Enlace Judío – Recorro en los últimos días múltiples calles y rincones de Israel.

La inquietud por las agresivas actitudes de Arieh Deri y de sus fanáticos seguidores debido a la decisión de la Corte Suprema de Justicia que lo desaloja de su alto puesto se generaliza en todo el país.

No abrigo dudas que las manifestaciones públicas que se llevarán a cabo este sábado en las principales ciudades y puentes del país darán a conocer a la opinión pública local e internacional el calibre y el significado de la crisis que hoy abruma a Israel, mi país.

Pero no es suficiente. Juzgo que el presidente Yitzhak Herzog, figura que durante quince años tuvo activa participación en la Knéset y en la vida pública del país, asumirá en las presentes circunstancias una de tres actitudes tendrá desigual importancia y gravitación.

La primera es la pasiva y formal conformidad con las intenciones gubernamentales hoy encaminadas a cambiar radicalmente el equilibrio entre los poderes ejecutivo, legislativo y judicial que sustancialmente asegura el ejercicio de la democracia en Israel.

Conducta que Herzog reveló en el pasado ofreciendo respaldo formal a decisiones gubernamentales que implicaban ligeras mutaciones en el hacer público.

La segunda es algo más significativa. Implica un deliberado aplazamiento o demora en la aprobación final de las decisiones que la mayoría parlamentaria pretende hoy asumir con el propósito de quebrar los equilibrios del poder en favor de la Knéset dominada por la coalición jefaturada por Netanyahu.

Por esta vía podría postergar por algún tiempo el quiebre de los tribunales y de la Corte Suprema.

Pero cuenta a mi ver con una tercera: renunciar a su alto cargo como vertical protesta a las amenazas a la democracia israelí que el actual ministro de Justicia, con el alto apoyo de la familia Netanyahu y de su gabinete, alienta con el designio de limitar los derechos ciudadanos.

Actitud esta última que alentará las manifestaciones de protesta amén de transmitir un claro mensaje a múltiples sectores de la comunidad internacional y de las diásporas judías que bien aprecian a regímenes que aciertan a superar reiteradas crisis económicas y contiendas militares sin lesionar la pública libertad.

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