Enlace Judío México e Israel – A lo largo de la Edad Media, el misticismo judío tuvo un desarrollo impresionante que nos lleva directamente al producto de mayor relevancia: la Cabalá. Esta corriente mística ha sido entendida por varios especialistas desde el plano de la historia y del estudio de las religiones como un modelo “teosófico-teúrgico”, es decir, una mezcla del pensamiento lógico religioso y las prácticas mágicas.

Cuando hablamos de la Cabalá se despliega un universo vasto de conceptos que van desde el pensamiento medieval hasta la meditación, y es imposible encontrar alguna línea de pensamiento esotérico occidental que no haya sido permeada por las ideas cabalísticas, especialmente a finales del siglo XX, cuando la propuesta ideológica del llamado New Age, resaltó la importancia de esta corriente mística.

Sin embargo, al adentrarnos en el origen de la Cabalá, descubrimos que dicha corriente surgió en la Sefarad de los siglos XII al XIV. Posteriormente los conocimientos de este pensamiento críptico se extendieron por Safed y el antiguo Sacro Imperio Romano Germánico hasta ser absorbido por muchas de las comunidades jasídicas ashkenazim de los siglos XVII al XX. Sabemos que la Cabalá tiene un origen histórico en círculos místicos de sabios que estuvieron en el antiguo reino de Aragón y de Castilla, en ciudades como Girona o provincias como León. Los sabios o jajamim místicos desarrollaron un complejo sistema de entendimiento de la divinidad.

Ahora bien, ante tanta creatividad y desarrollo intelectual surge una duda importante: ¿de dónde deviene el conocimiento de la Cabalá establecido en el Zohar? Este libro que se traduce como “resplandor” es la base de la Cabalá, una especie de instructivo en donde las normas del pensamiento teosófico-teúrgico se ordenan bajo los principios de las sefirot y su árbol. Es aquí donde se nos descubre un mundo fantástico de tradición literaria.

Nuestro viaje comienza en el siglo primero de la era común. Previo a la destrucción del Segundo Bet HaMikdash existían varios tipos de judaísmo que han sido llamados como “sectarios” por la historiografía. Dentro de estos grupos nos encontramos con uno en particular, una serie de místicos que dieron un valor a las letras que conforman el alefbet. Ellos vieron estas letras como lo más cercano que el pueblo judío tenía con la divinidad, y desarrollaron un sistema de comparación de dichas letras, mismo que contenía valores numéricos y espaciales. Cada una de las 22 letras del alefbet se ligaba con un número, un órgano corporal, un planeta y un signo zodiacal.

Cuando doy clases de arte y pensamiento judío, veo como algunos de mis estudiantes se incomodan con esta relación entre valores religiosos judíos y no judíos, pero siempre explico, citando a mi amigo y maestro Daniel Fainstein, que “el judaísmo no surgió en la luna”. De esta manera podemos observar el desarrollo del judaísmo a unas luces más modernas que develan un panorama mucho más extenso. La relación de conceptos religiosos judíos con elementos “paganos” ha existido desde la antigüedad, basta recordar los bellos mosaicos zodiacales en las sinagogas de los siglos II al IV de nuestra era.

Cabalá
Mosaico del calendario zodiacal en la sinagoga de Beit Alfa, Israel. (Imagen tomada de wikicommons).

Siguiendo con la relación de las letras con valores extranjeros, podemos también mencionar que esta intersección cultural no se dio exclusivamente por cuestiones de asimilación cultural o religiosa, sino que tenía un objetivo final más profundo, incluir los valores religiosos del judaísmo en un universo del todo; es decir, entender que las letras hebreas podían explicar el misterio del cuerpo humano o del universo y usarlas como un modo vigente de entendimiento. Así se construyó un código muy complejo y valioso, mismo que quedó plasmado en un documento llamado Sefer Yetzirah o libro de la creación.

En la actualidad, los investigadores y especialistas discuten la temporalidad histórica del libro, toda vez que algunas fuentes establecen que es del siglo I y otras lo ubican hasta el siglo VIII de la era común. Sea como fuere, este libro recoge una serie de aprendizajes y enseñanzas que se mantuvieron en la oralidad por siglos y que son la base del pensamiento místico temprano judío.

