Enlace Judío – Oren Or Biton ha vivido 16 años con Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT) debido a sus actividades durante su servicio militar. Durante una conferencia celebrada recientemente en la Comunidad Sefaradi comparte con el público su trayectoria en las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), así como lo que es vivir con TEPT.

Comienza con una terrible estadística: “El 4 por ciento de los soldados de las fuerzas armadas de Israel elige el suicidio”.

“En Israel no quieren revelar los números. Yo creo que todos tienen que saber qué es el trastorno de estrés postraumático. Un solo suicidio es una tragedia. Cada año se suicidan de 20 a 25 soldados ¿por qué?”, se pregunta.

Oren sirvió en el ejército israelí de 1989-1992. “Desde los 6-7 años soñaba con reclutarme en las fuerzas armadas. Tenía una gran motivación para contribuir al Estado a través de un servicio significativo, al igual que mis hermanos”, dice a la audiencia.

Fue reclutado a una unidad encubierta llamada Yamas, similar a las unidades de Duvdeván y Shimshón, cuyos reclutas sirven en Judea y Samaria (Cisjordania) y la Franja de Gaza respectivamente.

Yamas fue creada a raíz de la primera Intifada para entrenar a espías secretos que se infiltrarían en Judea y Samaria (Cisjordania) y lucharían cara a cara contra los terroristas.

Oren muestra un video detallado de la unidad en el que aparecen soldados vestidos de hombres y mujeres palestinos.

“No es la forma como te vistes o lo que hablas, sino las cosas pequeñas, cómo te mueves. La mirada y cómo te comportas. El corazón late veloz. Está prohibido equivocarse. Sabes que cualquier pequeño error te puede costar la vida y la de tu equipo (….). Hay momentos en los que tú eres uno de ellos, eres parte del pueblo desde una esquina. También en esos momentos percibes el peligro con todos tus sentidos. Sabes que en cualquier momento puede comenzar, y pasa en un segundo. Y comienza, y cuando comienza, algo sale diferente”, dice el video.

“Tu equipo, tus ojos, tu espalda. Tú sabes que están ahí para ti como tú estás ahí para ellos. Al final del día solo quieres volver a casa completo y sano”.

Los soldados viven con el conflicto de mantener el secreto de lo que hacen hasta de las personas más cercanas. “Tienes que conservar tu secreto en tu mente y vivir así”, siempre alerta de lo que puede suceder.

Oren regresa al 26 de agosto de 1992, tres meses antes de renunciar al ejército. Debía ser el primer comando en entrar a un edificio al este de Jenin donde había terroristas armados.

“Llamé a mi equipo, era la mitad de la noche. Eli, uno de mis oficiales, se acercó para despedirse antes de volver a casa donde lo esperaban su esposa y sus hijos. Tenía un bebé de seis meses. Eli decidió quedarse e incorporarse a la misión nocturna”.

La fuerza rodeaba el edificio mientras parte del equipo se enfrentaba a los terroristas en su interior. Oren relata con detalle cómo uno de los terroristas usaba a una niña de seis años como escudo mientras disparaba a los soldados.

En un momento dado, Eli decidió adelantarse a Oren, su comandante. Durante un intercambio de fuego, una bala impactó en la cabeza de Eli y lo mató inmediatamente.

Desde los hombros de uno de sus soldados, Oren arrojó una granada hacia la habitación donde se encontraba un terrorista que disparaba a las fuerzas israelíes fuera del edificio. “Vi la muerte ante mis ojos 3 veces esa noche”, comenta.

Después de 7 horas de lucha fuerzas especiales de Yamam abatieron al segundo terrorista.

“Cuando vi el rostro de Eli, sin vida, sabía que algo me pasó. Había caído una tonelada sobre mi cabeza. Ya no sería el mismo Oren. Veo a mi oficial muerto y pienso: Yo debía haber sido el primero. Él me salvó la vida. Tenía 20 años y ya tenía una gran presión sobre mi”, dice.

Tres semanas después de la muerte de Eli, Oren regresa a casa envuelto en llanto. Su madre lo recibe afligida, en llanto también. Oren se dirige a su habitación. Piensa y se dice a sí mismo que no quiere vivir más. Toma su arma y apunta a la cabeza mientras pronuncia la plegaria de Shemá Israel. En ese momento entra su madre, grita y brinca sobre su hijo, le pega en la mano, el arma cae y sale el balazo, relata.

