Enlace Judío México e Israel – ¿Puede ser extraordinario el sexo?

No solo puede ser, ¡debe serlo!

Con unos sencillos ajustes en nuestra manera de acercarnos al tema podemos comprobar que es más fácil tener sexo extraordinario que sexo …mhhh. ¿Normal?

Esto es, en primer lugar, porque el sexo extraordinario es mucho más placentero que el sexo normal

Pero… ¿Qué es normal? Es lo que se apega a una norma, a una regla, todo lo que se apega a normas fijadas de antemano.

Con respecto al sexo, que es una actividad natural, las normas originales las establece la naturaleza y las características propias de quienes lo ejecutan.

En los humanos, la manera más simple y fría de definirlo sería: “La penetración y depósito de semen”

Sin embargo, el acto sexual en la especie humana es uno de los temas fundamentales de la existencia, no solo porque es un mandamiento natural y divino para la preservación de esta sino porque es probablemente, junto con el miedo a la muerte, el motor fundamental de todo lo que hacemos.

El acto sexual es una necesidad vital. Es algo en lo que -casi- todos, a lo largo de nuestras vidas, vamos e estar involucrados.

A diferencia de otras necesidades vitales, como comer, dormir, beber, respirar, que, si no son satisfechas, morimos, la falta de sexo no nos priva de la vida, de manera individual, aunque su ausencia, acabaría con la especie.

Por otro lado, así como la satisfacción de las otras necesidades vitales se ha sofisticado y llegado a tener el rango de un arte, como por ejemplo, el acto de alimentarse se transforma en la gastronomía que nos lleva a experimentar intensos placeres al gozar de alimentos bien preparados y condimentados, el sexo también se ha estudiado y desarrollado para ser más que un simple acto de acoplamiento entre dos cuerpos, llegando a considerarse un arte una actividad mística y religiosa, una actividad terapéutica y hasta un deporte.

Lamentablemente, a pesar de la infinita cantidad de información disponible, es aún para mucha gente un acto vergonzoso, del que no se debe hablar y una fuente de frustraciones y de sentimientos de falta de atributos y capacidades adecuados.

La realidad es que todos contamos con el equipo necesario para tener, esto es, para dar y recibir buen sexo; no solo bueno sino extraordinario. No es cuestión de hardware, sino de software, no se trata de lo que tengamos sino de cómo lo utilicemos.

Como a toda actividad que nos interese, también al sexo debemos dedicarle tiempo y pensamiento. El clímax, el orgasmo, que, en promedio, en las mujeres dura 20 segundos y en los hombres apenas 6, parecería una insignificancia si ese fuera el fin único a alcanzar.

Comencemos por definir cuáles son los órganos sexuales.

El más poderoso e importante es el cerebro. Es quien gobierna tanto la experiencia como la fisiología. Nos regala las imágenes y las fantasías que nos estimulan y generan el deseo. Además, controla y regula la producción de toda la química corporal que nos llevará a la excitación y a la preparación del cuerpo para el momento dorado. Las mujeres se lubrican, los hombres tienen la erección y los sentidos se agudizan. La piel se vuelve más sensible, las pupilas se dilatan, el olfato percibe los olores con más intensidad y el corazón bombea más sangre hacia la zona pélvica. Esto, para empezar, tiene efectos muy benéficos para la salud. Retrasa nuestro reloj biológico.

EL TACTO

Desde que nacemos, experimentamos el placer de que nos acaricien. La piel es el segundo órgano sexual en importancia. Las caricias son imprescindibles para el buen sexo. No hay zona prohibida del cuerpo del otro, se vale acariciar todo, explorando y experimentando que le gusta a nuestra pareja. Todos somos diferentes, pero, hay partes especialmente sensibles.

En las mujeres, los hombros, el cuello, la nuca, detrás de las orejas, la cintura y las caderas son especialmente apetecibles, si se hace con suavidad y paciencia. La respuesta a estas caricias se manifiesta en varias formas, como el erizarse de los vellos.

En los hombres, la espalda, la parte interna de los muslos y los glúteos son generalmente muy sensibles.

Y en ambos, obviamente las llamadas “zonas erógenas”, los pechos y los genitales. Estos últimos son los que podríamos llamar los órganos sexuales operativos, con los que se va a consumar el acto sexual en sí, los que van a hacerse cargo del plato fuerte, por así decirlo, pero antes de llegar a eso, debemos darles gusto a los demás sentidos.

LA VISTA

De la misma manera como nos arreglamos y nos vestimos bien para asistir a una comida importante, o, por lo menos, nos lavamos las manos nos sentamos cómodamente y utilizamos platos, cubiertos y servilletas limpios para una comida sencilla, igualmente será más placentero prepararnos para el acto íntimo. No hay nada que mate más la pasión para una mujer que ver a su pareja despeinado y con camisa, calcetines y calzoncillos o para el hombre, ver a su mujer con la cara embadurnada de crema, con tubos y con una bata manchada de cenas anteriores.

Desde el arreglo comienza la excitación y la preparación física y mental. La vista es un ingrediente muy importante para el placer. Así como un buen vino parece saber mejor en una copa bonita y limpia, la manera de vestirnos – y de desvestirnos – aumentar el placer para ambos. No es necesario gastar una fortuna en un guardarropa erótico. Como en todo, cada quién tiene sus gustos y preferencias; hay a quienes les vuelven locos los encajes, ligueros, negligés mientas que, para otros, lo mas sexy es ver a la pareja con una camiseta y unos calzones sencillos de algodón. La exploración de los gustos, propios y de la pareja es interesante y divertida.