Durante el paso de los siglos, el Sefer Yetzirah influyó en un compendio literario judío que se desarrolló en el periodo que hoy llamamos como románico, es decir desde la caída de Roma en 470 hasta el surgimiento de la Edad Media, cercano al siglo VI. El pensamiento místico judío del Sefer Yetzirah influyó en nuevos libros místico-mágicos o mejor dicho teosófico-teúrgicos. Esta colección contiene una serie de tomos, todos ellos de autoría anónima y colectiva que muestran una serie de hechizos que pueden hacer que baje de los cielos la mítica Merkavá, o dar las pistas para atravesar una serie de salones en búsqueda del Trono Divino. Estos libros son: El libro de Enoch; Heijalot Rabbatu o El gran libro de los palacios celestiales; Heijalot Zutarti o El menor de los palacios; Ma´ase Merkabah o El trabajo del carro de fuego; Merkabah Rabah o El gran libro del carro de fuego; Sar HaTorah o El príncipe de la Torah; y finalmente Shiur Komah o La medida del cuerpo divino; todos estos libros se encuentran bajo un solo nombre: Literatura de las Heijalot.

Estos textos fueron muy populares entre los místicos judíos y también cristianos, porque es importante mencionar que a la par de la construcción de dichos libros, el cristianismo edificaba a su vez la mística cristiana con el intelecto de hombres y mujeres de un pensamiento elevado, tales como la monja Hildegarda Von Bingen. Muchos son los historiadores que han encontrado la influencia de ambas místicas a través del intercambio de ideas y de libros. La literatura de las Heijalot sentó las bases de una nueva generación de libros que se redactaron entre los siglos X y XIII de nuestra era, tal es el caso de un documento muy particular, un grimorio judío.

El grimorio es un libro medieval que contiene específicamente dibujos y diagramas para hacer hechizos. Los hay desde el siglo VIII y su historia es fascinante. El cristianismo está repleto de grimorios que, por razones obvias, fueron perseguidos por el clero romano y la inquisición. Dentro de estos grimorios se encuentra uno que probablemente fue hecho dentro de la comunidad judía europea: El Sefer Raziel Ha-Malaj, que se traduce como el libro del ángel, o arcángel, Raziel. Este documento atribuido a la pluma de Adán, fue realmente escrito hacia el siglo XIII y entre sus hojas contiene una serie de dibujos que buscan explicar el origen de cada letra del alefbet.

Dentro de esta búsqueda, el Sefer Raziel Ha-Malaj traza por primera vez un árbol de la vida o árbol de las sefirot. Este documento estuvo en el mismo círculo judío místico hispano y llegó a las manos de alguien que generó otro texto, el Sefer Ha-Temuná, que puede traducirse como “El libro de la figura”.

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Página del Sefer Raziel Ha-Malaj en donde aparecen una serie de símbolos judíos mágicos. En la última franja de símbolos aparece un esquema del árbol de las sefirot. (Imagen tomada de wikicommons).

Este documento es de suma importancia, toda vez que entre sus hojas se muestra por primera vez el concepto de 10 sefirot, 22 letras del alefbet y la suma de éstos, que da 32 caminos de sabiduría. El Sefer Ha-Temuná encontró una manera de recopilar y sintetizar la sabiduría del Sefer Yetzirah y de la literatura de las Heijalot para darle un sentido más gráfico y místico que el que encontramos en el Sefer Raziel. De tal suerte que, entre las páginas del Libro de la figura se encuentra la explicación primigenia del famoso árbol de la Cabalá que tanto conocemos. La primera edición impresa del Sefer Ha-Temuná fue publicada en Cracovia hacia 1599; posteriormente se realizó una edición en Polonia en 1784, misma que ha desaparecido y solo sabemos de ella por referencias históricas.

Finalmente, la edición más reciente es de la ciudad de Lemberg, Ucrania, y fue impresa en 1892. De ésta última se desprenden las impresiones actuales que ustedes pueden adquirir por una módica cantidad en internet o librerías de renombre.

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Página del Sefer Ha-Temuná. (Imagen tomada de wikicommons).

La historia del Sefer Ha-Temuná me parece fascinante. Entre sus hojas se despliega el pensamiento mágico y religioso de varias generaciones que construyeron compendios literarios que pervivieron a lo largo de lo que hoy llamamos Edad Media. Es importante mencionar que cuando se construyó el Zohar, los jajamim responsables decidieron no dar el crédito de parte de su conocimiento proveniente del Libro de la Figura. Con el auge del Zohar, los místicos recurrieron a él sin adentrarse mucho en las bases que le dieron forma. El Sefer Ha-Temuná quedó dentro del estudio del mundo ashkenazim y llegó a nuestros días, representando el origen del árbol de la Cabalá y la recopilación de siglos de historia, creatividad y religión.


 

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