Ciertamente, Estados Unidos debe tener paciencia y esperar para saber quién será el próximo presidente. Y es que aunque ya hayan sido reportados los resultados de distintos estados, la verdad es que será hasta el 14 de diciembre cuando los delegados electorales, en reunión, emitan su voto, el cual puede ser diferente al de sus propios estados.

Además, aún faltaría conocer qué sucederá durante la sesión conjunta del Congreso el próximo 6 de enero; ahí, se ratificarán los resultados o, en su caso, se invalidarán. Sólo hasta entonces, uno de los dos contendientes se puede declarar como victorioso; claro, también uno de ellos puede otorgarle la victoria al otro y eso definiría el futuro de los siguientes cuatro años de ese país.

Con este antecedente, es totalmente prematuro – y hasta irresponsable- que el candidato Joe Biden se asuma como ganador de la contienda.

Él, tanto como quienes dirigen su campaña, sabe que el resultado no puede basarse en las cifras y proyecciones que los medios difundan. Estamos aquí frente a un hecho que debe apegarse a la legalidad, esa misma que contundentemente y con justa razón exige el candidato Donald Trump.

Y lo digo así porque creo que, mediáticamente, se ha pasado por alto que quien es hoy mandatario de Estados Unidos es, en este tiempo, candidato y, como tal, tiene derecho constitucional a expresarse y a denunciar públicamente y ante las instancias pertinentes, lo que observa en el proceso democrático de la elección y, sobre todo, lo que percibe como anomalías. De ninguna manera, esto debilita la democracia, más bien procura una democracia más fuerte, certera, transparente, máxime con una elección tan cerrada como esta. De modo que, como bien dice el presidente Trump, la elección está lejos de haber finalizado.

Por eso yo invito a que no nos vayamos con la finta: la campaña del candidato republicano ya ha revelado que a partir del próximo lunes, comenzará a defender su caso en los tribunales, no solamente procurando ser el vencedor, sino, sobre todo, para asegurar que, efectivamente, se cumplan completamente las leyes electorales y el ganador que realmente fue elegido por los votantes sea el presidente de Estados Unidos por los próximos cuatro años.

De manera errónea y por demás absurda-, los demócratas han dejado ver que el hecho de que el presidente Trump vaya a la Suprema Corte de Justicia implicaría que esta estaría a favor de él. La realidad es que la SCJ es, por mucho, uno de los institutos más apegados a la ética, más reconocidos, y más importantes de Estados Unidos, de modo que si llega a ellos no es que vayan a votar a favor del presidente Donald Trump, sino más bien votarán siempre – y lo aseguro- por lo que es constitucional, legal y justo.

Eso nos debe quedar muy claro a todos: jamás la Suprema Corte de Justicia ha sido tachada de injusta para cualquier lado, sean los demócratas o los republicanos, y así seguirá; está conformado por personas de bien, que no responden a ningún partido y que están ahí de por vida sin ningún otro interés que no sea llevar a cabo acciones que ensalcen la justicia y, con ella, la certidumbre de legalidad. Lo que se busca aquí, pues, es honestidad ante todo.

Por tanto, de presentarse la campaña del candidato republicano ante la Corte, deberá aportar pruebas para que sean evaluadas y se valore si son meritorias o no, y de resultar positivo para Donald Trump, aplicaría según el caso.

La realidad es que, lamentablemente, el fraude electoral no ha sido ajeno en anteriores elecciones aunque no necesariamente presidenciales, pero sí hay antecedentes de esto y, precisamente, lo que el presidente Trump pide es que se investigue con detenimiento la elección, se tomen cartas en el asunto para que, efectivamente, cada voto cuente.

Lo reitero, a la fecha, ninguno de los contendientes ha sido certificado como ganador de ningún estado; por otro lado, no hay que perder de vista a los estados que se encuentran en reñida disputa y en los que, seguramente deberá haber un recuentos obligatorios. Tampoco se debe olvidar que hay estados en los que la campaña de Donald Trump ya ha presentado demandas sobre la validez y legalidad de los votos y el conteo. Todo esto podría determinar un rotundo ganador que haya sido fielmente elegido por el pueblo norteamericano.

Hasta el momento, nuestra atención debe permanecer puesta en que el proceso se lleve a cabo de una manera transparente. El electorado, Estados Unidos, lo merece.

 


Texto publicado con autorización de Larry Rubin, representante del Partido Republicano en México.