Enlace Judío México e Israel – La historia de Genie Milgrom es también una parte de la historia del mundo. Al desenterrarla, esta autora y activista ha desempolvado también uno de los más sombríos capítulos de la humanidad. Ahora, un documental narrará los sucesos que la llevaron a indagar en los archivos de la Inquisición y en los recovecos de su alma. 

Toda la información puede encontrarse en el sitio https://www.cdrfilm.com/ o al correo electrónico del proyecto: [email protected]

 

 

Enlace Judío ha conversado anteriormente con Genie Milgrom. Cubana emigrada a Miami a temprana edad, formada como católica en el seno de una familia tradicional, Milgrom descubrió el pasado sefardí de su ascendencia y, siguiendo un llamado interior muy profundo, se convirtió al judaísmo. Ha sido capaz de rastrear su genealogía 623 años atrás y ha descubierto que muchos de sus antepasados fueron perseguidos, forzados a la conversión o asesinados por la Inquisición en España y Portugal.

Desde entonces, Milgrom ha dedicado su vida a luchar por el reconocimiento de las atrocidades cometidas por la Inquisición, sí, pero sobre todo a ayudar a otras personas que, como ella, descienden de los criptojudíos y quieren recuperar esa memoria histórica y, en algunos casos, incluso abrazar la fe judía.

Por muchos años, la colombiana Diana Lindarte ( Instagram @dianaibbur Facebook Diana Lindartew) siguió con pasión los pasos de Milgrom a la distancia. Leyó sus libros, conoció su trabajo y la tomó como referencia para realizar su propia investigación respecto al pasado sefardí de España. Luego, la contactó y entablaron una relación que, ahora, está por germinar en la forma de un documental.

“Fue en un momento de la pandemia, en 2020, que dije ‘no, yo tengo que contar esta historia’. “, dice Lindarte, en entrevista remota con Enlace Judío, en la que también está presente Milgrom para narrar el génesis, el estado actual y la ambición detrás de Genie: A Crypto-descendant Revealed.

“Yo llevo muchos años haciendo research sobre criptojudaísmo… En realidad, es un research muy complejo sobre sefaradismo, pero envuelve los criptojudíos, envuelve la haketía, el ladino, envuelve música de Al-Andalus…”, continúa Lindarte, y asegura que “es tiempo, esta historia debe contarse, en todos los festivales de cine judío y en el mundo.”

Aunque se muestra renuente a contar su propia historia, la cineasta deja entrever que ella misma tiene ascendencia sefardí. Aunque radicada en Brasil, sus raíces paternas yacen en Antioquia, Colombia, uno de los primeros lugares de asentamiento de los expulsados judíos en Sudamérica. Su padre, que no se identifica con el judaísmo, solía hablar sobre los judíos antioqueños, lo que comenzó a despertar esa curiosidad que está por cristalizarse en la forma de una película.

“No fue la primera vez que me contactaron para hacer una película pero yo, para usar un término cubano, me hacía la chiva loca”, dice por su parte Milgrom y agrega: “Quizás yo soy el nombre de la película pero estoy representando a tantas personas…” Para cientos de anusim, Genie ha sido una guía, una acompañante que, a la distancia, ha facilitado la transición hacia un judaísmo enterrado por siglos.

Ahora, con este filme, Milgrom quiere dar un paso más allá, aunque está consciente de los riesgos que ello implica. “Yo sé que me estoy exponiendo a muchas críticas, a muchas personas, a nivel mundial, que no creen que este fenómeno existe. Ese es uno de los mayores motivos (por los) que yo no había querido hacer esto antes; pero en Diana encontré, hemos hecho una amistad, la respeto muchísimo, y yo considero que ella va a poder desenvolver esta historia de una manera delicada.”

Proyecto en gestación

Genie no es todavía una realidad. Se trata de un proyecto que se encuentra en proceso y que todavía deberá de enfrentar retos titánicos hasta materializarse.  “No soy una (casa) productora”,  dice Diana Lindarte, y aclara que su película será “totalmente independiente”, por lo que se encuentra en búsqueda de recursos y aliados para materializarla.  Sin embargo, “pensamos que en septiembre, a más tardar, ya queremos estar grabando.”

