Enlace Judío – Las ácidas palabras del expresidente Trump contra Netanyahu no deben sorprender. Una adicional expresión del curvo carácter del primero y de la elevada suma de acidez que le abruma después de su derrota electoral. 

Al ingresar Biden resueltamente y con amplio apoyo a la Casa Blanca, no solo Neftali Bennet en su condición de primer ministro debió saludarle y desearle sustantivos aciertos en su mandato. 

También Netanyahu acertó en identificarse con esta actitud, si bien en tibios términos y sin ignorar –pocos minutos después de estas declaraciones– el aprecio a Trump por sus múltiples decisiones en favor de Israel.

En rigor, las palabras del expresidente norteamericano reflejan en rigor no sólo su malestar por la derrota que conoció en el juego electoral. 

Aluden también a las flaquezas –si no desequilibrios– de su carácter que múltiples figuras apuntaron antes de ser elegido y durante su residencia en la Casa Blanca.

Cabe agregar que por sus repetidas y ácidas debilidades merecen reconocimiento las personas que formaron parte de su equipo gubernamental por el prolijo y eficiente control que ejercieron sobre una infantil y torcida figura que entonces contaba con la posibilidad de provocar una contienda nuclear. 

En rigor, las ácidas palabras de Trump elevan el prestigio personal y político de Bibi, un hecho que este en verdad necesita en estos días.    


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