Enlace Judío- En días que anuncian la formación de un nuevo gobierno en Israel se multiplican subidas voces y torcidas afirmaciones por parte de los líderes de partidos ortodoxos.

Ya no se contentan con poner en duda el carácter judío de Bennett y afirmar que su madre – residente y ciudadana del país – era goy y que para contraer matrimonio con judío debió convertirse. De aquí que Bennet no es en rigor judío y no tiene derecho alguno para ejercer puestos públicos.

Grosera mentira que en estos días figuras rabínicas seleccionadas por Netanyahu como futuros ministros difunden sin reservas y en público.

Se suman a torcidas afirmaciones las declaraciones del futuro ministro de la vivienda – rabino que no titubea en rezar una y otra vez antes de tomar la palabra en público – que vocean al mismo tiempo que no existe crisis alguna en el país en materia de vivienda.

Afirmación rechazada por todos los medios. Lo que es cierto y comprobable es que el déficit en viviendas no es agudo en los barrios excluyentes donde viven. Sin embargo, la gran mayoría de las parejas jóvenes en el país carecen de un techo, ya sea por la ausencia y lentitud de proyectos de construcción, ya sea por los altos costos que exhiben en el presente escenario económico y nacional.

Y a esta peregrina afirmación cabe añadir la postura hoy voceada por un importante líder de una partido religioso- él se dice mesurado- sugiriendo que la mitad de los hoy soldados en el país marchen a las sinagogas, y que la mitad de los jóvenes hoy candidatos a rabinos se inserten en el ejército.

Un intercambio que, conforme a este veterano diputado, beneficiaría a ambas partes, además de alentar la conquista de nuevos territorios que suscitan recuerdos bíblicos.

En este peregrino clima que nos acerca a un estrecho fundamentalismo que podrá fin a Israel como país y como democracia .

Además, se verifica la franca escasez de puestos ministeriales para conocidos y equilibrados miembros del partido Likud . Escenario que ya suscita espinosos desencuentros y conflictos.

En el presente escenario, los cargos ministeriales de superior importancia, desde la suspensión del control militar en Judea y Samaria, – tierras que hoy no pertenecen al Estado – pretenden “judaizarlas” e integrarlas al país.

Los servicios policiales que preservan el orden interno ya están en manos de Itamar Ben Gvir, político nacional-religioso simpatizantes del rabino Kahana.

No pocos anticipan que estas intenciones conducirán al cabo a un amplio choque militar en el Medio Oriente festejado por los elementos rabínicos que ingresarían al futuro gobierno.

Obviamente, este cuadro irrita a miembros de la alta cúpula política del partido Likud cuando perciben que importantes cargos ministeriales y públicos – con la excepción relativa de figuras responsables de la defensa del país – se verán deformados para atender los supuestos deseos de Jehová.

En estas circunstancias Bibi se inclina a conceder puestos marginales a pocas figuras del Likud y multiplica las protestas de aquellos que pertenecen a la plana mayor del partido.

En suma: después de casi dos meses de la victoria electoral, Bibi Netanyahu no sólo no ha logrado hasta aquí levantar una legítima y aceptable coalición gubernamental.

Está escogiendo en esta tarea a figuras absolutamente alejadas de la realidad mundial y nacional, y creen que Jehová debe adueñarse no sólo de todos los hogares. También debe orientar la política interna e internacional del país.

Circunstancias que multiplican las protestas de figuras importantes en el Likud que sólo merecerán cargos ministeriales secundarios.

Si en el presente escenario los cargos de superior importancia ligados con el control policial del país y las ramas militares que controlan a Judea y Samaria sin formar parte orgánica del Estado llegarán a manos de los círculos nacional-religiosos, un hecho inaceptable no sólo por USA y Europa; también para el público israelí sensato que apenas acepta la agresiva ocupación de tierras que no pertenecen al Estado.

En este escenario la fragmentación severa de la sociedad israelí será uno de sus resultados.

A estas circunstancias cabe agregar lo que ocurre en el propio partido Likud jefaturado por Netanyahu. Se verifica allí un creciente descontento pues sus líderes no vislumbran ni merecen algún importante lugar en el futuro gabinete. Los cargos ministeriales de superior relieve – desde las ramas policiales hasta el control militar en Judea y Samaria- serán controlados por elementos nacional-religiosos que se empeñarán en anexarlos al país – intención censurada por USA y la mayoría europea sin excluir a naciones en desarrollo.

En este sombrío ambiente- más cercano a un escenario religioso y fanático que a un moderno contexto- Bibi ha llamado hace algunas horas a una urgente reunión del Partido Likud con el fin de calmar el creciente enojo en sus filas.

Tal vez ya es tarde.

En rigor no quedan puestos gubernamentales importantes que no han si ya entregados a los círculos ortodoxos que hoy constituyen algo menos de la quinta parte de la ciudadanía y los cargos que restan son de inferior importancia o conocerán activa intervención por parte de los círculos rabínicos.

A este escenario cabe agregar el probable despido del Jefe Policial del país debido que su conducta y sus opiniones no son aceptables para Itamar Ben Gvir.

Circunstancias y factores que me conducen a anticipar varios escenarios

El primero apenas es probable: el fracaso de Netanyahu en levantar una amistosa y razonable coalición en el curso de los próximos días. En estas circunstancias el mandato pasaría a Lapid.

El segundo es verosímil: la coalición finalmente se levantará más allá de los alaridos y el descontento de sus miembros y de la opinión pública, circunstancia que de inmediato conocerá graves trastornos hasta amenazar la existencia del país.

¿Y qué sucederá después?

Si los elementos rabínicos nacionalistas no son frenados, conducirán a dos situaciones.

La primera: un amplio y desigual encuentro militar dirigido a imponer el control israelí de Judea y Samaria y el desmantelamiento de la entidad palestina.

Y la segunda: un levantamiento popular adverso a Netanyahu y a la estrecha ortodoxia que hoy le apoya pues ésta no aceptan como válido al Estado judío tal como se ha constituido hasta aquí.

Escenarios que en estos días inquietan no sólo a lo sectores equilibrados de la opinión pública de Israel incluyendo al presidente Herzog que hoy visita países de la península árabe. También a factores internacionales- desde Estados Unidos, Europa y Ucrania, sin desdeñar a los latinoamericanos.

¿Y qué dirán las diásporas?

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