Enlace Judío México – ¿Cuántas veces en la vida nos hemos preguntado de dónde nace el dolor? ¿Por qué en el mundo tan perfecto que D-os creó existe el sufrimiento? Son preguntas que no importa cuantas veces nos las hagamos siempre van a quedar sin responderse completamente porque involucran una de las búsquedas más profundas del ser humano. En estas semanas se hace el luto previo de Tisha B’Av, es un momento en que reflexionamos sobre el dolor humano y tratamos de encontrar a D-os a cruzando nuestro propio dolor. Son semanas en las que la historia del pueblo judío y su misión en este mundo vuelven a ser explicadas una y otra vez al recordar las numerosas tragedias que en los siglos se han vivido. En el tono de este ambiente rab lord Jonathan Sacks reflexiona sobre la génesis del antisemitismo desde épocas del Tanaj y su conexión directa con la responsabilidad que tiene el pueblo judío con el resto de las naciones. Invariablemente ello nos lleva a pensar en la labor individual del hombre con D-os y sus implicaciones dentro de la estructura familiar. El siguiente ensayo atiende estas preguntas; incluye las ideas de la autora y los principios señalados en “Creando libertad sin anarquía, orden sin tiranía” de rab. Lord Sacks.

Todo dolor viene de una carencia, de un deseo o una aspiración no cumplida. El dolor es uno de los mejores termómetros que tenemos como humanos porque bien leído nos indica qué queremos, por qué no lo tenemos y dónde nos equivocamos. Hay dolores tan profundos que no pueden ser leídos sin ayuda externa y hay dolores tan superficiales que se extinguen rápidamente. Sin embargo, todos nos dicen algo de nosotros; y todos nos hablan de la imposibilidad de ver D-os en este mundo.

Para entender el dolor primero tenemos que entender el deseo del hombre y para ello el objetivo con el cual fue creado, puesto que no hay dolor más profundo que la carencia de sentido. En cuanto a esto rab. Sacks nos abre un poco los ojos. Nos narra cómo desde la Creación D-os hizo un mundo para dar de Su bondad, y el ser más perfecto, hecho a Su imagen y semejanza, el único capaz de hacer preguntas y admirar su creación fue el primer recipiente de su bondad haciéndolo cocreador del mundo donde lo situó. Desde entonces fue la responsabilidad del hombre actuar como D-os actúa con él; mantener las leyes de libertad y orden, con las cuales D-os maneja el mundo, el único lugar donde el hombre puede existir y escoger entre bien y mal.

Lo que nos narra la Torá es que el humano falló varias veces y sus errores lo llevaron a la destrucción del mundo. Dos ejemplos muy claros son el de la generación del Diluvio y la generación de la Torre de Babel. En el primer caso (la generación del Diluvio) la humanidad quiso establecer un sistema político que favoreciera la libertad por encima de la justicia y el orden. El resultado fue un mundo violencia “del cada hombre contra cada hombre;” sistemas así hacen que la vida se acorte y se embrutezca. En el segundo caso se creó un sistema en que se le dio predilección al orden que a la libertad y se creó una sociedad que esclavizó a sus miembros en pos de un ideal; lo cual es un ataque directo a la dignidad humana y al plan divino.

Fue entonces cuando D-os escogió a Abraham para que con Sara hicieran nacer a una nación que pudiera mantener el balance entre la libertad y el orden; que construyeran una sociedad basándose en el amor a D-os, al vecino y al extranjero; que mantuviera las leyes de la bondad, la misericordia, la ley, justicia y la caridad en la medida correcta. De ellos dependía crear una nación que fuera fiel a esos principios no por el miedo al poder coercitivo del estado sino al amor con el cual recibieron la enseñanza de sus padres. Una nación así sería la predilecta por D-os e infundiría esos principios al resto del mundo.

Dicho análisis de rab. Sacks nos trae mucha luz a cómo funciona el plan divino y el dolor. Primero nos enseña que cualquier sociedad que no esté basada en la familia y en el individuo está destinada a fracasar. La caída de las naciones es una expresión del dolor interno de cada uno de los individuos y la imposibilidad de los mismos de conectarse con D-os. Cuando uno se anula a sí mismo por un ideal nacional está negando su esencia, la razón por la que fue creado y se empuja a sí mismo a un camino necesariamente de dolor. Ese es el segundo aprendizaje el fracaso y el dolor existen porque nos separamos de nuestro deseo más profundo acércanos al Creador, reflejar la imagen y semejanza bajo la cual fuimos formados.

Las tres semanas de luto no sólo son para recordar cómo el pueblo judío fue atacado por los romanos y los asirios, sino para recordar cómo fue que estuvimos fallando en ese entonces y en que fallamos ahora. Es decir, son para identificar el dolor que sentimos como consecuencia de nuestras acciones, ya que no fuimos capaces de identificar nuestros deseos genuinos. Son semanas que nos deben llevar a pensar en mejorarnos, a identificar la semajanza que tenemos con D-os y abrazarla finalmente, asumir el dolor que tenemos para poder dejarlo ir después.