Enlace Judío México e Israel – El declive político, ideológico y militar de Rusia bajo el liderazgo de Vladímir Putin se antoja en estos días irrefrenable incluso si obtiene el amplio control de Ucrania y lleva a la captura o muerte del heroico Volodímir Zelensky.

Un escenario que se sustenta en hechos y probables resultados del trágico choque que hoy el mundo conoce.

Ciertamente, la imparable destrucción física de Ucrania con sus hospitales y museos y el violento desalojo de más de un millón de sus habitantes ahondan el odio a Rusia y ponen en guardia a países que hoy les ofrecen generosa hospitalidad.

Ucrania es hoy y será durante largo tiempo un espacio y un símbolo del impulso destructivo del líder soviético, circunstancia que probablemente alentará una resistencia interna como en el caso de Polonia, Francia y otros cuando en tiempos idos fueron violentamente invadidos por los nazis.

Por añadidura, la actitud y fuga de algunos oligarcas revelan el abultado tamaño de la desigualdad en la sociedad rusa. En venideros días apenas contarán con espacios para invertir y divertirse en países que el régimen de Putin hoy parece odiar.

Ciertamente, la amplia difusión de las redes y vías del tráfico cibernético y el creciente uso de fuentes energéticas no convencionales conducen a cuestionar la retórica y legitimidad de un sistema que dice y cree superar la abusiva explotación de los regímenes capitalistas.

En estas circunstancias China y Corea del Norte probablemente se inclinarán a reevaluar los nexos con Moscú abriendo paso a una reconfiguración del orden internacional y de los intereses que lo presiden.

 


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