Enlace Judío México e Israel / Rab Aryeh Winter – Vemos en el Shulján Aruj, Orej Jaim 751 que durante el período de tres semanas entre el ayuno del 17 de Tamuz y el ayuno del 9 de Av, se supone que debemos reducir nuestra alegría. Esta ley se deriva de la Guemara en el tratado de Ta’anit (26b) que afirma que “Cuando entra Av, debemos disminuir nuestro regocijo”. Durante estas “tres semanas” no celebramos bodas, no nos cortamos el pelo y no escuchamos música. Durante el tiempo que transcurre entre el comienzo del mes de Av y el ayuno del día 9, no comemos carne, no bebemos vino y, por muchos motivos, no podemos bañarnos. Éstos son algunos ejemplos de los signos de luto que demostramos durante este período de tiempo. Si damos un paso atrás en nuestras acciones, y pensamos en lo que hacemos o dejamos de hacer deberíamos preguntarnos “¿Por qué lo hacemos, qué debemos aprender de esto?”.

La respuesta está en el papel que desempeñan Jerusalén y el Templo en nuestras vidas.

Vemos en el Midrash una cita de Rab Levi: “Todas las buenas bendiciones y consuelos que el Todopoderoso está destinado a dar al pueblo judío vienen sólo de Sión”. Los rabinos en la Guemará nos han descrito lo que significa no habitar en la Tierra Santa cuando escribieron que “quien habita fuera de Israel es comparado con quien no tiene a D-os”. Al leer estos pasajes y otros similares, uno sólo puede imaginar la devastadora merma espiritual que la destrucción del Templo y de Jerusalén han tenido en la nación de Israel. Sin embargo, a menudo parece que hemos perdido ese anhelo por la llegada del Mesías y nuestro regreso a una Jerusalén y un Templo reconstruidos.

Cuando un rabino concluye su sermón con las palabras “que todos tengamos el mérito de estar en Jerusalén el próximo año” y respondemos “Amén”, ¿sentimos realmente en ese momento la pérdida de nuestro Templo y de nuestra ciudad más sagrada? ¿Nos sentimos demasiado cómodos viviendo en Estados Unidos o en cualquier otro lugar en el exilio, aun sabiendo que hay personas que siguen siendo perseguidas por ser judías? El Rambam (Maimónides) escribe en su Mishnah Torah (Cap. 11 – Leyes de los Reyes) que “quien es consciente del sufrimiento en el exilio y no espera ansiosamente la redención, niega la creencia en la redención”. Cualquier complacencia por nuestra parte equivale a renunciar a nuestro futuro.

Entonces, ¿qué debemos hacer? Las leyes de luto que se observan durante las “Tres Semanas” no pretenden ser únicamente una demostración de luto por una destrucción y un exilio que ocurrieron hace 2000 años. Este período de tiempo se supone que nos recuerda que nosotros, como individuos y como nación, no estamos completos mientras haya judíos dispersos por todo el mundo en el exilio. Tenemos que interiorizar este exilio y el efecto que va a tener en nosotros. Sin embargo, el proceso no termina aquí.

También tenemos que tratar de entender lo que llevó a esta terrible destrucción, y cómo podemos mejorar nosotros mismos para que podamos merecer ser sacados de este exilio al que nuestras malas acciones nos llevaron en primer lugar. Sólo un compromiso más fuerte con la Torá y nuestra religión traerá la redención. El rabino Yonason Eibshitz, (1690-1764) escribió que el verso “Y la tierra se llenará con el conocimiento de D-os como las aguas cubren el mar” es un prerrequisito para la llegada del Mesías y nuestra eventual redención. Esto seguramente aumenta nuestros deberes en el área de nuestra responsabilidad para acelerar la llegada de nuestra redención.

Se nos ha asignado una tarea: hacer lo que podamos para acelerar nuestra redención. Que todos merezcamos ser inspirados por la solemnidad de estas Tres Semanas, para darnos cuenta de la totalidad de la pérdida que hemos sufrido, y actuar sobre todo este sentimiento, para que podamos ser devueltos a una Jerusalén y un Templo reconstruidos rápidamente, en nuestros días.

Ahora sabemos por qué ayunamos [y por qué hacemos luto]. Que tengamos el mérito de tomar esta lección a pecho, y ver el Templo reconstruido rápidamente, en nuestros días.

Fuente: torah.org

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