Enlace Judío / Rab Yehuda Prero – Uno de los principales rituales asociados a Janucá es el encendido de la Menorá, un candelabro de ocho brazos. Ésta se enciende para conmemorar el gran milagro que ocurrió en la época de los macabeos: un frasco de aceite que sólo podía durar un día, milagrosamente duró ocho días. El Aruj HaShulján (Orej Jaim 673:1) escribe que es preferible utilizar aceite de olivo para encender la Menorá porque se introduce fácilmente en la mecha, su luz arde con claridad y el milagro de Janucá ocurrió con aceite de olivo.

Hay otro aspecto del aceite de olivo que lo convierte en una elección apropiada para su uso en Janucá. El Medrash Rabba (Vayikra 31:10), al hablar del aceite de olivo que se usaba para encender la Menorá del Mishkan (Tabernáculo), menciona una parábola: “Rav Avin dijo ‘Es comparable a un rey cuyas legiones se rebelaron contra él. Sin embargo, una de sus legiones permaneció fiel y no se rebeló. El rey dijo que esta legión que no se rebeló, de ellos tomaré para mis gobernantes y gobernadores.’ Así dijo Hashem – Este olivo trajo luz al mundo en tiempos de Noaj, como vemos ‘vino la paloma…y tenía una rama de olivo en la boca'”.

El Rada “l explica cuándo exactamente el olivo no se “rebeló” contra Di-s, ganándose así un lugar especial en la historia. En la época de Noaj, el mundo entero estaba corrompido. El Talmud Yerushalmi explica que no sólo la humanidad tenía un comportamiento inmoral, vil y corrupto, sino también el mundo animal y vegetal. Una especie de animal intentó reproducirse con otra diferente, y un tipo de planta intentó “injertarse” en otras formas de vegetación. La única planta que resistió a la corrupción que impregnaba el mundo entero en aquella época fue el olivo. Permaneció puro. Soportó las presiones para participar en el comportamiento perverso que estaba de moda en aquella época. El olivo permaneció fiel al orden mundial tal como Di-s lo creó, y por esa razón, es considerado la “legión que no se rebeló”. Debido a que permaneció fiel a Di-s, el olivo fue elegido para ser el signo del renacimiento y la renovación después del diluvio. Fue elegido para ser la fuente de luz en el lugar más sagrado del mundo. Fue elegido para ser la fuente de luz de las generaciones venideras.

Janucá es una fiesta en la que celebramos nuestra liberación de la opresión religiosa. La opresión de los sirio-griegos sobre los judíos no era física. No querían aniquilar a los judíos. Sin embargo, querían aniquilar el judaísmo. Aplicaron toda la presión que pudieron para “convencer” a los judíos de que abandonaran los caminos de sus padres. Muchos judíos sucumbieron a esta presión. El helenismo hizo incursiones en las comunidades judías. A veces, la presión para ceder a la cultura popular era abrumadora. Al final, los judíos resistieron esta presión y lucharon con todas sus fuerzas contra ella. Los judíos salieron victoriosos. Hoy, todo lo que sabemos de los sirio-griegos está en los libros de historia, mientras que el judaísmo sigue vivo. Cuando vemos el aceite de olivo ardiendo en Janucá, debemos recordar que el olivo es un símbolo de la fortaleza de nuestros antepasados. El olivo resistió la presión de desviarse de la palabra de Di-s. Nuestros antepasados en la época de Janucá resistieron la presión de desviarse de la palabra de Di-s. Debemos permitir que la luz del aceite de olivo nos inspire a mantenernos firmes contra la presión, cualquiera que sea, para desviarnos de la palabra de Di-s.

Fuente: torah.org