Enlace Judío – Con triste voz, con manos temblorosas, el presidente Yitzhak Herzog pidió en las últimas horas frenar la nerviosa inquietud que hoy abruma a la ciudadanía israelí, y, en particular, detener los disolvente atropellos de la actual coalición gubernamental.

“Somos una fuerte nación”, subrayó. Sin embargo, también indicó que las presentes circunstancias pueden destruir la democracia.

Y una y otra vez señaló que la ausencia de un constructivo diálogo entre los miembros del actual gobierno y la Corte Suprema de Justicia no solo es una amenaza al sistema democrático que hasta aquí ha normado al país. Puede también conducir a su desmantelamiento.

No hay duda, agregó, que la composición étnica e ideológica de la Corte debe ajustarse a la rica variedad de la ciudadanía israelí sin lesionar a parte alguna del pueblo. Pero su autonomía es una prenda ajena a la ideología o a los caprichos de algún político o credo.

Reiteró que es indispensable frenar-fantasmas y demonios que hoy amenazan a la democracia israelí y alentar al mismo tiempo un diálogo franco y constructivo.

Herzog se abstuvo, sin embargo, de señalar quién y por qué en el actual gobierno dominan tendencias que, si cristalizaran, pondrían fin a la existencia de Israel y a las aspiraciones de múltiples sectores en el mundo que apoyan y animan al país.

Justas palabras que, lamentablemente, caerán dentro de pocas horas en el vacío cuando la coalición gubernamental encabezada por Benjamín Netanyahu emitirá un primer voto en favor del radical debilitamiento de la Corte Suprema como entidad alejada de intereses partidarios y políticos.

En y por estas circunstancias masivas manifestaciones de protesta llegan este lunes a Jerusalén a pesar de la ausencia de facilidades en el transporte público y los castigos que el ministro de Educación impondrá a maestros que por tal motivo no llegaran a sus clases.

En cualquier caso, este lunes miles de automóviles marchan con ritmo desigual en las pistas que conducen a la capital del país a pesar de las barreras ya levantadas por las fuerzas policiales que de momento deben acatar las órdenes de un personaje que jamás dedicó hora alguna a la defensa del país.

Panorama que, por un lado, deprime y, por otro, ensancha los horizontes democráticos de este mi país.

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