Enlace Judío México e Israel.- La presunción de los comentaristas de noticias es que Irán es un ganador del último caos en el Medio Oriente (la partida de las tropas de EE.UU de Siria y la subsiguiente incursión turca). Pero los oligarcas clericales parecen ansiosos por todo lo que está sucediendo alrededor de ellos.

RAY TAKEYH

Una continua guerra civil siria estuvo trabajando para Teherán. Se las había arreglado para navegar habilidosamente la política en juego, desarrollando buenas relaciones tanto con Bashar Assad como con las milicias kurdas que se le oponen.

El apoyo de EE.UU a los últimos creó una suerte de equilibrio entre los lados. A pesar de su situación precaria, Assad sueña con unificar Siria. Sus patrones iraníes le han advertido hace mucho que limite sus ambiciones y consolide poder en el territorio que comanda. Con EE.UU respaldando a los kurdos, Assad tuvo que seguir el consejo de Irán o arriesgarse a una guerra más amplia.

Ahora que EE.UU no está y las milicias han sido forzadas a aliarse con Assad, poco lo detiene de tratar de capturar el 40% del país que no controla. Después de casi una década de guerra, Siria está agotada. Cualquier intento de controlar más tierra está destinado a hacer peligrar las ganancias existentes de Assad. Si Assad está atascado en una guerra más larga y más costosa, Teherán tendría que comprometer recursos aún mayores para este conflicto en una época en que su economía está sufriendo debido a las sanciones y mala gestión.

Turquía se cierne grande en la imaginación clerical. En una región ensuciada con estados débiles y fallidos, Turquía es una fuerza formidable con sus ambiciones propias para el Medio Oriente. Irán ya está en desacuerdo con Arabia Saudita y atrapado en un costoso conflicto sectario a lo largo de la región. La intervención de Ankara en Siria está destinada a complicar los planes de Irán en el Levante. Irán había forjado vínculos decentes con las fuerzas kurdas y las veía su zona de amortiguación en el norte de Siria como un control útil sobre Turquía. Con EE.UU ido, los kurdos han sido barridos hacia atrás antes del avance turco.

Los líderes iraníes, incluidos el presidente Hassan Rouhani y el Ministro del Exterior Javad Zarif instaron a Turquía a no entrar en Siria. El Ayatola Ahmad Khatami, el líder de línea dura de los rezos del viernes, capturó la esencia de las preocupaciones de Irán, advirtiendo a Turquía de “no tropezar en la trampa de Estados Unidos” y se encuentre así en un atolladero similar a la difícil situación saudí en Yemen. En una advertencia no verbal, Irán condujo maniobras militares junto a su frontera con Turquía poco antes que Ankara invadiera Siria, según Reuters.

Con la retirada de EE.UU, los intentos de persuasión de Irán harán poco por restringir a Turquía. En Siria, Ankara está destinada a ser más poderosa, el Sr. Assad más temerario, los kurdos debilitados sustancialmente, y el Estado Islámico reconstituido. Nada de esto es buena noticia para Irán, el cual esperaba hacer ganancias incrementales en el Levante manteniendo el conflicto sirio hirviendo a fuego bajo.

Y la conflagración actual llega en una mala época para Teherán. En una de las muchas paradojas del Medio Oriente, Irán ganó mucho del derrocamiento de Saddam Hussein por EE.UU. Los caudillos suníes de Irak han acosado a los monarcas y mulas persas por décadas, lanzando incluso una invasión en 1980 que traumó a una generación de iraníes. Desde la invasión del 2003, milicias chiítas respaldadas por Irán han operado como una fuerza auxiliar, llegando a dominar Irak—uno de los éxitos más consecuenciales de la República Islámica. Irán usa a Irak para transportar su petróleo a los mercados globales, un claro desafío a las sanciones estadounidenses.

Pero a la dominación de Irán no le va bien. Teherán es el actor clave en seleccionar a los primeros ministros y parlamentos de Irak. Esto significa que se le echa la culpa por la corrupción e ineficiencia del gobierno iraquí. El resentimiento iraquí con Irán explotó en protestas que sacudieron este mes las bases del gobierno de Bagdad.

Teherán ha tratado de suavizar las cosas. Los iraníes repiten la teoría de conspiración de que EE.UU y Arabia Saudita instigaron las protestas iraquíes. El Líder Supremo, Ali Khamenei, advirtió que “Irán e Irak son dos naciones cuyos corazones y almas están atados. . . Los enemigos buscan sembrar discordia, pero han fallado, y su conspiración no será eficaz.” El sucesor putativo de Khamenei, Ayatola Ebrahim Raisi, reforzó su narrativa, explicando que la sedición está tomando el control de Irak. Debajo del discurso duro, los mulás probablemente se den cuenta que el control del poder por parte del gobierno iraquí es tenue. Si colapsa, podría seguir otra guerra civil caótica cuyo resultado Teherán puede no ser capaz de condicionar.

Por encima de todo eso, Siria ahora está en llamas. Hay muchos argumentos sólidos acerca de por qué EE.UU no debió haber retirado su modesta presencia. Pero la noción de que la retirada empodera a Teherán es desmentida por las expresiones de ansiedad de sus líderes. El Medio Oriente raramente ofrece un respiro a las naciones ambiciosas, inclusive Irán.

 

 

*Ray Takeyh es miembro principal en el Consejo en Relaciones Exteriores.

 

 

Fuente: The Wall Street Journal
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México.