Enlace Judío México e Israel- Las relaciones entre los Estados Unidos de América e Israel se basan en intereses y valores comunes respecto a temas relacionados con la democracia y los derechos ciudadanos. En un mundo donde han proliferado regímenes que pueden discrepar de ciertos valores que comparten los dos países, se hizo más estrecha la relación. Además, ambos comparten enemigos comunes, algunos de los cuales son ciertamente gratuitos.

Existen también temas de seguridad y defensa nacionales, e intereses relacionados con posiciones de poder que hacen de esta alianza una bastante sólida. Los Estados Unidos son una garantía para Israel en un tema primordial como es la supervivencia de un pequeño país sometido a presiones de muchos adversarios dispuestos a destruirlo.

En los últimos años siempre ha estado claro el compromiso americano de proteger a Israel. No resulta siempre cómodo, siendo que una potencia de calibre imperial tiene muchos aspectos que cuidar y un buen número de intereses encontrados. Durante la administración Barack Obama y la de Donald Trump, el criterio de apoyar irrestrictamente a Israel no importa el cariz del gobierno americano, se resintió un poco. Obama parecía menos proisraelí, Netanyahu lo enfrentó en su propio patio. La diferencia entre demócratas y republicanos afloró con menos disimulo en los días de Trump.

¿Tema de vida o muerte?

Está por verse si las presiones israelíes y las diferencias de criterio entre las distintas administraciones y partidos políticos del imperio serán o no determinantes para un tema de vida o muerte para Israel: el acuerdo con Irán respecto a la carrera nuclear.

Es probable que los israelíes hayan idealizado la imagen del Tío Sam como protector incondicional de Israel. Es cierto que el apoyo ha sido vital en cuanto al suministro de ciertos armamentos y municiones, en los vetos a las resoluciones de la ONU condenando a Israel a diestra y siniestra. La percepción de amistad entre Trump y Netanyahu resultaba casi idílica, aunque el primero resintió que el primer ministro israelí haya congratulado a Joe Biden al ser proclamado presidente electo.

En los tiempos de George Bush padre, el secretario de Estado era Jim Baker. Los americanos querían un acuerdo de paz en el Medio Oriente, luego de la contundente victoria ante el Irak de Sadam Hussein. Resultaba necesario para la estabilidad mundial y de la región, pero también como la guinda de la torta luego de una campaña militar arriesgada y exitosa, en un mundo que veía la desaparición de la Unión Soviética. El primer ministro de Israel, Yitzhack Shamir, no era muy proclive a seguir las iniciativas de Bush y Baker. Tenía dudas pragmáticas y una profunda convicción ideológica para rechazarlas. Un Baker exasperado le dijo que cuando estuviera listo para más, llamara a un número de teléfono conocido.

Sin línea

En honor a la verdad, aún en momentos de mucha tensión entre Estados Unidos e Israel, siempre ha habido comunicación. Las diferencias no han sido respecto a los fines que se persiguen, más bien en la forma de alcanzarlos. Estamos seguros de que Estados Unidos no quiere nada malo para su aliado, pero Israel puede discrepar de su percepción y, además, es el eslabón más débil. Un error de cálculo afecta a los americanos, pero puede destruir a Israel.

Llama la atención que el presidente Biden y el primer ministro israelí Bennet no hayan conversado en las últimas tres semanas, cuando se definen los eventuales términos de un acuerdo con Irán que son de máxima preocupación para Israel.

Eso confunde al gobierno de Israel y a la oposición, y además deja a todos de brazos cruzados en temas de diplomacia.
En los días que se trazan las líneas maestras de un acuerdo que impidan a Irán tener capacidad bélica nuclear, Washington y Jerusalén están sin línea.

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