Enlace Judío – La democracia de un país descansa en la fortaleza de sus instituciones. Remontándose a los orígenes de la filosofía política moderna, pensadores como Locke, Swift, Rousseau, Montesquieu y Thomas Jefferson coincidieron en la importancia de los contrapesos. Desde entonces, el occidente ha estado marcado por sistemas de separación de poderes. 

A través de su historia, la Corte Suprema de Justicia de Israel se ha caracterizado como una institución vital para su democracia. Su independencia de los partidos ha logrado mantenerse en los márgenes ideológicos de la Knéset, repartiendo sentencias duras a través del espectro político.

La nueva propuesta del bloque derechista israelí para reformar las facultades de la Corte Suprema pone en peligro al sistema judicial, representando uno de los mayores peligros para la democracia en la existencia del país.

Bezalel Smotrich, el ultraderechista del partido Hatzionut Hadatit (Sionismo Religioso), propone que una mayoría simple en el parlamento (61 miembros de la Knéset, 50%+1 de su composición) pueda anular decretos de la Corte Suprema solo votando en su contra. Así, el Poder Legislativo tendría el poder de contradecir las Leyes Básicas israelíes sin impedimento alguno. Normas que vulneren a minorías o restrinjan libertades podrían ser legisladas por la coalición gobernante sin impedimento.

Además, las reformas a la Corte Suprema incluirían la posibilidad de que legisladores nombren jueces. Si bien existen países, como México o Estados Unidos, que tienen contemplado ese mecanismo de nombramiento para sus sistemas judiciales, las desventajas son visibles: se presta a una mayor división política de la Corte Suprema.

Ejemplos recientes como la impopular anulación del derecho al aborto en EE. UU. tras la llegada de una mayoría de jueces conservadores a la máxima sala de justicia del país ilustran el camino que podría seguir Israel tras la posible aprobación de la propuesta.

Los llamados de la derecha para reformar el sistema judicial se han estado cocinando desde que comenzó el juicio del ex primer ministro Benjamín Netanyahu por corrupción. De aprobarse la reforma, no sólo se cancelarían los cargos de los casos de presunta corrupción en su contra, si no que se crearía un incentivo para que otros políticos puedan corromperse con impunidad, o bien, que puedan ser perseguidos políticamente con cargos inexistentes.

El ministro de Justicia israelí Gideon Sa’ar, un político de derecha que trabajó con Netanyahu por años y se separó de él con el objetivo explícito de negarle el acceso al poder, advierte que la iniciativa de reforma, “tiene como objetivo eliminar la independencia de la Corte Suprema y politizar completamente el proceso de selección de jueces. Si, D-s no lo quiera, se forma un gobierno de BibiBen Gvir, el peligro para el régimen democrático de gobierno de Israel será claro e inmediato”.

Ante la posible reforma, las elecciones que se celebrarán en dos semanas cobran una nueva importancia. La victoria del bloque de la derecha podría significar el fin de la separación de poderes en Israel como la conocemos, abriendo paso a una época con mayor poder para políticos autoritarios y menos transparencia hacia el público.

 


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