Enlace Judío México e Israel – El nombre Kemplerer gesta no pocas asociaciones. Algunas exhiben ritmos musicales para quienes lo evocan como Otto, celebrado director de orquesta que cultivó en los inicios del siglo XX cercanos nexos con Gustav Mahler en diversas ciudades europeas.

Adoptó el catolicismo calculando que esta decisión favorecería sus ambiciones personales

Nació judío, pero bien pronto – a semejanza de otros miembros de su ramificada y célebre familia – adoptó el catolicismo calculando que esta decisión favorecería sus ambiciones personales. Transitó de Alemania a USA donde conoció marcados altibajos personales sin renunciar a la dirección de orquestas.

En 1958 residió durante algunos meses en Israel revelando su arte en algunas salas musicales del país. Como homenaje excepcional a su talento el gobierno le concedió la ciudadanía incluyendo el formal pasaporte.

Ulteriormente, aquejado por severas y múltiples dolencias se trasladó a Zurich donde falleció en 1973. Su tumba se encuentra en el cementerio judío de esta ciudad.

Un recorrido que sustancialmente contraste con el de su tío Víctor (1881-1960). En sus años juveniles éste obtuvo prestigio nombre como catedrático y especialista en la literatura francesa. A pesar de las ásperas restricciones que le impusieron a él y a su esposa no judía en el régimen nazi jamás abandonó su país.

Por sus prolijos testimonios de los caracteres y aberraciones de este régimen que se presentan en sus cinco mil páginas de su ineludible Diario y por la vertical honestidad que reveló – en filoso contraste con su tío Otto – más allá de múltiples privaciones en el periodo nazi es ineludible recordarlo.

Víctor prefirió adoptar las prácticas reformistas que al cabo le condujeron a adherir a la fe y a las prácticas protestantes

Hijo de un rabino que emigró desde Polonia a Alemania en búsqueda de una posición algo más promisoria, Víctor prefirió adoptar las prácticas reformistas que al cabo le condujeron a adherir a la fe y a las prácticas protestantes. El cambio le favoreció al iniciar estudios universitarios que tuvieron como tema central la literatura francesa.

Contrajo matrimonio con la protestante Eva Schlemmer, excelente pianista que jamás se distanció de su esposo. En el andar de los años padecieron por igual las restricciones y castigos impuestos por los nazis.

Cuando Víctor fue despedido de su cargo universitario en 1935 por su origen judío. Entonces resolvió iniciar páginas de un diario a fin de apuntar el opresivo carácter del nuevo régimen, las restricciones que gravitaron en su vida incluyendo la consulta de bibliotecas, el uso personal de automóviles y el uso del teléfono, incluyendo la máquina de escribir. Ciertamente, debió vestir la estrella de David y en 1940 fue asilado con su esposa en casas habitadas sólo por judíos unidos en matrimonio con una auténtica alemana.

Los judíos prefirieron el suicidio antes de presentarse a las autoridades policiales nazi

Relata que no pocos de los judíos prefirieron el suicidio antes de presentarse a las autoridades policiales nazi. Incluso les fue vedado tener animales domésticos. Con gran dolor debieron envenenar al amado gato que tenían en el hogar.

En febrero 1945 los nazis resolvieron enviarlos a un campo de concentración donde conocerían el fin. Pero un bombardeo aéreo norteamericano en la ciudad de Dresden donde se encontraban les permitió esquivar este destino. Encontraron refugio en una residencia habitada por una buena amiga de su esposa.

Después de la guerra, Víctor rehusó abandonar Dresden y en las nuevas circunstancias formó parte de Alemania oriental. Su tibia adhesión al credo comunista fue convenientemente tolerada por el nuevo régimen.

El diario

El diario redactado por Víctor en el curso de estos difíciles años presenta testimonios y descripciones ineludibles para cualquier interesado en los oscuros años del régimen nazi. Historiadores como Saul Friedlander y Max Hastings acertaron en ilustrarse con estas páginas.

El Diario fue publicado tres décadas después en Alemania. Durante más de seis meses concentró la atención de los lectores. Y en español en 2001 por editorial Minúscula, España.

Al final de sus días – contaba entonces 63 años- resolvió ajustar cuentas con dos personajes que, a su parecer, ignoraron no sólo las mejores expresiones de la cultura alemana. La traición y la hipocresía habrían modelado sus vidas.

Alude a Hanna Arendt y Gerschom Shalom quienes, según Kemplerer, afearon en desiguales términos la calidad de la cultura alemana.

Tema que nos ocupará en algún futuro.

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