Enlace Judío México e Israel – En las conferencias de Yalta, celebradas del 4 al 11 de febrero de 1945, un par de mes antes de que concluya la Segunda Guerra Mundial, José Stalin les advirtió a sus aliados que la URSS se quedaría con Polonia, ya que desde su territorio, en dos ocasiones, se había atacado a la antigua Rusia.

La petición molestó al primer ministro británico Winston Churchill y al presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt.

Tras la rendición de Alemania ante los aliados el 8 de Mayo, salió a la luz el genocidio nazi contra los pueblos judíos, romaníes así como homosexuales, entre otros, y comenzó la cacería de criminales de guerra para llevarlos a los Tribunales de Núremberg.

A partir del del 20 de noviembre de 1945 el Tribunal Militar Internacional (TMI) comenzó a juzgar a 24 de los principales dirigentes nazi capturados, a los altos mandos del Partido Nacional Socialistas y a organizaciones militares como las SS. Los servicios de inteligencia buscaban a otros miles de criminales, de Alemania y de países de Europa del Este para colgarlos.

Para esas fechas, Stalin cumplía su promesa de quedarse con Polonia imponiendo con su ejército a “gobiernos comunistas”. Su ambición expansionista no se conformó con el territorio vecino de Polonia así que sus tanques y tropas comenzaron a imponer gobiernos títeres en Yugoslavia, Hungría, Rumanía, Bulgaria, etcétera.

La ambición de Stalin provocó que los Estados Unidos y Gran Bretaña se olvidaran de la cacería de criminales nazis

Peor aún, los aliados decidieron apoyarse en los antiguos generales alemanes para conocer el potencial bélico de la URSS en el caso de entrar en guerra con esa nación. El General Reinhard Gehlen, el jefe de la Inteligencia del Ejército Alemán para el Frente Oriental, fue llevado en secreto a los Estados Unidos y lo convirtieron en su principal aliado para investigar a los Soviéticos, y con ello iniciaba la “Guerra Fría”.

Gracias a esa nueva alianza entre los servicios de Inteligencia británicos y estadounidenses, muchos criminales de guerra pudieron escapar. Incluso la mayoría recibió apoyo. Entre otros por parte del obispo austriaco de la Iglesia Católica Alois Hudal, quien los escondió en monasterios de Italia.

Además, el Comité Internacional de la Cruz Roja les proporcionó nuevos “pasaportes” para escapar a Sudamérica. De esa manera Adolf Eichmann, Josef Mengele, Klaus Barbie y muchos más llegaron a Argentina, Brasil, Paraguay, Chile, Bolivia, entre otros países del continente sur.

Hasta ahora se desconocía que un buen número se vino a esconder a México. Pero ahora se conoce que algunos lograron huir a nuestro país, para luego pasar a Estados Unidos.

¿Cuántos? ¿Quiénes? ¿Cómo? ¿Por dónde? ¿Recibieron ayuda del gobierno de Miguel Alemán?

Son preguntas que están sin contestar. Sobre la presencia de nazis en la República Mexicana al término de la Segunda Guerra Mundial existen muchas leyendas sobre la presencia de nazis en varias ciudades.

Para confirmar la presencia de oficiales y funcionarios nazis en México estamos conformando un pequeño equipo que investigue. Pretendemos comenzar descartando o confirmando algunas de las leyendas urbanas.

Para ello solicitamos ayuda de quienes conozcan sobre la presencia de ex militares alemanes, o de países del Este de Europa, como Bielorrusia y otros, que radican en nuestra nación desde finales de 1945 o que llegaron hasta la década de los cincuenta del Siglo XX.

También estamos solicitando apoyo financiero para concretar esta investigación que pretende durar al menos un año y que se coordinará con la Fiscalía Alemana, que tiene los registros de los criminales que no han sido ubicados y con el Centro Simón Wiesenthal, que llevan a cabo la operación de búsqueda de criminales llamada “Última Oportunidad”.

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