Enlace Judío – Israel registró el domingo más de 10,000 nuevos casos de COVID-19, la cifra más alta desde el 4 de abril, según los datos del Ministerio de Salud publicados este lunes, informó Haaretz.

Actualmente hay 51,656 casos de COVID-19 en todo el país, un aumento del 55.4% en la última semana. Un total de 10,202 personas dieron positivo al virus en un solo día, con 170 pacientes en estado grave, un incremento del 95.4% respecto a la semana pasada.

“Creo que podemos empezar a llamar a esto una nueva ola”, dijo este domingo el director general del Ministerio de Salud, profesor Najman Ash, a la radio 103FM, y agregó que aunque las tasas de infección han aumentado, el índice de mortalidad se mantiene igual. “Espero que podamos superar esto sin restricciones especiales”.

“Tenemos cuidado con la terminología, porque hace un mes más o menos tuvimos algo así: se registró un aumento y disminuyó rápidamente. Esta vez es realmente diferente debido a la nueva subvariante BA-5 que es más contagiosa”, explicó.

Ash pidió nuevamente a personas en riesgo utilizar cubrebocas en espacios cerrados.

Hasta la semana pasada, la subvariante BA.5 representaba el 70% de las infecciones en Israel, y la BA2.12.1 hasta el 12%. Ambas subvariantes de Ómicron son del 15 al 25 por ciento más contagiosas que la BA.2.

Los nuevos casos diarios alcanzaron un máximo de más de 15,000 a finales de marzo, y disminuyeron a 2,000 a finales de mayo. Sin embargo, en las últimas semanas se registró un nuevo aumento. Actualmente la tasa R, que representa el promedio de personas que infecta cada portador de COVID-19, es de 1.32.

“El aumento de los casos se debe a una combinación de varios factores: las nuevas subvariantes de más rápida propagación, como la BA5, la fatiga del COVID y la inercia de la vacunación, explicó el profesor Nadav Davidovitch“, director de la Escuela de Salud Pública de la Universidad Ben-Gurión del Néguev, en Be’er Sheva.

“Ahora hay una gran propagación entre la población y las cifras actuales no cuentan toda la historia. La política de pruebas es menos confiable en comparación con el pasado, por lo que el número de pacientes hospitalizados es más fiable como base para formular la política”, dijo.

Davidovitch sugirió abrir más salas de COVID-19, reintroducir “políticas de pruebas más organizadas” y reimponer el uso de cubrebocas en espacios cerrados.

“No creo que debamos volver a restricciones estrictas, pero es necesario invertir en el sistema, desde la vigilancia hasta la comunidad y los hospitales. El personal sanitario está desbordado y hay mucho agotamiento”, enfatizó.

“Creo que la terminología de ola no es útil ahora, el COVID-19 está para quedarse y con la dinámica de las variantes habrá cambios en las tasas de infección“, concluyó.

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