Enlace Judío – El partido Likud del primer ministro Benjamín Netanyahu emitió este jueves una aclaración de las afirmaciones recientes del primer ministro sobre un “fraude” en Israel que ha hecho eco en la prensa internacional y generó comparaciones con el expresidente estadounidense, Donald Trump.

En una serie de tuits en inglés retuiteados por el primer ministro, el partido dijo por primera vez que Netanyahu está comprometido con una “transición pacífica del poder” en Israel, recogió The Times of Israel.

Se tiene previsto que el domingo 13 de junio el nuevo gobierno encabezado por Yair Lapid y Naftali Bennett tome posesión, lo que dará fin a 12 años consecutivos de Netanyahu en el poder en Israel.

Sin embargo, su oficina se ha negado a declarar si el primer ministro asistirá a la tradicional ceremonia de traspaso del cargo de primer ministro al día siguiente y aún no se ha programado una reunión informativa de transición con el virtual nuevo primer ministro Bennett.

El pasado domingo, Netanyahu dijo en una reunión con sus copartidarios del Likud: “Somos testigos del mayor fraude electoral en la historia del país y, en mi opinión, de la historia de las democracias”.

Esos comentarios y otros fueron recogidos por la cadena estadounidense CNN, que publicó un segmento el miércoles con imágenes comparativas de Netanyahu y Trump y su retórica casi idéntica para descartar la validez del resultado poselectoral, menospreciar a los medios de comunicación y hacer afirmaciones sobre la existencia de un “Estado profundo” y prometer luchar contra el nuevo gobierno formado para reemplazarlos.

La declaración del Likud buscó aclarar las palabras del mandatario: “Cuando el primer ministro Netanyahu habla de ‘fraude electoral’, no se refiere al proceso de recuento de votos en Israel, en el que tiene total confianza”.

La declaración del Likud buscaba distanciar a Netanyahu de la conducta de Trump y los escenarios que se produjeron luego de las elecciones en EE. UU., que tuvieron como uno de sus puntos de crisis el asalto al Capitolio por una turba de simpatizantes del expresidente.

“Tampoco hay duda sobre la transición pacífica del poder”, dijo. “Siempre ha habido una transferencia pacífica de poder en Israel y siempre la habrá”.

Sin embargo, el Likud defendió la caracterización de Netanyahu de “fraude” para describir la formación del gobierno de unidad que lo reemplazó, diciendo que describía con precisión el incumplimiento de Bennett de sus promesas preelectorales de no formar un gobierno con Lapid y con el partido islamista Ra’am.

Bennett secuestró los votos de la derecha y los llevó hacia la izquierda en directa contradicción con sus promesas”, dijo el Likud. “Si esto no es un fraude, no sabemos qué es”.

El Likud afirmó, falsamente, que “las acciones de Bennett son similares a que los electores estadounidenses cambien unilateralmente la elección de presidente de los votantes contra la voluntad del electorado”.

Los sistemas electorales estadounidenses e israelíes son muy diferentes. Los votantes no votan por un primer ministro, sino por un partido; y la Knéset emite un voto de confianza sobre un primer ministro. Los partidos no están obligados de ninguna manera a votar por un primer ministro sobre otro.

El partido de Netanyahu no ha cejado en sus ataques contra el líder de Yamina y ha pedido al público que proteste contra el inminente nuevo gobierno en Israel que lo reemplazará.

En una entrevista con el Canal 20 a principios de esta semana, Netanyahu llamó a Bennett un mentiroso en serie.

“El ‘Estado profundo’ está profundamente dentro de este gobierno”, dijo Netanyahu sobre la naciente coalición que lo reemplazará, usando un término para una supuesta conspiración de burócratas que trabajan contra su liderazgo, popularizado por Trump durante su mandato.

Netanyahu acusó repetidamente a Bennett de mentir al público, llamándolo en un momento “mentiroso en serie”.

Y ha afirmado que el gobierno entrante es “más peligroso” que la retirada de Israel de Gaza en 2005, que según dijo resultó en ataques con cohetes de Hamás, y los acuerdos de Oslo que dieron a los palestinos un autogobierno limitado en Judea y Samaria (Cisjordania).

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