Enlace Judío México e Israel – Hace unos meses cuando un amigo me dijo que podía ver a su yo de 15 años, verlo a los ojos y sentirse orgulloso, mi reacción fue llorar. Estaba pasando por un momento muy difícil en la vida y el único sentimiento que predominaba en mi mente era el enojo. La frustración por el tiempo perdido, por el abandono al que me arrojé y los errores del pasado. Por una razón u otra, desde hace más de diez años siento que el tiempo se me va las manos y no concreto nada de lo que he intentado y quiero. Cada año que pasa, siento que se me cierran más puertas, al parecer es una sensación muy común en nuestra época.

Según la Dr. Meg Jay existe un fenómeno cultural en el que se empuja a la juventud a abandonar sus metas y perder el tiempo en la década de sus veinte años, por lo cual enfrentan una enorme frustración conforme se acercan los treinta años al darse cuenta que el tiempo perdido no puede recuperarse. Esto se refleja en distintas estadísticas que analizan niveles de estrés, frustración e ira en grupos divididos por edades y se nota un claro incremento en los últimos años de los veinte y la década de los treinta.

Mi experiencia es la experiencia de miles de personas que están en mi mismo rango de edad. Ello me llevó a pensar en el enojo, ¿por qué es la primera reacción que sentimos frente al dolor y la frustración? Y si es una emoción tan humana qué debemos hacer con ella; claramente reprimirla a mí no me había funcionado. Lo que me ayudo a salir del círculo vicioso fue vivir mi enojo y descubrir todo lo que estaba enseñándome sobre mí y tratar de crecer a través de él. Hubo algunas enseñanzas judías que me ayudaron a vivir ese proceso y que creo aportan mucho a cualquiera que pase por un momento similar.

Enseñanzas judías sobre el enojo

Valorar la conexión

La primera enseñanza es que D-os crea todo lo que existe y eso incluye al enojo. Dentro de este mismo pensamiento se nos dice que todo lo que existe D-os lo creó para que el hombre se pudiera acercar a Él. Es nuestra labor conocer la profundidad del mundo que nos rodea para reconocer a D-os en él. Por ende el enojo cuando lo sentimos espontáneamente debe ayudarnos a llegar a un mayor conocimiento de nosotros mismos y de el mundo. El psicólogo Jordan Peterson nos recomienda analizar la profundidad de nuestros pensamientos y emociones más negativas para conocer nuestros deseos más ocultos y poder dominarlos en vez de que éstos nos dominen a nosotros. Uno no se adentra al resentimiento y enojo propio para justificarlo y darle más fuerza, sino para entenderlo y remediar la falta interna que lo hace crecer, lo exploramos para vencerlo.

Para que el sentimiento del enojo mengüe, debemos pensar en buscar la conexión con D-os como remedio a él.

La respuesta siempre está en tus manos

Rab Twerski Z’’L solía hablar constantemente sobre las emociones y cómo controlarlas; sobre el enojo nos decía que era natural sentirlo, el sentimiento no lo controlamos, no lo tenemos en nuestras manos, pero la respuesta a él siempre es nuestra. Recordaba que la Torá prohíbe vengarse o generar resentimiento; es decir, no debemos aferrarnos a ese sentimiento particular. Debemos aprender a perdonar para amenguarlo, aprender a que no tome fuerza en nosotros y aprender en no actuar en base a él. En ello radica nuestra respuesta.

Esa perspectiva sobre las emociones es bastante parecida a la idea anterior D-os es quien crea al mundo, frente a los sucesos que nos causan dolor o tristeza tenemos en nuestras manos la respuesta. La forma y la actitud en la que vemos las cosas es nuestra.

Dos respuestas frente al enojo y la frustración que aparecen en la Torá

Caín y Esaú

En la Torá misma vemos también reacciones distintas que diversos personajes toman frente a sucesos dolorosos y frente al sentimiento de enojo. Vemos a personajes como Caín y Esaú que la envidia, la frustración y el enojo los llevan a comportamientos asesinos y destructivos contra sus hermanos. Caín mató a Abel y lo único que detuvo a Esaú de matar a Jacabo fue el respeto que le tenía al padre de ambos Isaac. Ambos personajes representan la cara más oscura y destructiva del resentimiento y el enojo.

El enojo finalmente nace de un sentimiento de perdida, de una situación en la que uno siente que fue lastimado por alguien más. Casi siempre el enojo esconde dolor, la Torá nos enseña situaciones muy similares a las que viven Caín y Esaú donde los protagonistas deciden redirigir su sentimiento de pérdida hacia otras emociones. Como nos muestra rab Sacks Z’’L ese es el caso de Adán y Moisés

Adán y Moisés

En este artículo rab Sacks Z’’L nos muestra como Adán y Moisés crecen y se convierten en hombres nuevos tras sufrir grandes decepciones. La clave, nos dice el rabino radica en la humildad: “En el universo moral, el éxito, cuando conduce al orgullo, se convierte en fracaso. El fracaso, cuando conduce a la humildad, puede ser un éxito… El sufrimiento rompe el caparazón del yo, haciéndonos ver que lo que importa no es la forma en que nos vemos, sino el papel que desempeñamos en un esquema más grande de lo que nosotros somos.”

Cuando dejamos de ver nuestras tragedias como injusticias cometidas contra nosotros y redirigimos nuestra vista hacia el mundo, hacia el prójimo, o los principios divinos entonces crecemos como personas; la frustración, el enojo y el dolor toman otros sentido y significado

Ayuno de tamuz

Los aprendizajes que hemos discutido están directamente ligados al Ayuno del 17 de tamuz, una conmemoración religiosa que se llevará acabo este domingo 27 de junio. Con este ayuno comienza un periodo de luto que dura tres semanas y concluye con la conmemoración del Nueve de Av. Se realiza todos los años en recuerdo al exilio judío, la destrucción de Jerusalén y el templo sagrado. En general recordamos todas las tragedias ocurridas al pueblo judío en el transcurso de la historia.

El objetivo de este periodo de luto es reflexionar sobre el estado de nuestra relación con D-os y nuestro papel dentro de la historia del pueblo judío. A lo largo de tres semanas nos invita a conocer nuestras emociones, a pensar en nuestra labor en el mundo y a llorar la falta de casa, de unión y claridad que el pueblo judío tiene hoy en día y que nos impacta individualmente.

En el ayuno de tamuz particularmente se recuerdan eventos en los que el pueblo judío pecó y perdió lo que tenía. Sin embargo, los textos que se leen en ese día y las haftarot de las tres semanas encierran un mensaje muy fuerte de esperanza. Nos muestran que frente a la adversidad, al dolor y al enojo el consuelo se encuentra en la conexión con D-os y el mundo que creó. Es la labor individual de cada persona adoptar el mensaje en su vida, los problemas que enfrente serán propios de su camino particular; tenemos la obligación de crear las herramientas emocionales necesarias para lograrlo. El ayuno nos impulsa a entrar en contacto con nuestras emociones, despertar la reflexión y adquirir nuevos hábitos.

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