Enlace Judío – Gracias a la tecnología todos sabemos que existe hoy una guerra, que Rusia invadió Ucrania, aunque Vladimir Putin hable de una “operación especial”, o sea que no es para él guerra, tampoco invasión.

Mencionaré muy sintéticamente lo expresado en algunos artículos de Uypress, sin ánimo de crítica, porque desde distintos enfoques podemos tener mucho de coincidencias.

El señor Jakob Augstein, en Der Freitag se opone al rearme alemán y se pregunta cuándo dejará Occidente de prometer a Ucrania más de lo que puede cumplir.

El señor Jorge Jouroff intenta comprender la guerra.

El señor Ramiro Gómez dice que odia las guerras porque son la forma de violencia más extrema.

El señor Esteban Valenti habla de la hipocresía de Occidente que nada hizo cuando las guerras de Afganistán, Siria, Libia, Yemen, Azerbaiyán y Armenia entre otras.

El señor Luis C. Turiansky expone su desacuerdo en su artículo “El camino del infierno”.

Existe coincidencia en que nadie quiere la guerra, los mencionados más arriba y quien escribe. Podríamos decir que hasta Putin dijo más de una vez que él no quiere la guerra, pero el hecho concreto es que la guerra está y Putin la encabeza.

Con respecto a lo que afirma el señor Augstein, el rearme alemán es algo sumamente peligroso, basta con recordar simplemente la actitud de Alemania en 1914 y 1939. Bastó un pequeño grupo de nacionalistas para crear ambas guerras mundiales. Pero podemos negar el rearme alemán en momentos en que están atemorizados por un vecino con arsenal nuclear y sin escrúpulos?.

Debería quedar para un futuro el análisis del señor Jouroff y eventual discusión, porque en estos momentos importa solamente frenar la guerra, intentar que no continúe la matanza indiscriminada. Y es indiscriminada porque Putin habla de “objetivos militares” mientras bombardea ciudades enteras llenas de civiles. Frenar la guerra de cualquier forma, y luego sentarse a discutir los motivos para intentar encontrar soluciones pacíficas, negociadas en paz.

El señor Gómez odia las guerras, todos las odiamos –salvo unos pocos- pero desde que Caín mató a Abel –aunque el relato bíblico sea simbólico- las guerras existen y hasta ahora nadie encontró la fórmula ideal para hacerlas desaparecer.

El señor Valenti tiene toda la razón, la gran mayoría de las guerras pasan de costado, no rozan a quienes no las sufren directamente. Pero que no se haya hecho casi nada por las otras no significa que esté mal que hoy el mundo entero (menos Rusia y un par de gobiernos) se cubra de azul y dorado, los colores de la bandera ucraniana.

No están defendiendo a Ucrania, no estoy defendiendo a Ucrania, estoy explotando FINALMENTE como protesta para que no haya más guerras.

Personalmente tengo mucho que decir contra Ucrania, especialmente por la actitud de muchos ucranianos ayudando a Hitler. También puedo afirmar que nada tengo que ver con ese conflicto, que de acuerdo con datos históricos ya está cumpliendo un milenio. El odio entre rusos y ucranianos es más antiguo que el odio entre irlandeses católicos y protestantes, belgas y franceses, franceses del norte y franceses del sur. Y para qué mencionar la milagrosa unidad que aún existe en España e Italia, que todavía no explotó como sí lo hizo en Yugoslavia y Checoslovaquia.

A diferencia de los ancestros de Luis Turiansky, mi padre nació en Bielorrusia, pasó hambre, miedo y enfermedades de niño en la primera guerra mundial, y al final de esa guerra su ciudad Vishniev de Bielorrusia pasó a ser Vishniavos de Lituania, mi padre pasó a ser ciudadano lituano sin saber una palabra de ese idioma, hasta le cambiaron el apellido.

Mi madre nació en Polonia, y siendo casi una niña tuvo que escapar con toda su familia, con lo puesto y a pie atravesando media Europa para refugiarse en Francia.

Por lo tanto sabemos muy bien y de primera mano qué significa una guerra, qué dolor es tener que escaparse del lugar donde se nació, perder a sus seres queridos.

Por lo tanto todo lo que se haga para evitar más muertes inútiles, será bienvenido. En este caso específico debemos entender que el pueblo ruso jamás en su historia supo qué es la democracia, jamás disfrutó de libertad en el sentido que los sudamericanos aprendimos. El pueblo ucraniano recién estaba comenzando a probar vivir en democracia, y por ese motivo todavía era una democracia imperfecta (cuál no lo es?).

Nos puede parecer ridículo que determinadas empresas dejen de negociar con Rusia, injusto que se elimine a rusos de deportes internacionales o a un director de orquesta se le despida, pero es peor no hacer nada, y lamentablemente el uso de armas puede llevar a que el conflicto termine con la humanidad toda.

El odio sin fundamento, los nacionalismos extremistas, los fanatismos religiosos, los antiguos imperios venidos a menos, están a la espera de lo que suceda con este conflicto, para avanzar ellos en otros conflictos.

René Descartes escribió: “No hay nada repartido de modo más equitativo que la razón: todo el mundo está convencido de tener suficiente”.

 


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