Tras el incidente en Jenin, uno de tantos en los que vio la muerte ante sus ojos y perdió a otros soldados, Oren decide dejar la unidad y abandonar el ejército. Seis años más tarde es diagnosticado con Trastorno de Estrés Postraumático.

Muchos soldados y miembros de equipos de rescate padecen de trastorno de estrés postraumático pero sus familias y amigos, sus alrededores sufren las consecuencias.

“Me levantaba a la mitad de la noche, corría, gritaba ‘¡fuego, fuego, fuego, baja! Después sentía que alguien me tocaba el hombro y me decía que regresara a dormir, era mi esposa”, recuerda.

“Recuerdo que iba al médico y le decía: ‘Siento que me va a dar un ataque al corazón. Siento mucho estrés, como que me voy a morir’. Me mandó a hacer un estudio y me dice, ‘estás bien, vete a casa, de qué hablas’. Nadie puso el punto y dijo que tal vez padezco de estrés postraumático, nadie lo decía”.

Oren Or Biton eligió vivir y conquistar el trastorno, como él lo expresa. Asegura que todos pueden vivir con estrés postraumático. Fundó y actualmente dirige la organización Trauma4Good, un grupo de voluntarios dedicado a identificar y ayudar a soldados o veteranos de las FDI que sufren de TEPT.

En más de 3 años desde su creación, la ONG ha ayudado a más de 60 veteranos militares para que sean reconocidos con TEPT por el gobierno de Israel. Durante 7 años, la organización proporciona a los veteranos educación, empleo y todo lo que necesitan para subsistir. Después de este periodo, ellos eligen una actividad para la comunidad y así regresan a la sociedad la ayuda que obtuvieron. “Eligen hacer con el trauma algo bueno para la comunidad’, subraya Oren.

“Mi misión ahora es dar. Ayudar a todas las personas en esta situación. Ayudar a soldados de las FDI que hayan sufrido esto. Soy una persona normativa. Quiero ayudar, pero dentro de mí el sufrimiento es muy grande. Y el problema es algo que tienes que vivir para entenderlo”, dice desde un video.

Comenta el caso de un chico que abandonó el ejército tras la muerte de un buen amigo en combate. El chico acudió a él tras la fundación de Trauma4Good. Oren le prometió que será atendido una vez que la incipiente organización recaudara los fondos necesarios. Tres semanas después de esa conversación el chico se suicidó, se tiró del piso 14 de un edificio. “No alcanzamos a ayudarlo, Z”L”, lamenta Oren.

Trauma4Good refiere a veteranos del ejército a un psiquiatra para un diagnóstico. Una vez que la persona es diagnosticada con TEPT, es enviada a un abogado para determinar si el trastorno está efectivamente vinculado con su servicio militar. La organización crea un formulario y lo envía al ejército para comenzar con el proceso de asistencia y rehabilitación.

En su obra titulada Javit Nefetz (Barril de Pólvora), Oren relata su historia y describe incidentes que vivió durante su servicio militar que desencadenaron el trauma, al tiempo que ofrece una investigación exhaustiva del Trastorno de Estrés Postraumático.

En los últimos años, Oren viaja por el mundo con el fin de crear consciencia sobre el TEPT y cómo afecta a familias enteras. Ofrece entrevistas a los medios de comunicación, se dirige al ejército, a la policía, a la Knéset y pide crear una comisión para investigar el estrés postraumático. “No quiero escuchar que ni un soldado más se suicida por este trastorno”, dice a la audiencia.

Hoy ve su trayectoria como una historia de éxito. Comparte con el público imágenes de sus hijos y su esposa en festividades. “Somos una familia feliz, una familia fuerte. Ahora me siento más protegido”, expresa y explica que aún así, toda la familia se ve afectada y requiere ayuda psicológica.

Afirma que si pudiera regresar a su unidad lo haría. Es algo que le ha inculcado a sus hijos: servir en una unidad especial. Ofer, uno de sus hijos, sirvió en la misma unidad que su padre. “Tenemos un solo Estado, el Estado de Israel. Debemos protegerlo y cada uno debe hacer lo mejor que puede para protegerlo”, recalca.

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