Enlace Judío México e Israel / Rab. Yaakov Menken – Este miércoles es Tisha B’ Av, el Nueve de Av, el día en que hacemos luto por la destrucción de los dos grandes templos sagrados y las tragedias que han ocurrido en la historia del pueblo judío.

Una mujer de la realeza tenía tres asistentes que la servieron durante diferentes épocas de su vida. Uno vivió con ella en su estado noble, otro durante su descenso a la indecencia, y el último estuvo con ella en su desgracia. Así es como el Midrash (Eijá Rabá 1) retrata las preguntas de los tres profetas, Moisés, Isaías y Jeremías, que sirvieron a la nación judía durante tres períodos de la historia.

Al inicio de su libro las Lamentaciones, Jeremías pregunta: “Eijá – ¿Cómo pudo la gran nación de las multitudes ahora sentarse sola…” Años antes, Isaías (1:21) hizo una pregunta similar cuando empezó el descenso de Jerusalén “Eijá – ¿Cómo pudo el pueblo judío apartarse y ser infiel a D-os?”

Sus preguntas se remontan a una tercera pregunta similar que Moisés hace en la lectura de esta semana. Hablando al pueblo judío, reunido ante él para escuchar las últimas palabras antes de su muerte, Moisés recuerda la pregunta que formuló cuando recibieron la Torá: “Eijá – ¿Cómo puedo soportar yo sólo tu carga, tus problemas y tus disputas?” (Deuteronomio 1:12) Moisés pidió por otros líderes comunales que le ayudaran a enfrentar la resistencia del pueblo judío. La misma melodía sombría y triste utilizada para leer Eijá en la noche de Tishá B’av la utiliza habitualmente el lector (Ba’al Koreh) durante la lectura de la pregunta de Moshé, con el fin de destacar el tema común de estas tres preguntas proféticas.

“¿Cómo?” (Eijá) es una pregunta que uno hace cuando esperaba más y la realidad no ha estado a la altura de esas expectativas. Moisés, Isaías y Jeremías vieron la grandeza anterior de su nación y lamentaron el hecho de que no hubiera mantenido dicha nobleza.

La pérdida del Templo Sagrado en Jerusalén fue la pérdida de la presencia más íntima de D-os desde su revelación en el Monte Sinaí. Ocurrían milagros diariamente en el Templo, eran atestiguados por todos los que lo visitaban y conocidos por todos los que oyeron hablar de ellos. Se llevaban ofrendas para expiación comunal, expiación personal, y como regalos al Creador. Dichos regalos se ofrecían en nombre de judíos y no judíos por igual. El mundo nunca ha sentido a D-os tan cerca como cuando el Templo estaba en pie.

Moisés, el primero en preguntar “¿Cómo?”, llevó el mensaje de D-os al pueblo judío, y los problemas que le dieron al implementar las instrucciones de D-os fue el comienzo y el origen de su caída. Nuestra cercanía absoluta a D-os se perdió debido a nuestra falta de deseo de aceptar completamente Su voluntad y Su mensaje en la Torá. La nación que una vez estuvo en el Monte Sinaí y proclamó su fe inquebrantable, había caído rápidamente de la gracia.

En Tisha B’Av lloramos y hacemos luto por la pérdida del Templo Sagrado, sin embargo, también debemos considerar lo que llevó a su destrucción. Debemos preguntarnos, “¿Cómo?” Todos tenemos el potencial de hacerlo mejor, y es probable que haya habido momentos en nuestras vidas en los que lo hayamos hecho mejor. ¿Cómo podemos hacer un cambio para ser más cercanos a la voluntad de D-os, para vivir fielmente a Él y a Sus palabras en la Torá? Esta pregunta muy personal invita a D-os a volver a nuestras vidas. ¡Que veamos la reconstrucción del Templo y el regreso de la cercanía íntima de D-os muy pronto!

Fuente: Project Genesis