Enlace Judío México e Israel.- Ya que Benito Juárez y Margarita Maza se casaron un día del mes de julio (31 de julio de 1843), y que la vida de Juárez se ha narrado con todo detalle numerosas veces, quiero aprovechar que la vida de Margarita Maza -mujer extraordinaria- es igualmente importante. Fue esposa de Benito Juárez durante 26 años y lo apoyó en los momentos más cruciales de su carrera, tanto anímica como económicamente.

ELBA SZCLAR

Aunque algunos autores la conciben como la sombra de su esposo, a cuyo amparo se resguardaba, la realidad es que esta joven mujer, de carácter firme, fue una luchadora incansable que se vio envuelta en el torbellino político en las tantas batallas que libró su marido, y en las que ella misma se enfrentó en defensa de su familia haciéndose cargo del sustento y educación de los hijos por largas temporadas.

Margarita Eustaquia nació el 28 de marzo de 1826 en la ciudad de Oaxaca. Como era costumbre en aquella época, de niña recibió educación en su casa con maestros particulares y sus propios padres que la enseñaron a leer, a escribir, a hacer cuentas y a desenvolverse como una mujer refinada y culta además de que, sin duda, desde pequeña absorbió las ideas liberales de su padre. Se distinguió, también, por la caridad y ayuda que brindaba a los necesitados.

En la casa de la familia Maza trabajaba como empleada doméstica Josefa Juárez, hermana mayor de Benito, a quien éste recurrió cuando llegó a San Pablo Guelatao, a la edad de 12 años. Aunque él vivió y trabajó en esa casa tan sólo unas semanas, su relación con la familia Maza siempre fue muy cercana por la presencia de su hermana, de manera que el joven Benito vio nacer y crecer a Margarita, al tiempo que él iba formándose como un estudioso del derecho y comenzaba a cortejarla, con la aprobación de los padres y del confesor de la joven.

El 31 de julio de 1843, Benito Juárez, de 37 años y Margarita Maza, de 17 se casaron en la iglesia de San Felipe Neri, en Oaxaca. El matrimonio Juárez tuvo 12 hijos: 9 mujeres y 3 varones, de los cuales murieron cuatro a temprana edad, ya que en aquel entonces el nivel de mortandad infantil era alto.

La vida de Margarita no fue cómoda. Tuvo que abandonar la estabilidad económica, no pudo ser la madre abnegada que hubiera querido ser para cuidar a sus hijos en la tranquilidad del hogar, sino que tuvo que sufrir las ausencias constantes de su marido.

Juárez se veía forzado a dejar a la familia, ya fuera moviéndose dentro del territorio nacional o viviendo un tiempo en la Habana Cuba, y después en Nueva Orleans. Por ser esposa de quien era, Margarita padeció persecuciones -bajo orden de capturarla y enviarla a prisión- en una de las cuales tuvo que salir huyendo con algunas pertenencias, con sus pequeños hijos a pie, en largas caminatas a través de crecido ríos, en embarcaciones improvisadas, acompañada, si acaso, por algún sirviente, encontrando refugio con algunos amigos de su esposo.

Poco después de publicadas las Leyes de Reforma (expedidas entre 1855 y 1863), donde Juárez limitaba el poder de la Iglesia Católica, confiscando propiedades (entre ellas asilos y hospitales), exclaustrando a monjas y religiosas, y separándola del gobierno, el Clero decide pedir ayuda a las potencias europeas.

En este periodo, Margarita y sus hijas organizan reuniones, obras y otros pequeños eventos, para recaudar fondos y apoyar la causa de su marido.

Desgraciadamente Margarita es descubierta por el gobierno imperialista de Maximiliano y huye a los Estados Unidos de América donde mueren dos de sus tres hijos varones, lo cual le resulta un grave golpe que aunado al hecho de la desesperación que sufría por no ver a su marido, la hacen sentir decaída. A pesar de todo se sobrepone e intenta darle todo el apoyo posible a su esposo con quien se comunicaba a través de cartas que se enviaban constantemente y en las que se percibe el amor que se prodigaban.

Cuando triunfó la República sobre los Imperialistas, Margarita regresó a México para encontrarse con su esposo, a bordo de un buque de guerra que el presidente de Estados Unidos le puso a su disposición y a la de su familia y amigos que la acompañaban.

Margarita y Juárez se paseaban por el Paseo de Bucareli (que remataba en el actual Arcos de Belén) junto con sus hijas e hijo, que era un centro reunión donde paseaba la gente de todas las clases sociales. Los ciudadanos podían acceder a darle la mano al presidente directamente.

En agosto de 1870 los médicos le diagnosticaron a Margarita una grave enfermedad (al parecer, cáncer) que se fue agravando. Antes de morir, le pidió a Juárez cumplir con el deseo de sus hijas de casarse por la iglesia. También le pidió ser inhumada con las cenizas de sus hijos e hijas que habían muerto años atrás.

Margarita Maza de Juárez murió el 2 de enero de 1871 a la edad de 45 años en su casa de campo, en San Cosme, que entonces era la Capital del país.

“Ella murió con una sonrisa, Juárez gritó de dolor”.

El presidente no quiso enviar esquelas y pidió a sus amigos que no lo hicieran y que mantuvieran el fallecimiento de su esposa muy discretamente. Dio orden para que no se le acercaran políticos de ningún tipo, sino sólo amigos y familiares cercanos. Se venían tiempos electorales y Juárez no deseaba que mezclasen tal acontecimiento con la política.

Sin embargo, Sebastián Lerdo de Tejada (político que colaboró con Juárez contra Maximiliano y lo sucedió en la presidencia) no estuvo de acuerdo ya que Margarita era una una mujer muy querida, por lo tanto todos los periódicos publicaron la noticia. El país estuvo de luto, se colocaron moños negros en muchos edificios, y hubo suspensión de obras teatrales, y otras manifestaciones. Cientos de personas -en coches o a pie- acompañaron el cuerpo rumbo al sepelio en el cementerio de San Fernando.

Guillermo Prieto (político y poeta mexicano) dijo en el sepelio: “Es acaso posible que mueran las personas a quienes más amamos, pues que es posible que solo quede vibrante mi voz para caer como sombra de la muerte, como es posible para mí señor objeto de mi devoción por años y años contemplar su muerte…como es posible señalar… joya blanca azucena de su hogar modesto, mujer acariciada con los brazos de oro de la virtud y la fortuna”.

Juárez palideció al momento de que el féretro descendía. Por semanas se habló mucho de esa ceremonia. Juárez no fue a trabajar por una semana y por mucho tiempo se habló del amor de Juárez por Margarita como un ejemplo a seguir.

 

 

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