Enlace Judío – Mientras más pasa el tiempo, la solución al conflicto entre Israel y Palestina parece cada vez más lejana. La propuesta de paz más popular en las últimas décadas ha sido la solución de dos Estados, que propone que una nación palestina en Cisjordania y Gaza exista junto a un Israel con las fronteras previas a la guerra de los Seis Días en 1967.

Sin embargo, el vasto crecimiento de asentamientos israelíes en Cisjordania ha dificultado el camino en el que un posible Estado palestino se podría establecer. Combinando ese factor con el hecho de que ninguno de los dos gobiernos ha querido negociar un acuerdo seriamente desde hace al menos 10 años, mucha gente ha perdido esperanza en la solución de dos Estados. 

La imposibilidad de llevar a cabo una solución de dos Estados hoy en día conlleva la permanencia del statu quo entre Israel y Palestina, que se traduce en una perpetua ocupación cuyo fin no se ve próximo. La desesperación que esto emana ha orillado a un cúmulo de diplomáticos y académicos a comenzar a pedir una solución de un Estado con derechos iguales para todos sus ciudadanos desde el río Jordán hasta el Mar Mediterráneo.

Hace poco más de un año, Peter Beinart, un conocido sionista liberal que dedicó su vida a argumentar por una solución de dos Estados, publicó un artículo en The New York Times apoyando la solución de un Estado, rompiendo paradigmas en la izquierda judía. En su artículo, Beinart dice que “el proyecto al que los sionistas liberales como yo nos hemos dedicado durante décadas, un Estado para los palestinos separado de un Estado para los judíos, ha fracasado […] el objetivo de la igualdad es más realista que la separación entre los dos pueblos”. Según él, la perenne ocupación (54 años y contando) se ha vuelto una anexión de facto, creando un Estado binacional con derechos desiguales para los que viven en este.

En ese contexto, últimamente ha habido gente que me pregunta por qué yo, un sionista liberal, sigo creyendo en una solución de dos Estados. La cuestión ha dado vueltas en mi mente de manera constante, pero al final obtengo la misma respuesta: es más realista y conveniente para todos los involucrados.

Proyectos Incompatibles

Revisando la historia de las poblaciones judías y árabes en Israel y Palestina, es irrebatible que la trayectoria de ambos pueblos está entrelazada con movimientos etnonacionalistas, en los que la construcción de sus naciones tienen una identidad étnica pronunciada: en el caso del sionismo, la identidad judía; y en el caso del movimiento nacional palestino, la identidad palestina.

Nadav G. Shelev, profesor de estudios del Medio Oriente en la Universidad de Wisconsin apunta que “abandonar el deseo de autodeterminación, algo que ha sido la verdadera razón de ser del nacionalismo palestino desde la década de 1960 y que han logrado los sionistas al establecer un Estado judío, es una fuerte demanda para hacerles a ambos pueblos”.

Igualmente, Zach Beauchamp, periodista del medio americano Vox cree que “dadas las identidades arraigadas en ambos lados, sería casi imposible crear un Estado único verdaderamente democrático en el que ambas comunidades se sientan auténticamente representadas. Es mucho más probable una situación en la que una visión nacional domine a la otra, ya sea por la fuerza de las armas o por la fuerza de los números. En cualquier caso, una de las partes se sentirá no representada por una realidad de un solo estado, que es una receta para el desastre”. Cabe mencionar que ni israelíes ni palestinos desean una solución de un Estado, con 10% y 33% de apoyo respectivamente para cada población.

Para ilustrar el argumento, me gustaría utilizar dos frases. Primero, del activista israelí propalestino Daniel Seidemann, que en el artículo de Beauchamp dice que una solución de un Estado “sería como decir que israelíes y palestinos se odian tanto que no pueden divorciarse y que, en su lugar, tendrán que tener un matrimonio exitoso”. Por lo tanto, considero que la solución de Amos Oz es mejor: “los israelíes y los palestinos se merecen un divorcio justo, decente y doloroso. No va a haber luna de miel. Deberían separar la tierra y los activos y vivir en paz como exmaridos en lugar de intentar reconciliarse para buscar la forma de vivir juntos”.

Se necesita un Estado judío… y uno palestino

El mundo es un lugar peligroso para judíos y palestinos. El antisemitismo no ha muerto y para muchos que lo sufren, la única manera de escaparlo es emigrando a Israel. Después de milenios de persecución, es entendible que los judíos quieran vivir en un país con una mayoría judía en el que no haya peligro de exilio, en el que no sufran de un odio sistémico y en el que puedan llevar sus tradiciones libremente.

