Enlace Judío – Para el judaísmo el tiempo es una espiral porque el hombre se encuentra en un continuo diálogo con D-os y eso influye tanto en los individuos como en la historia del hombre. Por eso se asume que un evento histórico, una fecha siempre tiene más de un significado, y hay una interrelación entre el pasado y el presente. Las festividades como tal son momentos en que crecemos individualmente y como humanidad, siempre hay un aspecto humano que uno busca curar, conocer o enmendar. Ese es el caso del ayuno de tevet, en él recordamos tres tragedias que ocurrieron al pueblo judío en este mes: el sitio a Jerusalén, la traducción de la Torá al griego y la muerte de Ezra el escriba. Del amanecer al atardecer hacemos ayuno y teshuva (enmienda).

Aunque es una fecha designada por los sabios en épocas posteriores al Exilio babilónico hay pasajes del Tanaj y elementos de la misma que la unen a tiempos anteriores, de tal forma que la teshuvá histórica que se hace en este día no sólo incluye al Exilio babilónico sino también otros eventos. De esto nos habla rab Isaac Rice en una clase dada a la congregación Anshei Chesed. En ella analiza ciertos midrashim que conectan al ayuno de tevet con los eventos ocurridos entre Caín y Abel.

Aprendizajes del midrash sobre tevet

La primera mención, de la cual habla el rabino, que se hace a la fecha se encuentra en el libro de Yejeskel (Jeremías). Ahí D-os ordena al profeta registrar no sólo la fecha sino también el día de la semana. El Talmud habla de este evento cuando se discuten ciertas reglas de preparación de alimento con una olla. Se nos dice que el augurio (la suerte) del día (10 de tevet) era malo y estaba destinado incluso antes de de que ocurriera el sitio; que era un momento destinado a la tragedia desde tiempos anteriores. Había un evento fatídico que había ocurrido en este día lo cual generó el sitio y el Exilio mismo.

Los midrashim (relatos) de Bereshit Rabá responden a cuál fue ese evento y nos hablan de que hay una conexión entre los sucesos ocurridos entre Caín y Abel y el 10 de tevet. Según los midrashim Caín mató a Abel el día después de Janucá y es sentenciado por D-os al Exilio el 10 de tevet. En cierta forma el Exilio de Caín es un reflejo del Exilio judío. Lo que curamos el 10 tevet también es el pecado de Caín.

Si seguimos con cuidado la narración bíblica descubrimos que todos a través de Namá (la esposa de Noaj) somos descendientes de Caín, todos tenemos sangre de Caín en nosotros. La pregunta es qué es realmente lo que estamos curando de él. La respuesta que da el rabino es muy interesante: son los pecados que cometemos cuando nos dejamos llevar por nuestro enojo o nuestras pasiones, y los pecados “ben adam lejavero” (pecados con el prójimo); cuando lastimamos y agredimos a otro ser humano.