EL OLFATO

El sentido del olfato es indispensable para la supervivencia de cualquier ser. Es el que nos permite localizar el pezón de la madre desde el momento en que nacemos, y así alimentarnos y el que, en estado primitivo, nos alertaba respecto de si un alimento sería apto para comerlo o nos envenenaría.

Igualmente, nos permitía reconocer si quien estaba frente a nosotros representaba un peligro o no, por las emanaciones sutiles y conscientemente imperceptibles, de determinadas hormonas.

Actualmente parecería que dependemos menos de este sentido y que su importancia es secundaria, pero en realidad, juega un papel muy importante en nuestras vidas. Cuando nos llega un aroma sabroso de la cocina, nuestro cuerpo reacciona. Comenzamos a salivar, el estómago produce jugos gástricos y se repara para la digestión.

También es parte de nuestra elección -inconsciente- de pareja. Según los científicos, emitimos feromonas, sustancias que se perciben por el olfato y que llevan mensajes más verídicos acerca de nosotros que nuestro currículum. Estos son percibidos, también de manera inconsciente, por los otros y les dicen si somos amigos o enemigos, y dado el caso, si representamos un buen prospecto de pareja, de acuerdo con nuestra carga genética. Esto es parte de lo que se llama la química que se da entre dos personas.

Para el sexo, el olfato es mucho más importante de lo que se cree. La persona más atractiva, simpática y deseable puede resultar repugnante en el momento de la verdad porque sus olores corporales no sean soportables, Estos pueden ser: el aliento, el sudor, el olor de los pies o el de las secreciones genitales. Algunos de estos problemas, afortunadamente la mayoría, son fácilmente solucionables. Basta con cepillarse los dientes o utilizar enjuague bucal, bañarse bien, no usar ropa sucia, etc. Hay otros, en los menos de los casos, que son más difíciles de controlar y que a la larga representan una verdadera barrera entre la pareja, pero estos bordean en lo patológico.

No es necesario gastar en perfumes caros, pero también hay que evitar las fragancias baratas. Es mejor un olor a limpio que a un perfume corriente. Además, también en esto, en gustos se rompen géneros. Hay a quien el olor del sudor de la pareja es lo más excitante.

EL OÍDO

El sexo oral es delicioso. Aquí me refiero al que es platicadito. Hay quien dice que el clítoris de las mujeres está en el oído. La especie humana se diferencia de las demás porque desarrolló el habla y con esto, la narrativa. Nos comunicamos con los demás, primordialmente, con palabras, aprendemos y pensamos, en buena parte, con palabras. Se han ganado guerras y se han perdido imperios con discursos que no son más que palabras bien escogidas y bien dichas.

Dicen que choro mata carita. El habla, la plática es un ingrediente muy importante para el sexo, sobre todo para el buen sexo. Por medio de esta manifestaremos nuestro interés por la otra persona, le haremos saber que nos gusta y lo que nos disgusta y que nos causa placer.

A través del oído nos enteramos de lo que desea el otro, de lo que piensa y siente por nosotros. Y durante el acto sexual, oír la respuesta de nuestra pareja, sus gemidos, suspiros, gruñidos o quejidos son una fuente de excitación y retroalimentación.

De la misma manera que el oído de los amantes de la música se educa para poder percibir y apreciar más y mejor las notas, debemos educar y afinar nuestro oído para escuchar y gozar la música sexual de nuestra pareja y de nuestros encuentros: el roce de las pieles, el correr de los fluidos, el crujir de las sábanas y hasta el rechinar de la cama. Escuchemos esa sinfonía.

EL GUSTO.

Hemos comparado al sexo con el acto de comer. La similitud continúa con los sabores. La boca, la lengua y hasta los dientes tienen un papel muy importante en el acto sexual. Es prácticamente impensable que una pareja que tiene sexo por deseo mutuo, no se bese. El beso es una caricia con la boca, pero también es un poco como comer. Es parecido al alimentarse de la madre. Los labios son extremadamente sensibles y por eso, son instrumentos de placer, para darlo y para recibirlo. Cuando besamos, el cuerpo produce oxitocina, la llamada hormona del cariño, la que crea el sentimiento de afecto, apego y bienestar.

Pero la boca es capaz de proporcional placer en todo el cuerpo. Placer físico y placer emocional. Un beso en la frente o en los párpados no produce una sensación física fuerte, pero si un sentimiento emocional intenso. Un beso en el oído, un mordisco en el lóbulo de la oreja produce un estremecimiento que recorre toda la columna vertebral y dar y recibir sexo oral es, generalmente, la puerta al paraíso.

Así como para comer aprendemos a cortar la comida en trozos y no atragantarnos y aprendemos a masticar y tragar gustosamente, debemos aprender a comer el cuerpo de la pareja. ¿En que partes podemos morder y en cuales solo lamer? La lengua está recubierta de las papilas gustativas. Estas son como pequeñas escamas que están orientadas hacia atrás, hacia la garganta. Por esto, el lamer en un sentido produce una sensación diferente que el lamer en el sentido opuesto. Este cambio en la sensación es una variación muy placentera.

Todos estos ingredientes son prácticamente gratis. El equipo ya lo tenemos desde que nacimos. Para tener Sexo Extraordinario, lo primero que necesitamos es hacer conciencia de que podemos y debemos tenerlo y después, dedicarle tiempo, pensamiento y sentimiento, como lo hacemos con todo lo que nos interesa y nos es importante.

“¿Es sucio el sexo? Solo cuando está bien hecho”

Woody Allen


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