Enlace Judío México e Israel – Israel se encamina a una quinta jornada electoral en menos de cuatro años. La intrincada anatomía de la política israelí hace difícil la formación de coaliciones capaces de sostener un gobierno por mucho tiempo, y los problemas domésticos, aunados a los conflictos internacionales, condimentan un escenario político complejo.

“16 partidos compiten entre sí por el poder, y esto revela un escenario sumamente complicado, porque los partidos presentan diferentes matices”, explica el analista político Joseph Horada, en exclusiva, para Enlace Judío.

“Hay algunos partidos que apoyan la causa secular, sionista, etcétera”, dice Hodara, quien también señala que, al mismo tiempo, existen partidos árabes y otros judíos, ultraortodoxos, que ni siquiera reconocen abiertamente la legitimidad del Estado de Israel, al menos en tanto uno secular.

“No dejo de sorprenderme”, dice Hodara, quien está por cumplir 70 años de haber llegado a este país que, pese a contar con una población árabe de 22% y una ortodoxa de otro 15%, Israel “sobrevive y se ha convertido en una potencia tecnológica y militar.”

Sobre los conflictos internos que dan forma a la complicada situación actual que viven los israelíes, Hodara resalta el descontento del magisterio, que ha emplazado a huelga para el primer día del próximo mes, en demanda de un aumento salarial.

“El segundo problema es el tema de la vivienda. La construcción de nuevas viviendas en Israel se ha demorado al punto tal que, una vivienda (…), un departamento como este, de cuatro habitaciones, que en su momento tenía un valor de 800 mil dólares, en este momento está por encima del millón de dólares.”

A eso se suma el elevado costo de la gasolina (2.5 dólares por litro), que hace de la transportación un problema para buena parte de la población israelí. “Se trata de un panorama interior complicado que se acentúa más con la presente puja electoral.”

Los partidos en pugna

Desde hace ya mucho tiempo, los partidos minoritarios juegan un papel muy importante en el escenario electoral israelí. Por un lado, los ultraortodoxos “constituyen una minoría políticamente muy activa pero en términos económicos y civiles, relativamente periférica, alejada”, advierte Hodara.

Según el analista, apenas un tercio de la población ultraortodoxa aporta a la economía israelí. Se trata de un grupo poblacional exento del servicio militar, poco propenso a adquirir educación superior y totalmente ajeno a la economía de la innovación o al desarrollo científico.

Por otro lado se encuentran los partidos árabes, actualmente divididos, que ejercen una gran influencia sobre esa quinta parte de la población del país pero que claramente no comulgan con las visiones de extrema derecha ni con los ultraortodoxos.

La adhesión del exjefe del ejército israelí Gadi Eisenkot al partido de Benny Gantz podría conseguir que este obtuviera 11 o 12 escaños en la Knéset. Eso fortalecería su posición frente a una eventual alianza con Yair Lapid.

Viabilidad de una victoria de Lapid-Gantz

Gantz tiene posibilidades, si concreta un buen entendimiento con Lapid, de convertirse en primer ministro”, ya sea por cuatro años o “en rotación con Lapid”. Siempre y cuando ambos “puedan llegar a un entendimiento con los partidos religiosos.”

Por otro lado, “tenemos el caso de Netanyahu, que acertó a constituir un partido con personajes absolutamente leales, personalmente leales a su persona, descartando o alejando de posiciones clave a algunos candidatos o figuras dentro de Likud que se consideraban sus posibles sucesores, y eso me lleva a pensar que (…) el Likud va a mantener su integridad como partido.”

Pero una eventual derrota del partido de Netanyahu podría incidir, según Hodara, en un cisma en el Likud. “Una división dentro del partido, por cuanto las figuras que se consideraban los herederos de Netanyahu y los líderes del partido, se consideran hoy marginados.”

Una coalición encabezada por el ex primer ministro Netanyahu tendría que “llegar a algún acuerdo con (Itamar) Ben-Gvir y con (Bezalel) Smotrich y seguramente Netanyahu le pedirá a Ben-Gvir un poco reducir o moderar sus apetitos políticos, particularmente en contra de los árabes.”

Y cita declaraciones recientes del ultraderechista, en el sentido de estar dispuesto a financiar o subsidiar la expatriación de los árabes israelíes hacia Europa u otros territorios.

