(JTA) Los judíos cubanos de Miami se enfrentan a desafíos para mantener la sinagoga tras el envejecimiento de los inmigrantes que la fundaron 

JOSEFIN DOLSTEN

Las palmeras se alinean en la entrada de la Congregación Hebrea de Cuba, donde un sábado por la mañana recientemente se reunieron alrededor de una docena de personas mayores para recibir servicios.

Los congregantes se saludaron en español dentro del edificio, cuya fachada occidental presenta un impresionante muro de Gaudí con vidrieras de forma irregular. En la parte delantera del santuario, la bandera de Cuba colgaba de un poste junto a las de Israel y Estados Unidos.

Los judíos cubanos fundaron esta congregación en 1961 cuando la inmigración de la nación isleña aumentó después del ascenso al poder de Fidel Castro en 1959. La membresía alcanzó su punto máximo en 1980, cuando estaban afiliadas más de 1,000 personas. Pero la membresía se ha reducido precipitadamente a casi 180 hoy, lo que pone en duda el futuro de la sinagoga.

“Tuvo muchos miembros en una época, pero se hicieron mayores, por lo que fallecieron o se mudaron a donde están los hijos”, dijo Rachel Dubelman, de 71 años, presidenta de la sinagoga.

A medida que su membresía se reducía, la congregación tuvo problemas financieros. Buscando fuentes de ingresos alternativas, la sinagoga ofreció recorridos y espacios de alquiler a grupos externos. También se está considerando un museo sobre la historia cubano-judía.

“Todo es un desafío”, dijo Gena Gutman, quien se involucró con la sinagoga poco después de mudarse de Cuba a Miami en 1965. “Tenemos que manejar y tenemos que sobrevivir, y tenemos que dejar este legado a nuestros hijos, nietos y bisnietos, y eso es lo que nos mueve a continuar”.

De la traducción (c)Enlace Judío México
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