Enlace Judío México e Israel – Yael Aspani convirtió el dolor en luz. Creó la fundación Rey Salomón, que recaba leche materna para que bebés enfermos puedan alimentarse en un hospital del Estado de México. Conversamos con ella en exclusiva.

 

EL 15 de octubre de 2021 nació Shelomo Jaim, el primer hijo de Yael Aspani. Pero la felicidad de esta joven madre fue interrumpida muy pronto. “Shelomo Jaim nace con una condición que se conoce como atresia esofágica. Es una malformación que se encuentra en el esófago, que ataca uno de cada 4000 bebés.”

Se trata de una malformación que impide que los bebés puedan alimentarse más que por vía intravenosa. Otros bebés, sin embargo, no pueden alimentarse con leche materna porque sus mamás no logran producirla o por otras razones.

“Tenemos que tomar en cuenta que estamos hablando de bebés, en primer lugar, que están hospitalizados. En muchas ocasiones las mamás de estos bebés tienen alguna condición por la que necesitan ingerir algún medicamento que está contraindicado con la lactancia”, explica Yael.

Agrega que “hay algunas otras ocasiones que las mamás son portadoras de alguna enfermedad, por ejemplo, como las de transmisión sexual, VIH, sífilis o también hepatitis B o C, y estas enfermedades también se transmiten por vía de la leche materna.”

En escenarios más dramáticos, “las mamás fallecen durante o después del parto y obviamente estos bebés no tienen alcance a la leche materna directa, segura y pues así como estos hay muchos casos que por alguna razón las mamás no pueden alimentar a sus bebés.”

Una necesidad apremiante

“Me gustaría compartir un poco los números de la necesidad del banco de leche para que dimensionemos la necesidad que existe”, dice Aspani. “Porque hay veces que pensamos que estas mamás son mínimas o decimos ‘bueno, pero ¿qué porcentaje de mamás tienen una enfermedad de este tipo? ¿Qué porcentaje de mamás ingiere un medicamento?”

Aunque no conozcamos el porcentaje, el hospital en cuestión puede servir como un botón de muestra de la dimensión del problema: “el banco de leche del Hospital Mónica Pretelini tiene una necesidad de hasta 20 litros de leche materna diarios, de los cuales únicamente capta más o menos alrededor de siete litros.

Imposibilitado su bebé de alimentarse de su leche, para Yael Aspani la extracción y almacenamiento fue una práctica obligada desde el comienzo de su maternidad.

“Cuando nació mi bebé, obviamente, como ya dije, no lo podía alimentar (…). Entonces yo todo el tiempo me estaba extrayendo leche pensando en el día en que él saliera del hospital, poderla tener congelada y obviamente mantener la producción de esta leche para el momento en que hubiera salido del hospital.”

Aspani almacenó litros de leche en el congelador y, cuando fue al Hospital Ángeles a preguntar si podía donarla, se enteró de que esa institución no acepta leche materna donada. Entonces acudió al hospital Mónica Pretelini, en el Estado de México.

Ahí la enteraron de la situación, le explicaron el procedimiento que hay que realizar para donar y, finalmente, recibieron su leche.

Así nació la idea: que así como Yael pudo donar su leche, hacer una campaña o una fundación, un proyecto, un algo donde se fomente  la donación de leche

Yael ha logrado que, en muy poco tiempo de existencia, la Fundación Rey Salomón haya podido reclutar a 100 madres donadoras. Un buen inicio para una misión titánica.

La recaudación

Para que una madre pueda donar su leche, ya sea toda o un excedente, no basta su intención: debe seguir un procedimiento que garantice la seguridad de los bebés que se beneficiarán de la donación.

“Antes de antes de recaudar la leche, hay un proceso un poco largo (para) verificar que las mamás donadoras sean personas sanas y que sean personas que sean aptas para la donación, porque no cualquier mamá puede donar su leche materna”, aclara Aspani.

La Fundación Rey Salomón entrevista a las madres candidatas, les pregunta sobre su estado de salud y sobre sus hábitos. “Por ejemplo, si consume alguna sustancia como alcohol, tabaco o cualquier sustancia que podría ser perjudicial para algún bebé. También se pregunta un poco sobre sus antecedentes, sobre su salud.”

Luego se les explica cómo debe extraerse y almacenarse la leche para conservarla en buen estado y con higiene. “Las mamás muchas veces sí saben cómo extraerse leche, pero estamos hablando de bebés que están hospitalizados y que tienen un estado delicado de salud. Entonces, obviamente, el proceso de higiene es mucho mayor y es las medidas hay que ser mucho más cautelosos en ellas.”

