Rab Yehuda Prero – Nuestros sabios han escrito mucho sobre el encendido de la Menorá: Qué aceites usar, dónde debe colocarse el candelabro, y de qué materiales debe estar hecha la Menorá, por ejemplo. Una lección encontrada (Sofrim 20:3) se refiere al tipo de Menorá que se debe usar: está prohibido usar una lámpara vieja. “Vieja”, según la mayoría de los comentaristas, significa en una condición que vuelve a la Menorah poco atractiva, como una pieza de cerámica usada y sin vidriar. La iluminación de la Menorá es una Mitzvah de celebración, y por lo tanto debe realizarse de manera respetuosa y honorable. El uso de una Menorá vieja y poco atractiva no le da a esta Mitzvá el respeto que se merece.

El B’nai Yisaschar tiene otra explicación a nivel alegórico, de por qué está prohibido usar una Menorá vieja. A lo largo del tiempo, la nación de Israel ha sido receptora de muchos de los milagros que D-os ha dado. Tan sólo para Yehoshua (Josué), el sol se detuvo durante una batalla y los muros de Jericó cayeron. Claramente, no conmemoramos todos estos sucesos milagrosos que ocurrieron durante generaciones como días sagrados. Sin embargo, sí conmemoramos los milagros de dos días festivos que no se mencionan en la Torá: Janucá y Purim. Existen diferentes tipos de milagros. Para algunos, la “luz de D-os” que se muestra cuando ocurre un milagro aparece sólo en ese momento particular. Sin embargo, hay milagros en los que la “luz de D-os” que emana de ellos no sólo aparece en el momento en que ocurrió el milagro. Es evidente cada año, en el momento del aniversario del milagro. Estos milagros se conmemoran como días sagrados.

Megilat Ester, que se lee en la fiesta de Purim, está acompañada de su propio conjunto de leyes y costumbres relevantes. Una de estas leyes es que no podemos leer la Meguilá al revés. Esta ley, explicada alegóricamente, nos dice que no podemos leer la Meguilá mirando sólo hacia el pasado. No podemos leer la Meguilá como una mera recitación de eventos de hace mucho tiempo, una especie de lección histórica. Cuando uno lee la Meguilá, uno tiene que reconocer que cada año, Purim y los milagros que celebra son relevantes en estos días. La presencia de D-os, Su luz, es evidente en Purim, cada año. Si uno lee la Meguilá sin hacerla relevante en estos días, viéndola como una simple historia de antaño, uno no cumplió con la Mitzvá de leer la Meguilá.

Janucá no tiene una Meguilá que se lea en la fiesta detallando los eventos que llevaron al milagro. Janucá sólo tiene el encendido de la Menorá. Las luces conmemoran los milagros que ocurrieron a los Macabeos: que un pequeño frasco de aceite duró ocho días, y que salieron victoriosos en sus batallas con los seleucidas. Si se enciende una “Menorá vieja”, una iluminación considerada sólo como otro ritual anticuado que conmemora algunos acontecimientos antiguos, el encendido es inadecuado. La iluminación de la Menorá debe hacerse con la perspectiva de que la mano de D-os vista en el momento del milagro de Janucá también se ve hoy en día. La luz de D-os brilla en el mundo de hoy como lo hizo en los días de los Macabeos. El encendido tiene que ser para el presente, una iluminación “nueva”, no una iluminación para el pasado, una iluminación “vieja”.

¿Por qué se celebran hoy en día estas dos fiestas, Purim y Janucá? ¿Por qué los milagros de estas fiestas fueron tan especiales que la luz de D-os, vista en conjunto con estos milagros, se sigue viendo hoy en día? La Mishná Berura (670:2:6) explica la diferencia entre Purim y Janucá. En Purim, el decreto contra el pueblo judío era para la destrucción física de toda la nación. Sin embargo, la nación se reunió para rezar, estudiar y arrepentirse y por lo tanto se salvaron. Por Janucá, hubo persecuciones físicas. Sin embargo, el propósito de esta persecución era presionar al pueblo judío a renunciar al judaísmo en favor de la religión que los seleucidas defendían. Si el pueblo hubiera sucumbido a la presión, la persecución habría cesado. Sin embargo, el pueblo luchó por su religión y ganó. Estas dos fiestas representan dos tipos diferentes de salvación: la destrucción física frustrada por el esfuerzo espiritual, y la destrucción espiritual frustrada por el esfuerzo físico. La mano de D-os fue evidente en ambos tipos de salvación, y es evidente en cada generación cuando el pueblo judío se enfrenta a las persecuciones espirituales y físicas. Estas dos fiestas representan dos tipos diferentes de peligro que el pueblo judío ha enfrentado. Representan dos tipos diferentes de tratar con estos peligros. Y en ambos casos, debido a que la dedicación del pueblo judío a D-os fue firme, Su luz fue evidente y nosotros, a través de milagros, nos salvamos.

Hoy, y en cada generación, el pueblo judío se enfrenta a pruebas y tribulaciones. Janucá y Purim son lecciones vivas que podemos y perseveraremos. D-os está con nosotros y su ayuda divina es cercana. En ambas fiestas, debemos hacer la conexión entre la historia de la fiesta y su aplicación actual. Debemos tomar nota de que la luz de D-os que brilló en los días de Janucá y Purim todavía brilla hoy. Debemos encender una nueva Menorá y leer la Meguilá hacia adelante. Una “vieja” Menorá y las lecturas de la Meguilá “hacia atrás” no funcionan. ¡Que la luz de nuestras Menorás nuevas brille con fuerza en toda la nación este año! ¡Feliz Janucá!

Fuente: torah.org