“Pero si llega, según yo estimo, el partido de Gantz junto con Lapid, yo creo que la minoría árabe, el partido árabe jefaturado por [Mansour] Abbas tiene muy buenas posibilidades de constituir una coalición, que puede perdurar no solamente uno o dos años sino los cuatro años que le corresponden.”

Ra’am y Lista Conjunta, los dos partidos árabes

Respecto a las diferencias entre Ra’am y las otras fuerzas políticas árabes de Israel, Hodara explica:

“El partido de Abbas es un partido leal, por supuesto, al credo musulmán, pero al mismo tiempo, Abbas, yo creo que en forma muy realista, reconoce que la oposición hecha por otros partidos árabes no es una oposición correcta ni incluso permite el avance de la gran minoría árabe —22% de la población—; entonces, Abbas simplemente dice ‘¿por qué no cooperar con el gobierno?’.”

Aunque los líderes de los partidos árabes “no lo dicen abiertamente, tienen una posición económica y política en Israel que no la tienen en ningún otro país de nuestro entorno, ni en Siria, inclusive ni en Egipto. En cualquier caso yo creo que se deberían de sentir felices pero es difícil para ellos decirlo públicamente.”

Gaza y otras tensiones

La última operación israelí en Gaza, dirigida contra la Yihad Islámica Palestina, se caracterizó por una eficacia y una limpieza sin precedentes. En buena medida, dicha operación podría otorgarle al primer ministro Yair Lapid cierta credibilidad frente a sectores que antes habrían considerado que su escasa experiencia militar jugaba en su contra para encabezar el gobierno de un país que vive constantemente asediado por la amenaza de sus enemigos.

“En cierta medida sí”, dice al respecto Hodara, “porque en un par de días se logró una victoria real en Gaza.” La brevedad y relativa limpieza de la operación fue secundada por el silencio o el distanciamiento de Hamás, que gobierna la Franja, y que es consciente de la importancia que tienen los 20 mil empleos de palestinos que todos los días cruzan la frontera hacia Israel.

Hodara anticipa que Lapid podría conseguir más de 20 escaños para su partido en la próxima ronda electoral, lo que en coalición con Gantz y sus respectivos socios políticos dejaría con pocas posibilidades a un Netanyahu que parece renuente al retiro.

La izquierda israelí

Sobre la izquierda israelí, que ha ido perdiendo peso en el escenario político consistentemente, Hodara no descarta que mantenga una presencia en la Knéset, si bien minoritaria. “No tengo duda”, dice, “de que el Maaraj habrá de sobrevivir y tendrá una presencia parlamentaria si hay coalición, jefaturada por Lapid o por Gantz, pero hay una duda sobre si el partido de la izquierda un poco más extrema habrá de sobrevivir o no.”

Se refiere a Meretz, que en este momento “tal vez quisiera una unión con el Maaraj, con el objeto de asegurar su sobrevivencia, pero no se entusiasma con esta idea.”

Por sí solo, “Meretz podría pasar el 4%, que es el mínimo de apoyo electoral, tal vez podría, tratando de movilizar en su favor a la población intelectual en Israel —muchos académicos favorecen a Meretz—, tal vez también parte de la minoría árabe apoya a Meretz, pero sin embargo, la sobrevivencia de Meretz no está asegurada en las próximas elecciones.”

Sobre Avodá, liderado por Merav Mijaeli, Hodara considera que “tiene buenas posibilidades de llegar, por lo menos, a una representación en la Knéset de seis o siete diputados (…), porque en la coalición presente ha tenido una actuación relativamente importante.”

Irán, Rusia y China

Pero además de estas múltiples tensiones internas, Israel enfrenta un complicado panorama internacional, agudizado por la guerra entre Rusia y Ucrania y por la permanente amenaza iraní, que ha sabido capitalizar en forma de renovadas relaciones con el mundo árabe.

“La tensión entre Israel e Irán es un problema que no tiene fácil solución, más aún cuando Rusia está jugando aquí un doble papel: por un lado, le permite a Israel, hasta el momento, sus ataques selectivos en Siria (…), pero por otro lado, Rusia, Irán y China constituyen una alianza muy, muy importante. En el caso de un entendimiento entre Putin, en particular, con Irán, eso podría, en el largo plazo, funcionar en contra de nuestro país.”

 


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