Enlace Judío México e Israel – El rabino Abraham Tobal comparte esta bella reflexión de una persona allegada a él que desea mantenerse en el anonimato. Propone analizar el profundo mensaje en estas circunstancias que estamos viviendo ante la crisis por el COVID-19 a nivel mundial.

Corremos… sin parar hasta que ahora tuvimos que frenar, por fin… pero muchos no paramos realmente, sólo el ritmo cambió. En vez de correr para llegar al trabajo o a las clases de los niños, ahora nuestro enfoque está en tener la casa limpia, en entretener a los niños, ser amas de casa, poder recargar energías y descansar lo suficiente para volver a empezar con todo una vez más al otro día.

Seguimos “corriendo” mentalmente pero ahora con otras metas. Para algunos, su mente se ocupa de pensar en un nuevo negocio que cumpla con los requisitos para esta nueva situación. Otros buscan ayudar, dar sesiones sin costo en su campo, o atender su casa y familia.

Al menos yo sigo corriendo, sólo cambió el tipo de carrera. Y cuando me di cuenta de lo ocupada que estoy a pesar de estar sin salir y sin mi rutina normal… ahí fue cuando entendí que todas esas distracciones, las necesito, son adictivas. Las busco y las encuentro porque son mi mecanismo de defensa , son lo que me ayuda y garantiza que no voy a mirar adentro, es demasiado riesgoso hacerlo.

Es impresionante todo lo que hago sin darme cuenta para no poder sentarme y sólo pensar. Conectarme conmigo, realmente conectarme y hacerme las preguntas difíciles. Evaluar mi vida, ver si estoy contenta realmente, hacia dónde me dirijo, cuál es mi sentido en está experiencia a la que le llamamos vida. ¿Qué me mueve? ¿Qué necesito? ¿Quién soy?

Pero aún más difícil que pensar en esas respuestas, esta el realmente sentir… y ahora, por fin, no me va a quedar de otra más que enfrentarme conmigo misma.

Pésaj. Yom tov ya no es sólo estar encerrada, ahora es estar encerrada sin películas, sin series, sin “Zoom” ni conferencias en vivo, sin celular, sin hablar por teléfono con nadie más, sin ningún tipo de contacto , ni físico ni virtual. Aislada, totalmente aislada. Llegó el momento de sentir, y no sólo lo fácil o de manera selectiva.

Hoy, por fin le puedo dar a mi alma la atención que ha pedido a gritos. Por fin mis sentimientos pueden ser validados. La soledad por este aislamiento por fin se siente “acompañada”. Por fin es reconocida su existencia.

Y en esos momentos que me dejo sentir vienen muchos sentimientos más, que han estado enterrados en lo más profundo de mi ser. Muchos son bonitos y totalmente inesperados. Son sueños que llegaron a ser tan inmensos en algún momento de inocencia e inspiración pero después la vida se interpuso en el camino y fueron ignorados.

De repente me puedo acordar de mis ideales, de lo que quería lograr, de lo que muchas veces me prometí a mi misma que iba a hacer.

Me acordé de mi esencia. Me acordé de platicar con D-os, pero hablar de verdad… de realmente abrirle mi corazón y desbordarlo por completo.

No hay nada cómo estar desconectado para conectarse. Entendí que la única persona que realmente tengo es a mí misma… y que vale la pena invertir más tiempo en ella.

Pude tocar mi vulnerabilidad, sentí y sentí hasta que pude entender lo que es que realmente que duela el corazón, físicamente, literalmente.

Me rompí. Y después milagrosamente pasó lo inimaginable. Vi que romperme era justamente lo que necesitaba. Que a veces algo necesita romperse para ser reparado.

Vi, sorprendida, que sentir, a pesar de ser doloroso, ayuda tanto. Que el dejar de ignorar mis emociones o pelearme con ellas hizo que empiece a sanar.

Vi que soy más fuerte de lo pensaba y que esta situación de estar aislada en Pésaj puede ser una bendición disfrazada si así lo decido. Tal vez después de este proceso interno, por primera vez en mucho tiempo, voy a reconocer el reflejo que me ve de regreso cuando me vea en el espejo y sentir paz como nunca antes.

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