El siguiente paso es realizar una prueba de sangre que se toma por punción en el dedo. Una prueba rápida que descarta la presencia de VIH y sífilis, “y ya después de que terminó todo este proceso, la mamá puede empezar a donar en cuanto ella desee. O sea, se le entregan sus frascos de cristal con tapa plástica ya esterilizados, listos para almacenar leche materna y ella, en cuanto guste, puede empezar con con sus extracciones y con la donación de leche.”

Una vez que la fundación ha hecho su trabajo, el personal del hospital recauda la leche. “Ellos tienen la hielera y toda la infraestructura adecuada para poder recaudar la leche y que no se vaya a echar a perder en el camino de trasladarla de los domicilios hasta el hospital, que está en Toluca.”

La logística implica trazar rutas y establecer días de recolección para que el personal del hospital acuda a los domicilios de las madres donadoras, recoja la leche y la traslade hasta su destino. Pero la leche todavía debe pasar por otros procesos importantes.

“Una vez que llega la leche al hospital, pasa por algunas pruebas antes de ser liberada para los bebés”, explica Aspani. “La primera prueba que se le hace a la leche se llama acidez Dornic. Esta prueba se mide el grado de acidez. Muchas veces puede salir alterada cuando las medidas de higiene no fueron las adecuadas a la hora de la extracción o cuando estuvo la leche mucho tiempo, por ejemplo a temperatura ambiente, y no se congeló de una manera rápida.”

Luego, la leche es sometida a otra prueba, que determina el nivel calórico que posee. “Hay leches que tienen muchas calorías, hay leches que tienen pocas calorías… se miden todos estos datos y de acuerdo a la cantidad de calorías que tiene cada leche, se administra, depende el padecimiento de cada bebé, ya que hay bebitos que por el tipo de padecimiento que tienen necesitan una leche de muchas calorías, por ejemplo.”

El tercer paso es la pasteurización de la sustancia, “donde se descarta la posibilidad de que exista algún microorganismo, alguna bacteria, algo que la pueda dañar a la leche. Y por último se hace un cultivo bacteriológico. Ya después de que se hacen estos cuatro procedimientos, la leche puede durar en congelación hasta seis meses e irse liberando.”

Una forma diferente de presencia

Luego de múltiples intervenciones quirúrgicas y de permanecer 20 días en terapia intensiva, Shelomo Jaim perdió la vida. “Obviamente, esto fue un golpe desgarrador. Ha sido un proceso muy difícil”, admite Aspani.

“Este proyecto tiene como principal objetivo honrar su nombre. Sabemos que la mejor manera de honrar y elevar el nombre de Shelomo Jaim será ayudando a otros. Esta será la mejor manera de honrarlo y de tenerlo con nosotros cada día, en cada momento y en cada segundo de todos nuestros días.”

Rápidamente, Aspani supo convertir su duelo en acción.

“La verdad es que la gente con la que nos hemos acercado o que ha escuchado de esto lo ha tomado de una manera muy empática. Las mamás que están en esta época de la vida, en la época de la lactancia, la mayor parte de ellas, cuando escuchan esto, quieren participar muy entusiasmadas y compartir un poco de la bendición que tienen con sus propios bebés para compartirla con otros más.”

A través de una acción material, Yael Aspani busca “hacer alguna diferencia en la vida de alguien más y poder tener a Shelomo Jaim en nuestras vidas de una manera diferente, no de una manera material y física, como todos estamos acostumbrados a estar con nuestros hijos, pero sí de una manera mucho más extraordinaria y de un nivel más allá de lo que estamos acostumbrados.”

Convertido en una acción bondadosa, el dolor inmenso de perder a un hijo se ha convertido para ella en una fuerza transformadora. “Creemos que esto ha sido un pilar básico para sanar este duelo, para saber que de alguna manera estamos siendo parte en la recuperación de cientos de bebés que se salen de alta hospitalaria todos los días gracias a estas donaciones, de todas estas mamás que han decidido ser partícipes en este proyecto tan humano y con tanto corazón.”

El trabajo de educación ha sido fundamental para la Fundación Rey Salomón. “Nosotros empezamos y no teníamos idea cómo iba a ser la respuesta de la gente, porque desafortunadamente es una cultura que todavía no se escucha mucho, al menos en la comunidad, o es algo que no se conoce. Es algo que hay que trabajar para fomentar porque es algo hermoso y algo increíble.”

Pero los resultados han sido visibles. “Empezamos con diez donadores, a lo mejor o menos, y pues poco a poco la gente se ha ido enterando, ha ido escuchando y afortunadamente muchas mamás se han sumado a querer ser parte de esta hermosa causa. El día de hoy, la Fundación Rey Salomón tiene más de 100 donadores activas, que están participando con nosotros más o menos semana a semana, día con día.”

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