Enlace Judío México / Aranza Gleason – Uno de los eventos más sorprendentes para cualquiera que lee la Torá es el evento del Diluvio. ¿Por qué un D-os que ama a Su Creación decidiría destruirla de un día a otro con una lluvia torrencial?

Y más extraño aún ¿por qué dejar a un sólo ser humano vivo con su familia? ¿qué tenía Noé tan especial que mereció ser salvado a diferencia de los demás? La pita está en lo que señalan los comentaristas Noé de todo el Tanaj es el único que recibe el nombre de “justo frente a D-os.”

Nadie más en toda la historia de la humanidad logra ser tan correcto para recibir ese nombre. Su persona y su historia nos enseña muchísimo de cómo se percibe la justicia divina en la filosofía toraica. De él se desprende todas las enseñanzas que podamos tener sobre la intervención directa de D-os en nuestro mundo.

Lo primero que aprendemos es que la justicia es relativa a los ojos de quien la mira; si existen ojos divinos, también existen ojos humanos y hay una enorme diferencia entre ambos. Para el hombre los valores que lo conforman son cambiantes dependen del momento y la situación en que se encuentran, cuando pertenece a una cultura juzga de una manera y cuando pertenece a otra juzga completamente distinto. Sin embargo, no es así con D-os, los valores que Él crea son eternos. Cuando hablamos de que D-os “ve” hablamos de que D-os juzga y la forma en que juzga es dándole existencia o vida a la cosa, haciéndola eterna o eliminándola por completo.

Desde los primeros versos de la Torá aprendemos que el mundo fue creado por D-os con ciertas reglas, con un sentido y con una esencia. La eternidad y la vida radican en apegarse a esa esencia, pues es lo que hace que D-os lo mantenga dentro de la existencia. Cuando se nos dice “que D-os vio que era bueno” implica que ese elemento particular es esencial para el desarrollo del plan del mundo; por ende tendrá existencia eterna.

En el caso de Noé, “ser justo frente a los ojos de D-os” implica apegarse a las normas morales de D-os y no a las del hombre. A diferencia de los hombres de su generación Noé pudo ver que la esencia de la vida humana no radicaba en bienes materiales, en poder sino en el comportamiento que tiene con su prójimo, en la compasión hacia las otras criaturas creadas y en la relación que establece con su Creador. Es el único del que se dice “justo frente a los ojos de D-os” porque fue el primero en captar la esencia del hombre y comportarse a la altura. Por el otro lado, sus contemporáneos se alejaron tanto de lo que les daba existencia como humanos que dejaron de existir sobre la faz de la Tierra, fueron incapaces de juzgar correctamente.

Diluvio

Del Diluvio podemos aprender muchas cosas lo primero es que D-os no se desentendió de Su Creación, sigue teniendo injerencia en ella tras haberla creado. Eso nos enseña que el mundo tiene un sentido marcado desde su Creación, aquello se apega a dicho sentido continua existiendo, aquello que se aleja deja de existir. A eso se refieren los teólogos cuando hablan de “la voluntad divina”. Implica la forma bajo la cual fue hecho el mundo y el lugar al que se dirige; ir en contra de la voluntad divina, o los deseos de D-os implica ir en contra de esas normas, de ese sentido particular.

Lo segundo que aprendemos es que el mundo material depende del mundo espiritual. Los árboles, los animales, la vida entera responde a la relación que existe entre D-os y el hombre. Si el hombre dejará de existir el mundo también lo haría, cuando el hombre se aleja de D-os, el mundo se destruye. D-os lo creó para ser el terreno de aprendizaje para el hombre. Cuando D-os le ordena a Adán gobernar el mundo y multiplicarse, se habla también en un sentido espiritual.

El tercer aprendizaje es que la justicia divina está íntimamente ligada a la compasión. El arco iris nos recuerda que la justicia divina no es un castigo sino una instrucción. Incluso en el momento en más corrupta ha sido la humanidad, en que el hombre más se alejado de Su Creador, D-os hizo que hubiera un hombre que mereciera la existencia y que de él naciera toda la fuerza espiritual que la humanidad tendría más adelante. Con las siete mitzvot (mandatos) que recibió Noé cualquier hombre en cualquier época podría acercarse a D-os donde quiera que estuviera. El arco iris no sólo implica que D-os ha hecho un pacto con el hombre, también implica que D-os juzga. Cuando uno piensa que el mundo ha llegado a su sombra más oscura y D-os no está presente más, el arco iris aparece como recuerdo que existe un plan divino y que esos eventos eventualmente ayudarán a cumplirlo. Si no hubiera justicia no habría compasión, tampoco habría libre albedrío, ni sentido. Los actos del hombre serían irrelevantes en el mundo. El sufrimiento sería inútil.


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