Enlace Judío – En las primeras clases de Torá que tome en mi vida, uno de los maestros insistía en que la Torá no es una religión, que la Torá es una forma de vida. Religión – nos decía – proviene de la palabra religare conexión, la religión es aquello que el hombre hace para dirigirse hacia D-os. La Torá no es eso – insistía. Por más que intentaba no entendía esas afirmaciones; yo quería conexión con D-os, estaba en el camino de la Torá porque me traía esa conexión y tarde muchísimos años en entender sus palabras y comprender que la conexión no es el objetivo de la Torá sino un producto de la misma.

Nosotros creemos que la Torá es el regalo y la exigencia que dio D-os al hombre; no surge del hombre hacia D-os, no es una invención humana para aumentar nuestro crecimiento espiritual, sino un deber individual dado a nosotros por D-os mismo. ¿Qué quiere decir esto? Muchas cosas, en primera que D-os nos creó con un propósito, ese propósito está en nosotros e incluye la forma en la que nos comportamos, lo que decimos de la gente que nos rodea, la manera en que vemos el mundo donde estamos puestos y las intenciones que tenemos al actuar. Eso es la Torá, es la forma más bella, más completa y más perfecta en que cada ser humano puede comportarse.

Por eso es una forma de vida y no una religión porque abarca todos los aspectos del hombre, no sólo aquellos momentos en los que anhelamos cercanía con D-os; sino también en nuestras interacciones con los otros hombres y con nosotros mismos.

Creemos que hasta la fecha el ser humano no ha llegado a ese objetivo por el cual fue creado, no es el ser tan bello y tan perfecto que D-os le dio el potencial de ser. Sin embargo, creemos que es posible y que al final de los tiempos lo seremos. Por eso no podemos cambiar ni una letra de la Ley de D-os. Nos fue revelada para que vivamos a través de ella y la mantengamos viva en nosotros, para que con los milenios nos acerquemos más y más a cumplirla; ya que si decides cambiarla estás aniquilando todo el sentido por el cual fue revelada. En lugar de aspirar a crecer, de cambiar tu comportamiento para que éste sea bello a los ojos de D-os, al cambiarla, estás decidiendo permanecer como ya eres y ponerle el nombre de Divino.

Por eso es que toda la estructura del judaísmo está hecha de tal manera que la Torá no cambie con el tiempo sino que sea el hombre el que cambia. Cuando un rabino da un psak halajá (una determinación jurídica) en tiempo moderno, no está interpretando la Torá con los lentes de a la actualidad, no está reinterpretando lo que otros grandes sabios ya interpretaron; está viendo la actualidad con los lentes de la Torá, interpreta la situación nueva que se presenta, no la Torá misma.

Ahora eso no quiere decir que la Torá sea un manual acartonado que suprime al individuo y ecualiza las diferencias, cuando decimos que es la misma y que no cambia con el tiempo no nos referimos a que la vida que todo el mundo lleva deba ser igual, sino que la aspiración ética es la misma. No decimos que todos deben trabajar en lo mismo, ni tener los mismos recursos económicos, pero todos tienen prohibido robar. Todos hacen kidush (santificación del día) viernes en la noche, pero cada uno lo hace en su casa con la gente que más quiere y la comida que más le gusta; y cada uno tiene un reto personal; un mandato específico que es particularmente un esfuerzo, aquel que le hace crecer más a lo largo de su vida. También, todos tienen un mandato tan integrado a su persona y su educación que les es natural, que siempre fue un placer hacerlo nunca una lucha. Así es como surge la Torá individual que cada persona tiene la obligación de buscar.

La Torá a través de su forma oral y escrita nos ayuda entender qué es lo que quiere D-os de nosotros; por qué nos pone en las situaciones que nos pone; y nos ayuda desde nuestra individualidad a responder y actuar frente a ellas. Por eso es que hacemos todo para darle vida y mantenerla.

La forma más activa que tenemos de practicarla se llama “halajá”; el sistema legal que a lo largo de los milenios los judíos hemos construido para llevar a nuestros actos los dictamines toraicos. Es la parte más práctica y a la vez más técnica que tenemos de llevar la Torá a acciones concretas. Nos dice cuándo la carne de una vaca es kosher y cuándo no; cuándo es propicio dar una mala noticia a un deudo y cuándo es mejor callar; cómo debemos cuidar un sefer Torá y cómo usar las tefilin.

Es un sistema que tiene más de 5,000 años siendo refinado y seguimos usando hasta el día de hoy; se basa en el Talmud y el Tanaj, en los mandatos que dio D-os a Moisés y las estructuras sociales que los sabios construyeron. Es el resultado de siglos de búsqueda en comunidad; de una aspiración que fue a la vez ordenada y a la vez pedida. Con más tiempo hablaremos de ¿cuáles son las bases de este sistema?, ¿por qué está construido en la forma que está construido? y en dicho sistema ¿qué proviene del hombre y qué proviene de D-os? Por favor esperen nuestros siguientes números.