Y será en el sitio en el que Milgrom halló sus raíces más remotas (ha logrado rastrear a 22 “abuelas” de su genealogía), donde la aventura fílmica de Lindarte comience. “Vamos a ir a Fermoselle, que queda en la provincia de Zamora (España). Mi idea es llegar a captar la esencia de la ciudad, la atmósfera de la arquitectura, es decir, todos esos lugares que Genie recorrió caminando, todos esos lugares que Genie tocó con sus manos” para identificar las huellas de ese judaísmo proscrito, que quedaron impresas ahí.

“También queremos ir a Évora, a Coimbra”, ciudades portuguesas a las que huyeron en su momento los antepasados de Milgrom y donde todavía existen huellas materiales y documentales de ese judaísmo desterrado, perseguido y muchas veces asesinado por los inquisidores.

“La importancia de Évora y Coimbra”, dice Milgrom, “es que no solo mataron a mi gente ahí, la quemaron, sino que quedan partes de las cárceles, que uno las puede ver, las puede oler, las puede tocar. Y también está la Corte Grande del Inquisidor en Évora. Así que vemos que es una importancia brutal” la que tienen dichas ciudades para contar la historia.

Pero la cinta no solo se propone revisar la historia sino que busca entender la relación actual de gente como Milgrom con las muy diversas comunidades judías. “Lo interesante es ver el punto de vista de los diferentes grupos judíos hacia personas como yo. Tenemos el grupo de los ashkenazí, tenemos el grupo de los sefarditas, o sea que hay muchos diferentes grupos (y queremos mostrar) cómo es que ven a los anusim.”

Quemaron vivas a mis abuelas por decir un rezo encima de unas velas

Casada con un ashkenazi ortodoxo, Milgrom ha tenido una relación difícil con otros judíos, una relación que ella ha construido tenazmente y que la llevó a tocar puertas al propio tribunal judío en Jerusalén, el Beit Din, hasta donde viajó para llevar su investigación genealógica y obtener el respaldo de los grandes rabinos.

Luego de años de lucha, Milgrom ha conquistado el reconocimiento del mundo judío pero, a la vez, ha tenido que luchar por conservar la armonía dentro de su familia de origen, que nunca mostró interés por revivir su pasado hebreo, y que continúa practicando el catolicismo con fervor. El costo emocional de la lucha de Milgrom, sin embargo:

“Para mí vale la pena porque —siendo una mujer judía— estoy completamente validada. Por todo el trabajo que yo paso, yo me siento que estoy donde siempre tuve que estar. Estoy parada donde estaban paradas mis abuelas. Fueran 15, 22, cuales fueran, les quitaron la voz, les quitaron los derechos, las quemaban vivas solo por querer practicar y decir un rezo encima de unas velas. Yo considero que estoy aguantando la antorcha que esas pobres abuelitas no pudieron hacerlo, así que por esa parte me siento súper, súper validada.”

Una herida enterrada pero abierta

Para Lindarte, el asunto de los criptojudíos, de la expulsión y de la asimilación a las sociedades latinoamericanas tiene repercusiones graves, incluso en la identidad de dichas sociedades en su conjunto, hoy en día. Esas heridas surgen “después de que somos conscientes de que una historia tan grave ha sido ocultada por tanto tiempo.”

Así como la Corona española desterró a miles de judíos, la narrativa oficial ha desterrado el tema de las aulas, “de nuestros libros de historia, de nuestra educación, cuando somos niños en América Latina, cuando el eurocentrismo siempre ha ganado su lugar, y cuando se ha contado la mitad de la historia, tal vez.”

Pero aunque enterradas, las heridas surgen “cuando ves lo importante y fundamental que era para el mundo la biblioteca de Toledo y todas las bibliotecas importantes de la era de oro sefardí, todo el conocimiento que se quemó, todo el asesinato epistémico que sufrieron las personas. La noción de la pérdida nace al “entender que ser sefardí es algo muy complejo… Era una población cosmopolita, era una población llena de desarrollos científicos, de conocimientos, de mucha colaboración con el mundo árabe. Entonces, yo creo que vale tanto la pena hacer validar esa historia que se murió, ese asesinato epistémico.”