Igualmente, la islamofobia está a la alza y en un contexto en el que la identidad palestina no es aceptada en varias comunidades musulmanas, la gente añora un regreso a su tierra. Asimismo, los árabes dentro de Israel, así como los refugiados palestinos en Líbano y Jordania, sufren discriminación por ser minorías. Dentro de Cisjordania viven bajo una ley militar en la que no tienen voz ni voto, pues está siendo impuesta por un país ajeno. Un país que garantice sus derechos al interior de su territorio y a comunidades palestinas alrededor del mundo es urgente.

De manera irónica, la única forma en la que se puede lograr eso es mediante una solución de dos Estados, con mayorías étnicas para cada pueblo en su nación.

Las bases para una solución de dos Estados

El fundador del organismo The Jewish Peace Lobby, Jerome M. Segal, considera que la creencia de que la solución de dos Estados está muerta tiende a confundirla con el proceso de paz de Oslo, que nunca prometió un resultado de 2 naciones y cuyas promesas tanto territoriales como de tiempo o seguridad se han roto una y otra vez.

Así, las ideas que tradicionalmente se creían que podrían conducir a una solución de dos Estados ya no son viables, por lo que hay que buscar nuevas ideas creativas. No soy un experto en Relaciones Internacionales, por lo que no puedo emitir con confianza ideas sobre un posible arreglo u opiniones sobre éste. Habiendo dicho lo anterior, existen nociones discutidas por expertos sobre cómo podría revivirse la solución de 2 Estados. Entre ellas están:

  • Condicionamiento de apoyo militar por parte de EE. UU: El gobierno de EE. UU. otorga a Israel aproximadamente 3.8 mil millones de dólares en ayuda militar anualmente, sin condición alguna referente a la situación con Palestina. Por ello, algunos expertos creen que restringir el flujo de dinero a cambio de cumplir ciertos requerimientos como congelar la construcción de asentamientos o liberar el bloqueo en Gaza podría contribuir a detener prácticas detrimentales a la solución de dos Estados.
  • Hacer público el apoyo por una solución que incluya los derechos palestinos: Entre los responsables políticos sobre el conflicto Israel-Palestina en EE. UU., hay una teoría, propuesta por los investigadores Amir Tibon y Grant Rumley, que Israel podría comenzar a negociar seriamente una solución de dos Estados cuando los palestinos o la comunidad internacional comiencen a apoyar una solución de un Estado democrático que acabaría con la mayoría judía. Para preservar el carácter judío y democrático de Israel, se tendría que pactar una solución urgente y de manera seria.
  • Cambiar los intermediarios: Hasta ahora, intermediarios como EE. UU. o Rusia en el conflicto israelí-palestino no han funcionado. Para algunos, como Jerome M. Segal, esto se debe a que hay desconfianza por una imparcialidad percibida hacia a los aliados de los intermediarios (Israel en el caso de EE. UU. y Palestina en el caso de Rusia). Así, propone una resolución como la de la ONU en 1947 como punto de partida: una comisión internacional que recomiende las especificaciones de un reparto de tierras para comenzar a discutir.

Como lo establecí previamente, no soy un internacionalista y sospecho que las tres propuestas expuestas aquí no serán suficientes o fáciles. De lo contrario, es probable que ya se hubieran llevado a cabo. Asimismo, las consideraciones de seguridad para que Israel se retire de los territorios son reales, en particular cuando el movimiento terrorista Hamás gana popularidad en Cisjordania.

En cambio, considero que además de las dimensiones internacionales y de seguridad, es necesario un cambio de discurso al interior de Israel y de Palestina para establecer una solución de dos Estados, de modo que quiero concluir este artículo referenciando al pacifista Gershon Baskin, quien escribió al respecto hace 2 semanas: “Nosotros aquí y ellos allá nunca ha sido un paradigma de paz. No habrá paz basada en muros de cemento y alambradas de púas que impidan o limiten el contacto entre las personas de ambos lados del conflicto”. En otras palabras, los dos pueblos no podrán pretender que el otro no existe, sino que tendrán que cooperar y sanar sus heridas juntos. 

Por el bien de ambos pueblos, se necesita una solución de dos Estados. Hoy en día, cuando más y más gente cree menos en ella, es urgente que revivan las negociaciones para lograrla. Tanto para los judíos como para los palestinos, en el mundo solo hay una casa para ellos y tendrán de acordar como distribuirla antes de acabarla de destruir.

 


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