Enlace Judío México e Israel.- El aumento de la demanda mundial de desinfectante de manos plantea preocupaciones respecto a la disponibilidad de este desinfectante. “Esta investigación tiene mucho potencial”.

MAAYAN JAFFE-HOFFMAN

Durante el pico de la pandemia de coronavirus, se hizo evidente para el Estado de Israel que “solo podemos confiar en nosotros mismos”, según el subdirector general del Ministerio de Salud, Itamar Grotto.

Sin embargo, mientras Israel desarrolló plantas para fabricar máscaras protectoras N95 y aprendió a fabricar algunos de sus propios ventiladores, el país ha seguido comprando todo su alcohol de etanol, un ingrediente clave del desinfectante para manos y otros productos desinfectantes, en el extranjero. El aumento de la demanda mundial plantea preocupaciones respecto a la disponibilidad de este desinfectante.

La profesora Hadas Mamane de la Escuela de Ingeniería Mecánica de la Universidad de Tel Aviv y un equipo de científicos de apoyo creen que pueden cambiar el modelo de Israel. Por primera vez en el mundo, han desarrollado un medio local israelí, de bajo costo, descentralizado y no contaminante para producir etanol, y por lo tanto un desinfectante para manos a base de alcohol, a partir de desechos, municipales y agrícolas, paja y fibras de papel residuales.

TAU registró una patente para el proceso en los Estados Unidos.

“Nuestra exitosa producción de etanol partiendo de varios tipos de desechos, incluidos los municipales y agrícolas, paja, desechos de papel, aguas residuales, etc., usando un proceso novedoso, simple y barato, que apenas causa daño ambiental, no requiere el uso de ningún material peligroso, y puede implementarse de manera descentralizada, a pequeña escala, así como en parte de los procesos de fermentación y destilación a gran escala, es un verdadero avance”, dijo Mamane.

Explicó que en casi todo el mundo el etanol se genera partiendo del maíz y la caña de azúcar a través de un proceso que contamina el medio ambiente y requiere el uso de grandes extensiones de tierra, exceso de agua y agentes de control de plagas.

El sistema de Mamane se basa en desechos de plantas y papel, utilizando un novedoso proceso de degradación de lignina. La lignina, explicó a The Jerusalem Post, es lo que da a las plantas su rigidez.

Hasta ahora, se entendía que la lignina tenía que ser completamente degradada para generar etanol, un proceso que es costoso y perjudicial para el medio ambiente.

Su equipo pudo demostrar que esto no era necesario y que el uso de su novedoso proceso podría reducir significativamente los costos de producción de etanol, al mismo tiempo que disminuir el uso de fuentes vegetales comestibles, ayudar a proteger el medio ambiente y reducir el uso de varios contaminantes y emisiones de gases de efecto invernadero.

“Esta investigación tiene mucho potencial porque solo en Israel se producen anualmente aproximadamente 620,000 toneladas de desechos de plantas y similares, y 35,000 toneladas de desechos de papel, que no tienen uso y cuya gestión requiere recursos”, dijo Mamane. “La recuperación de estos desechos al usarlos para producir etanol reducirá los gastos de gestión de desechos, aumentará la eficiencia y descentralizará la producción de etanol, reducirá la explotación de recursos de plantas comestibles y podría reducir el uso de combustible y la contaminación del aire, causada por la quema de la producción agrícola que es frecuente en el mundo”.

Ahora, el grupo se está preparando para poner a prueba el proceso en una pequeña planta desarrollada junto con el Jardín Botánico Naftali en la Universidad de Tel Aviv (TAU), cuyo desechos de plantas el equipo planea usar. Han presentado una propuesta al Ministerio de Ciencia y Tecnología y están en la etapa de diseño y compra.

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