Lindarte busca indagar en las heridas de su protagonista para entender, también, las heridas de toda una sociedad, unas heridas causadas por el ocultamiento de la verdad histórica. “Aquella cicatriz, aquel dolor, aquel malestar también se manifiesta socialmente. Yo estoy muy segura de eso. El conflicto de identidad genera un malestar social.”

Es como si, a través de una historia, Lindarte se propusiera contar la Historia

“Quiero mostrarles en el documental cómo es que se tiene que convivir con ese paso de haber sido católica por 300, 500 años, a volverte judía 100% otra vez, cuando toda tu familia no tiene el mismo llamado, sensación, o la misma necesidad de hacer esa reparación histórica, con tu historia personal, con la historia de tu continente, y con un accidente, con una tragedia que le sucedió al mundo.”

A través de su película, Lindarte quiere “llegar a tener una narrativa que pueda tocar las fibras de las personas que están en este proceso (pero también) de los judíos que tal vez nunca han pasado por este proceso porque nacieron judíos, pero que puedan entender que es una cuestión muy dura, que es un proceso que mueve mucho los sentimientos, las relaciones interpersonales, en fin…”

La reparación histórica de América Latina y de su identidad

Y también “poder aportarle un poquito a la reparación histórica de América Latina y de su identidad“, pues “si la gente resolviera su identidad y se diera cuenta que también hay algo de ellos en esa gran tragedia de 1492, el mundo se transformaría un poco. Yo sé que esto es un poco utópico pero la parte más importante del documental es ese momento donde las personas van a decir ‘un momento, esto me está interpelando a mí. No soy judío pero esto también me interpela. Esto me mueve’.”

La investigación de Lindarte ha sido exhaustiva y sigue en marcha. Se propone abrir una especie de baúl histórico que ha permanecido cerrado por demasiado tiempo.

“Cuando Genie abre esta caja de procesos inquisitoriales (uno se pregunta) cómo es que estaban ahí todo este tiempo, cómo puede ser que llevaban siglos guardados —y qué bueno que no se han destruido—, llevamos un montón de tiempo ignorando la historia de la cual dependen muchas partes del mundo, no solo América Latina, en realidad incide mucho en las Américas, pero claro, también incide mucho en Ámsterdam, incide incluso en Londres y en algunas partes del Imperio Otomano…”

Al indagar, Lindarte ha hecho varios descubrimientos, y no descarta seguirlos haciendo mientras documenta, prepara y filma su documental.

“Uno de mis mayores descubrimientos fue algo que comenzó en mí como una intuición, y es entender que el judaísmo no es una cosa homogénea (…) y que se tiene que entender también como algo que ha sido afectado directamente por el eurocentrismo que nació en 1492. Si no se entiende el eurocentrismo, si no entendemos que hay un montón de cosas como el racismo, la cuestión de clase, que afectan al judaísmo como un todo, no vamos a poder entender cómo hacer para que una sociedad como la criptojudía, los anusim se puedan juntar y no queden aislados, fuera de contexto y fuera de comunidad.

“Otro hallazgo maravilloso (fue) darme cuenta que un montón de cosas que han sido digitalizadas en Torre do Tombo fue gracias a la gestión de Genie. Es algo histórico. Yo lo llamo reparación histórica porque el hecho que tú puedas acceder y leer el original de un proceso inquisitorial es un gran lujo que nos estamos dando en esta época.”

Para que los planes de realizar el documental no se queden enterrados como la historia de los criptojudíos, Lindarte necesita la colaboración de tanta gente como sea posible. Por eso, está emprendiendo una campaña de crowfunding,  fondeo colectivo (los donadores obtendrán recompensas) y agradece toda iniciativa de ayuda o participación de profesionales del cine que quieran sumarse a la causa.

 

 

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