina de vida costosa, un ritmo al que no podemos correr, y sin embargo ahí estamos, sobregirando la tarjeta de crédito con tal de pertenecer.

“¿Es común inscribirse a un gimnasio? Ahí estamos. Obvio tenemos que manejar un coche promedio o bueno, de carcachas ni hablamos. ¿Salir a cenar a un buen restaurante el sábado en la noche? Por supuesto, van a ir unos buenos amigos y el plan está bueno. Y claro que el domingo también salimos a comer, porque ya mañana es lunes y nos merecemos una comida deliciosa con su postre y un buen café. Cuando las vacaciones llegan ¡no hay forma de quedarse en casa! los niños se aburren, los adolescentes se enojan y los adultos sienten un cansancio tan pesado como una roca.

En fin, es obvio que los motivos para querer disfrutar siempre sobran, trabajamos todo el año y es frustrante que todo lo ganado se vaya en gastos que casi no disfrutamos; pero créeme, puede ser mucho más frustrante necesitar dinero y no tener nada ahorrado.

Señores, no es tan difícil de entender, llegaremos a una etapa no productiva en la que nuestros días estarán colmados de gastos y de nulos ingresos para compensarlos, ¿en verdad quieres convertirte para tus hijos en un “gasto obligado”?

Seguramente eso no es lo que quieres, y si es así, tienes que empezar hoy a restar de tu vida algunos placeres. Sé que existe mucha filosofía sobre vivir y disfrutar el presente, grandes comunicadores te advierten que te vas a morir y que mejor vivas la vida plenamente, sin embargo, si no te mueres mañana y algún día te conviertes en un anciano, ese comunicador no va a venir a pasarte ninguna cuota mensual que ayude a solventar tu costoso escenario. Entonces, siendo más realistas, déjate de filosofías convenientes y ponte las pilas. Las reglas de economía que deben regir tu vida son 3 y son bastante sencillas:

1.-Primero son los gastos necesarios.

No importa la etapa de vida en la que te encuentres, hay gastos que no deben esperar. Estos son la luz, el gas, el agua, y por supuesto la renta, es decir, todos los gastos de vivienda. Tener un techo y bañarte con agua caliente es un hábito al que no puedes renunciar, no porque éstos sean estrictamente necesarios, sino porque te ayudan a defender tu más elemental dignidad de ser humano.

Si estás en etapa de pagar colegiaturas, éste es un gasto que tampoco debe esperar, la cobertura del seguro médico también es trascendental. Y por obviedad los alimentos tampoco pueden faltar. Cómo puedes darte cuenta tienes bastante gastos necesarios, pero no los padezcas, estos gastos cubiertos nos ofrecen bienestar para nosotros y para los nuestros, gastos que si los sabemos valorar se convierten en un placer cotidiano.

2.-Adiós a los lujos que erróneamente consideras una necesidad.

No voltees la mirada para otro lado, no te hagas el tonto y trates de ignorarlo. Tú sabes perfectamente cuáles son esos gastos que podrías ahorrarte pero no lo haces porque los disfrutas bastante.

Por si nos los recuerdas aquí te menciono algunos: El café de $80.00, la mensualidad del gimnasio, la persona que te ayuda con el aseo de la casa, el restaurante el fin de semana, la borrachera del sábado en la noche, el teatro o el concierto. Al viaje también podemos renunciar y quien realmente nos ama se va a conformar. Sé que puedes pensar que renunciar a esto es renunciar a la vida, pero vale la pena hacer este esfuerzo aunque sea temporal, pues estas pequeñas renuncias pueden ayudar a incrementar nuestros ahorros otorgándonos una deliciosa e invaluable tranquilidad.

3.-Aprende a decir que no.

Adiós a la culpabilidad. Quien quiera exigirte algo innecesario para lo que no tengas el dinero, dile que trabaje y que trabaje para obtenerlo; si esa persona no está en edad de trabajar evalúa si no tiene alguna forma de colaborar. En ocasiones devaluamos a los adolescentes creyendo que ellos no pueden hacer nada para obtener lo que quieren, pero resulta sorprendente descubrir las habilidades y capacidades de nuestros adolescentes cuando necesitan algo y nosotros como padres no vamos al rescate. Que no te de vergüenza decir la palabra “no”, es de gente inteligente aceptar nuestras posibilidades y actuar en base a nuestra condición.

Finalmente, cada vez que tengas la oportunidad de gastar en placeres mejor invierte. Los gastos tienen la seguridad que es dinero que no viene de regreso. Por el contrario, las inversiones tienen la probabilidad de retornar a nuestras manos.

Aceptar el estrato socio económico al que perteneces es el primer paso hacia una vida más plena y más tranquila, pues muy independiente a los gastos con los que tienes que cumplir siempre, no quieres cargar con la presión de aparentar ser de un nivel económico al que realmente no perteneces.

 

 

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